miércoles, octubre 16, 2024

Una reflexión sobre el racismo en el marco de una nueva conmemoración del “encuentro de dos mundos”

Con motivo de una nueva conmemoración del 12 de octubre de 1492, fecha conocida como “Encuentro de dos mundos” o “descubrimiento de América” y que recuerda la llegada del navegante Cristóbal Colón al continente americano.

Aunque parezca curioso, en pleno siglo XXI, todavía se siguen escuchando a nivel de discurso público y en conversaciones cotidianas, referirse a la invasión europea del continente americano, iniciado en 1492 como el “descubrimiento de América” o “día de la hispanidad”, perspectivas eurocéntricas según las que se celebra la expansión del mundo occidental sobre los pueblos y culturas indígenas de América Latina.

El proceso que derivó del hecho conocido como “descubrimiento de América” es relevante, porque esta coyuntura significó la conformación de estructuras de poder que marginaron social, cultural y económicamente a la población indígena, configurando los escenarios de trato colonial sobre el mundo indígena por parte de los estados nacionales y las sociedades dominantes.

Asimismo, la configuración de un patrón colonial trajo -entre otras problemáticas- la construcción de la obsoleta idea de raza, cuyo constructo mental ha resultado ser una piedra angular para justificar el dominio -en prácticamente en todos los niveles de intercambio social- sobre la población que no responde al canon europeo occidental.

El racismo ha estado presente en las guerras mundiales, a través de las creencias nazis que consideraban a los alemanes arios como una raza superior, o a través de políticas de Estado como el “apartheid”, conjunto de leyes que fue impulsado por los descendientes de los colonos europeos en Sudáfrica y que promovía la segregación sobre la población que no fuera blanca.

Por este motivo, en 1978 la UNESCO estableció la Declaración sobre la Raza y los Prejuicios Raciales, la cual señala en su artículo primero que “Toda teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que dé a unos el derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o que haga juicios de valor basados en una diferencia racial, carece de fundamento científico y es contraria a los principios morales y éticos de la humanidad”.

Las lecciones de la historia dejan como enseñanza que resulta fundamental, que tanto la sociedad civil como las instituciones puedan aunar esfuerzos para avanzar hacia la construcción de sociedades más respetuosas de la diferencia cultural. Un buen ejemplo de lo anterior es la reciente decretación de la Política Universitaria de Pueblos Originarios de la ULagos, la cual establece en uno de sus cinco principios, la importancia de impulsar iniciativas tendientes a superar estereotipos, prejuicios y prácticas discriminatorias hacia los pueblos originarios en la comunidad universitaria, reconociendo su presencia y aporte sustantivo en las distintas áreas del quehacer universitario, considerando un enfoque de género e intercultural que garantice el ejercicio pleno de derechos.

A través de estas iniciativas se puede vislumbrar la existencia de otros paradigmas, superando las miradas y visiones eurocéntricas que han predominado a lo largo de la historia.

 Por José Luis Vargas, Dirección de Pueblos Originarios, Universidad de Los Lagos

Imagen de pintora osornina Berta Ayancan Igor

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