Para Haydée Aguila el mar lo es todo. Lo lleva en la sangre: es miembro de una de las pocas familias kawésqar, pueblo originario que ha habitado la zona Austral de Chile por miles de años. Sus antepasados descienden de bandas de cazadores recolectores que recorrían en canoas los canales del extremo sur del país.
FUENTE: Revista Paula
Se estima que en la actualidad, hay poco más de 500 personas kawésqar en la región de Magallanes pero ahora su acceso al mar es limitado. Al cambio climático se le suma la explotación de cazadores y pescadores no indígenas de especies vulnerables que ha llevado a una mayor fiscalización de los recursos, limitando el oficio de los kawésqar. Hoy sus esfuerzos se concentran en defender la cultura que le dio vida y en donde las mujeres tienen un espacio clave.
¿Cuál es el rol de las mujeres kawésqar?
Toda mujer kawésqar debe luchar por su esencia y por su cultura. No olvidarse de dónde somos, que tenemos un mar, que somos mujeres que damos luz y que somos vida. Y que somos mujeres luchadoras; luchamos porque se resguarde el borde costero que es nuestro lugar de vida. Nuestra esencia es el mar. Luchamos para que se siga preservando nuestra cultura y que nuestra juventud pueda navegar como antes.
¿Cómo era antes?
Recuerdo que con mi madre íbamos para afuera a buscar comida sustentable que venía del mar. Buscábamos la leña que daba la calefacción. Hoy en día la gente que va son los hombres, porque son pocas las mujeres que navegan. Ya no hay pescado nativo en el mar y nosotros nos transformamos en piratas del mar. Si no tenemos un carnet de tripulante no podemos subir a una tripulación. Es un genocidio pasivo y lento, que sucede todos los días. No somos reconocidos como pueblo.
La mujer está muy presente en tu cultura, ¿Cómo es su relación con el feminismo?
No me identifico con el feminismo pero sí con el ser luchadora como mujer. Porque ser feminista tiene muchas articulaciones. Las respeto porque son mujeres muy luchadoras también, pero no podría decir que soy una mujer feminista. Estoy de acuerdo con lo que ellas reclaman y si tengo que estar ahí, voy a estar ahí.
¿Considera importante que las mujeres de su comunidad sigan aprendiendo a navegar?
La mujer que no sabe remar es una mujer a medias. Nosotras antes, hace treinta años, podíamos salir a remar las costas, ir a buscar sustento económico, de alimentación. La juventud de hoy en día no sabe remar, no sabe timonear ni pasar una costa. A nosotras como mujeres kawésqar nos están dejando a medias. Para tener un bote te piden un montón de normas.
A mi madre hoy la reconocen como la primera mujer navegante a vela que llegó a Puerto Edén. Me enorgullece que la gente adulta lo diga porque ellos son la voz viviente.
Muchas de las dirigentes kawésqar más reconocidas en este momento son mujeres…
Debe ser porque el 90% de todo lo que hacemos diariamente, ya sea en la costa y en la tierra, lo hace una mujer. El hombre hace la parte bruta y nosotras somos la cara visible de enfrentar y pelear. El mar es nuestro hijo y nuestra tierra. Sacamos garras donde no las tenemos para pelear por nuestros hijos. Todas las mujeres están luchando para que eso se restituya, y que no solo los hombres pueden hacer las cosas, porque eso es lo que dicen ahora, que es una tarea de hombres.
¿Las mujeres tenemos una conexión especial con el medioambiente?
No es que el hombre no lo tenga, sino que está mentalizado en otras cosas. Está orientado en que tiene que trabajar, no importa cómo. Nosotras igual trabajamos, pero dentro de ese trabajo estamos pensando en los hijos, en nuestras madres, en una diversidad de cosas. Cuando vemos mugre en la costa es como si le estuvieran pegando a nuestros hijos.
¿Qué rol juega la memoria ancestral?
En el momento en que yo estoy tejiendo estoy haciendo una memoria. Y si yo estoy tejiendo y al lado están mis hijas, les estoy entregando memoria. Entonces obviamente en cada momento en que uno esta visibilizando o hablando sobre el mar, está entregando memoria del pasado. Y eso no se debe perder. Se debe entregar a cada hijo que uno tiene, sea varón o sea hembra. Es lo que nos esta quedando.
Al igual como lo hicieron las mujeres de su familia.
Sí, mi abuela a mi madre y mi madre a nosotras. Mientras estemos vivas y podamos recorrer y ver la memoria del mar. Lograr que nuestros hijos vayan, vamos a poder traspasar eso. Sin memoria no hay pasado. Y mucho menos futuro.
¿Cómo lucha su comunidad para lograr esto?
Primero en defender el territorio como comunidad. Y en esta labor somos más mujeres que hombres. Tenemos también un programa intercultural bilingüe. Estamos tratando de que los docentes de los establecimientos educacionales puedan entender un poco lo que es la cultura.
Magallanes tiene mas de 3.500 becas indígenas y ni siquiera 30 son para los kawésqar. Es una lucha constante. También para que nuestros ancianos tengan una vida digna.