Organizaciones ambientales y comunidades mapuche se unen ante los impactos de los megaproyectos renovables en la isla.
Este año por primera vez en Chile se generó más energía con fuentes renovables que con carbón. Y aunque el avance de las renovables en el país parece a simple vista como una buena noticia en que todas las partes salen ganando, cada vez más comunidades se enfrentan a los impactos ambientales de la generación de energías renovables a gran escala, y cuestionan la estrategia de Chile para convertirse en un competitivo exportador de energía renovable. Es el caso de Chiloé, un lugar que ha visto confluir cada vez más proyectos eólicos y de transmisión, y donde organizaciones ambientales y comunidades indígenas se organizan para hacer valer su intención de proteger los ecosistemas de la isla, ya amenazados por otras industrias como la salmonicultura.
La resistencia social comenzó ante el proyecto eólico que lleva más de una década detenido por la acción comunitaria, y que pretende instalarse en Mar Brava, en una de las playas más grandes de Chiloé, con gran valor ecológico, turístico y arqueológico para las comunidades del sector, recuerda Clementina Lepio Melipichún, Longko de la comunidad Mapuche Williche alto de fundo Gamboa en Castro. “Poco después viene el parque eólico San Pedro en la cordillera del Piuchén, en zona de turberas y bosque nativo, y del cual muchas comunidades que nos abastecemos del agua de esa cordillera no nos enteramos hasta que ya estaba instalándose. Y así se han ido sumando proyectos en territorio indígena y en zonas que afectan al bosque nativo y a nuestras reservas de agua sin dejar ningún beneficio para la comunidad. Los vecinos del parque San Pedro hoy día siguen pagando caro la luz y además están con crisis hídrica, recibiendo el agua por camiones aljibe”, comenta la autoridad ancestral.
En los últimos años, comunidades mapuche williche y otras organizaciones territoriales se unieron en una campaña comunicacional comunitaria llamada Chiloé libre de saqueo energético, donde participan personas del mundo académico, científico, del derecho y otras disciplinas, para informarse y difundir el rol que está cumpliendo Chiloé en la estrategia energética del país, y los impactos que eso puede tener en los territorios. “Un primer hito fue cuando nos enteramos de que se estaba licitando una gran carretera eléctrica y nos pusimos a disposición delas comunidades del tramo inaugural de este proyecto al cruzar el canal de Chacao, para ayudar a elaborar las observaciones ciudadanas en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA)”, recuerda Antonia, una de las integrantes y voceras de la campaña.
Otro momento importante para la campaña se dio en el 2022, cuando se lograron sumar a grandes reuniones entre comunidades indígenas para intercambiar conocimientos en torno a los proyectos. “Para nosotros comunidades ha sido fundamental unirnos y también el trabajo de Chiloé libre para dar a conocer esta información que nosotros como pueblos originarios llevamos en nuestro corazón y palpamos todos los días porque sucede en un espacio que siempre hemos habitado, que siempre hemos recorrido y hemos visto pero la gente joven no sabe cómo son las turberas, los pomponales, en las escuelas no lo enseñan y en ese sentido ha sido importante ese vínculo con la gente más joven a partir de la campaña. Articularnos también ha ayudado a no ver los proyectos como aislados sino a conocer que son parte de un plan para Chiloé al servicio de una estrategia energética del país, y eso nos permite dimensionar el real impacto que puede tener todo esto sumado en nuestros territorios”, señala Clementina.
Las preocupaciones actuales
Uno de los principales focos de preocupación para las comunidades actualmente es la línea de transmisión que unirá la isla grande de Chiloé con el continente, a manos de la empresa Transelec. «Las líneas de transmisión en Chiloé están copadas y está línea viene a abrirle la puerta a muchos proyectos. El trazado atraviesa territorio indígena y muchas comunidades generando problemas socioambientales sin que exista un diálogo y una consulta clara a las conunidades», reclama Antonia.
Así, crece la preocupación por una reactivación de los proyectos eólicos, muchos de los cuales afectan a la cordillera del Piuchén; un lugar de gran significancia para el pueblo mapuche williche de Chiloé. «En Chiloé no tenemos cordillera con nieve como el resto de Chile. Tenemos esta cordillera de la costa donde están las turberas, pomponales y árboles nativos que retienen nuestra agua dulce para seguir existiendo, ustedes conocen el nombre técnico y para nosotros son los ngen, los espiritus de la naturaleza que habitan el espacio junto a nosotros y que no están siendo considerados. La cordillera del Piuchén es un lugar sagrado porque es lo que permite que nazca la vida en Chiloé. Es parte de nuestra cosmovisión y no podemos seguir permitiendo que la destruyan porque esto no es solo para los mapuche, esa agua habilita la vida de todos los seres que convivimos aquí», explica Clementina.
Cada comunidad despliega su estrategia de resistencia en cada proyecto y se articulan para compartir experiencias, mientras denuncian la falta de espacios de consulta y la falta de presencia territorial del Gobierno. «Luego de todos los meses que lleva el gobierno, recién hace dos meses se acercaron personas del Ministerio de Energía a las comunidades. Una de las cosas que como pueblos originarios le estamos diciendo al gobierno es que no aprueben los proyectos desde el escritorio. Estas cosas se resuelven mirándonos y conversando cara a cara porque como pueblos originarios nosotros no estamos buscando conflictos sino poder convivir, entre todos y con la naturaleza. No somos terroristas somos guardianes que es distinto. Guardianes de nuestra ñuke mapu, de nuestra madre tierra», reflexiona la Longko.
Fuente: El Desconcierto