Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, la principal organización indígena de Ecuador fue detenido hoy por fuerzas de élite de la policia. El gobierno de Guillermo Lasso lo acusa de ser el autor intelectual de actos de desorden público, durante el paro nacional que comenzó ayer. Compartimos esta crónica que perfila a Leonidas Iza, su actuar político, la relación con su comunidad y las expectativas de una posible candidatura presidencial en 2025.
Felipe Gutiérrez Ríos / Ilustraciones: Guillermo Chempes y Revista Marabunta
No se le ve la cima al Cotopaxi. El segundo volcán más alto de Ecuador amaneció, como tantos otros días, rodeado de nubes que no permiten ver su punta: uno de los lugares más cercanos al sol que hay en el planeta. A sus pies, siete personas se encuentran de rodillas, frente a una multitud. Fueron encontradas robando ganado en la comunidad indígena de San Bartolo, en la provincia que lleva el mismo nombre del volcán.
Tres cuerdas que asemejan un ring de box separan a la comunidad de los y las acusadas. “Parece que vino todo el mundo”, dice un dirigente. Varias filas de personas se sitúan enfrente de elles. Una loma a pocos metros sirve como gradería para otra decena de personas que miran a lo lejos. Adolescentes se suben a un muro para observar. Cada cierto rato la guardia comunitaria les baja a los gritos o a latigazos.
Atrás, una veintena de dirigentes de San Bartolo y otras comunidades vecinas forman un jurado. En un momento la atención se disipa. Algunas personas se dan vuelta a aplaudir, otras no entienden bien qué pasa. Aunque está rodeado de ponchos rojos como el suyo, de sombreros como el suyo, la pinta de Leonidas Iza, el presidente de la Conaie que viene llegando al juicio indígena, es inconfundible.
“Leo”, como le dice la gente de la comunidad, se sienta junto al resto de la dirigencia. Explica que viene llegando desde Quito y pide no interrumpir el juicio. Están tomando testimonio a las personas acusadas, mientras la gente sale y entra de la sede comunitaria que sirvió como lugar de detención para los acusados. La casa donde pasaron los últimos diez días esperando que se iniciara este proceso de justicia indígena.
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Leonidas Iza tiene 39 años. Es parte del pueblo Panzaleo, la denominación del pueblo Kichwa de Cotopaxi. Como presidente del MICC, el Movimiento Indígena y Campesino de su provincia, se transformó en uno de los máximos referentes de las movilizaciones de octubre de 2019. Las jornadas de protesta se iniciaron tras el anuncio de Lenin Moreno de un paquete de medidas económicas acordadas con el FMI, donde destacaba el decreto 883 que eliminaba el subsidio a los combustibles. Las masivas movilizaciones se difundieron por los centros de las principales ciudades, así como en las rutas nacionales. El país se volvió intransitable, mientras decantaban en Quito las marchas más importantes, convocadas por la Conaie, junto al Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y sectores de estudiantes, además del paro de transportistas.
“¿Quieren buscar las razones del estallido de octubre?”. Como buen entrevistado, Leonidas retoma la pregunta. “La respuesta está en el capital que gobierna nuestro país y el mundo, que le da todo a unas pocas familias y deja apenas las sobras a las mayorías de trabajadores del campo y la ciudad”, responde recordando las jornadas que en 2019 obligaron al gobierno a arrancar a Guayaquil. Diez días después de iniciadas las protestas, el gobierno se sentó en una mesa de diálogo que culminó con la derogación del decreto 883. En la práctica, éste hecho fue el fin del gobierno de Lenin Moreno, que se transformó en un fantasma en el poder, sin iniciativa política. Un Sebastián Piñera ecuatoriano.
“Si me preguntas qué semillas quedan del 2019, creo que octubre le demostró al gobierno de Lenin Moreno y al actual, la enorme capacidad movilizadora de la sociedad ecuatoriana, y la capacidad organizativa de la CONAIE. Es un mensaje poderoso no solo desde el movimiento indígena, sino también de la juventud, de las mujeres, de los diferentes grupos que hemos sido oprimidos en nuestro país y que salimos con una fuerza impresionante, como también pasó en Colombia, Chile y Bolivia. Hay un espíritu presente de lucha a nivel continental”, concluye Leonidas.
Las jornadas de protesta marcaron también el retorno de la Conaie al centro de la arena política, como articuladora del movimiento popular ecuatoriano. Formada en 1986, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador es la organización social más grande de ese país, además de ser una de las principales referencias del movimiento indígena a nivel continental. Su primer gran hito fue en 1992 para el quinto centenario de la conquista española, que provocó un levantamiento popular indígena que no tendría vuelta atrás y alcanzó escala continental. Su influencia fue decisiva para otros procesos de politización indígena en América Latina. La creación de la bandera mapuche ese mismo año, y la reivindicación de dicho pueblo en clave de “Nación Mapuche” son un ejemplo de esa influencia, que más tarde entroncará con el levantamiento zapatista que dotará de nuevos repertorios de acciones al movimiento indígena latinoamericano.
A partir de entonces, la Conaie tendrá un rol central en el ciclo de movilizaciones que logró derrocar dos gobiernos (Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad) de origen diverso pero emparentados en su política neoliberal. En 1996 fundaron el Movimiento Pachakuti, su brazo electoral, cuya suerte está atada a la legitimidad de la Conaie a pesar de tener un difícil vínculo orgánico. La participación de históricos dirigentes de Pachakuti en el gobierno del militar Lucio Gutiérrez, elegido en 2003, provocó una importante fragmentación del movimiento indígena que terminó desarticulando su rol dentro del campo popular ecuatoriano.
“Ahí hubo algunas fallas del movimiento indígena”, señala Leonidas. “Hoy creemos que desde la Conaie tenemos que ofrecerle al país un proyecto político que no puede quedar únicamente en el límite de la identidad cultural, sino que tiene que trascender sobre todos los problemas económicos, sociales y culturales del país. Y ese proyecto político no puede quedar únicamente bajo caudillismos”.
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Quema fuerte el sol en los rostros de las personas acusadas, que llevan ya varias horas de rodillas sobre el cemento. Pero nadie tiene culpa de nada. Aunque fueron encontrados en flagrancia, nadie reconoce el robo del ganado. Es difícil echarse las culpas entre ellos. Dentro de los acusados hay dos hermanos. Uno de ellos, “el gordo” que le dicen, está al lado de su esposa. Del otro lado se encuentra su suegro. Ante la dificultad de los testimonios le piden a Leonidas que intervenga. Se adelanta y toma el micrófono.
-¿Vos en qué trabajas?
-Trabajo en una finca, responde uno de los acusados
-¿Cuánto ganas ahí?
-Diez dólares al día
-¿Cuánto te pagan por cada vaca que robás?
-150 dólares
La gente se ríe y se molesta. El precio es mínimo y no vale la pena el robo. Iza se da vuelta y mira hacia la comunidad. Habla de la pobreza en el país, de la situación política, y las necesidades de la gente. Cambia el foco de sus preguntas: quiere saber quién los mandó a robar. Los acusados no son de la comunidad, entonces alguien les dijo que podían ir a robar a San Bartolo. Alguien les dijo que les podía comprar el ganado.
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La década progresista (2007-2017) fue uno de los grandes desafíos del movimiento indígena. La constitución de 2008, que terminó reconociendo la plurinacionalidad del estado ecuatoriano, recogió varios elementos de la lucha histórica del movimiento indígena. “Hemos pasado a tener una de las constituciones más progresistas del mundo. La misma justicia indígena, emana de derechos colectivos constitucionalmente reconocidos, que nos permiten garantizar la autonomía de los procesos indígenas. Pero tenemos las mismas contradicciones de los estados capitalistas, dependientes de modelos económicos extractivos”, comenta Iza. “Por eso me parece importante que en el momento de definir la Constitucion, el momento de la declaración de los derechos, tiene que haber un empoderamiento absoluto de la sociedad. Esa es la tarea que hemos llevado como Conaie, incluso a lidiar con los mismos gobiernos que se declaraban de izquierda, pero que en la práctica transitaban hacia una profundización de la dependencia económica de países centrales”.
Más allá de la retórica y la construcción de un relato progresista, la base económica a la que apostó el gobierno de Rafael Correa llevó a una clara confrontación con el movimiento indígena, al punto que buscó quitarle la legalidad a la Conaie, y criminalizó a su dirigencia. “El progresismo, que se sostenía con el apoyo de algunos sectores populares, cometió errores y horrores en algunos territorios.En esa medida decimos: los gobiernos progresistas caminarán pero tienen su límite, porque se ha demostrado el estrecho ejercicio de poder dentro del Estado por parte de los sectores populares. Hay que aperturar una unidad más allá de la intermediación de los Estados. Sobre esta realidad hay un mensaje latinoamericano claro: que no es posible seguir transitando en la civilización del capitalismo”, comenta Leonidas.
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Después de una tarde de discursos, careos, y preguntas, el robo quedó bastante más claro. Son una banda que se ha dedicado a robar animales para Octavio Molina Flores, un empresario ganadero que luego los vende en ferias. Se decide que deben entregar al empresario a la comunidad para realizarle un nuevo juicio. Las dos camionetas recuperadas durante el robo, quedan en prenda hasta que eso ocurra. La banda, también, debe pagar una multa y pasar por un proceso de armonización.
Con unas ramas de ortiga y “trago” de aguardiente, los y las condenadas son azotadas en piernas y brazos. Leonidas es llamado adelante, como principal autoridad del tribunal. Les mira de frente. Toma trago y lo escupe frente a sus pies. Escupe también la ortiga y hace un círculo alrededor de cada una de las personas condenadas. Es una forma explícita de mostrar que se cierra un ciclo. La armonización o purificación es el tercer paso del proceso de justicia indígena en este territorio, después de una investigación y sistematización de resoluciones. Sin embargo se ve interrumpida por la voz de una de las, ahora, condenadas.
-Vine porque mi marido me pega
Leonidas se le acerca. Le pide a una dirigenta que la acompañe y las deja en contacto.
-Si te vuelve a levantar la mano, tenes que llamarnos.
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En junio de este año, durante el VI Congreso de la Conaie, Leonidas Iza fue electo presidente de la Confederación. Llegó hasta ahí por la legitimidad que le había dado su trabajo de base en Cotopaxi, su liderazgo en la revuelta de 2019, y como parte de la corriente “Octubre Rebelde”. Una cuestión central de la línea política de su sector fue precisamente la unidad de la cuestión étnica con la clase. “Yo he discrepado mucho cuando compañeros dicen “no somos de izquierda ni de derecha” y muchas veces es doloroso que esos mismos hermanos terminan acordando con la derecha. Yo me sitúo en la izquierda porque vivimos exactamente igual que la mayoría de los ecuatorianos, siendo altamente explotados. Explotada la madre tierra donde vivimos, y explotados también por la mano del hombre en los procesos de trabajo”.
A partir de la experiencia política propia del movimiento indígena y de la confrontación con el Estado ecuatoriano, es que definen la necesidad de repensar los liderazgos. “Nosotros apostamos en este caso por un liderazgo colectivo. A partir del cuestionamiento del caudillismo de la política, del populismo de la política, tenemos que ofrecer una conducción colectiva”, señala Leónidas, que repite constantemente la frase que su mandato en la Conaie es mandar obedeciendo.
Esto también remite a una experiencia aprendida. En 2020, durante el proceso de definición de candidaturas presidenciales, Leónidas encabezaba las encuestas a partir de la legitimidad social del proceso de octubre. Sin embargo, la conducción de Pachakuti terminó nominando a Yaku Pérez, entonces Prefecto (gobernador) del Azuay, una figura política menos ligada a la movilización de 2019 y menos radical. El sector de Leónidas definió bajar su candidatura, para no comprometer la unidad del movimiento indígena. “No vamos a perder todo lo que hicimos para tener un candidato a presidente”, comenta un dirigente del MICC.
“La tarea es mucho más importante que lo electoral”, subraya Leónidas. “Tenemos que convocar a que los hombres y las mujeres explotadas, para que participen en una acción unitaria en defensa de la vida. Poco ayudan en eso los enfrentamientos entre nosotros. Poco ayudan los sueños y las ilusiones electoralistas, la ficción del sufragio nos termina inmovilizando y distorsiona el horizonte de nuestros propósitos finales: una sociedad de todos y todas que deje atrás la explotación y nos de dignidad”.
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No se le ve la cima al Cotopaxi. Ya es de noche y hace frío en serio. Dentro de la sede comunitaria de San Bartolo, las y los condenados comparten con el resto de la comunidad. Uno se le acerca a Leónidas
-Yo estoy arrepentido de haber robado. Pero robar me permitió conocerlo a usted
-No este en estas cosas, responde Iza. No vengan a robar a la comunidad. Vayan a robarle al Banco Guayaquil, al Banco Pichincha
Ya no queda casi nadie en la sede de la comunidad. Solo la familia de las y los condenados y unas pocas personas más. Más de la mitad de las personas que se le acercan le preguntan por qué no fue candidato a presidente. Le bromean diciéndole que no votó por Yaku Pérez. Leónidas saca el celular y muestra las fotos de sus votos de primera y segunda vuelta. La gente ríe y comenta, los condenados ya pagaron su robo y son una parte más del grupo que se amontona en torno a Iza.
Leónidas se tiene que ir. Esa noche va a dormir en su casa, en su comunidad, que queda a 15 minutos de San Bartolo. Mañana por la mañana se va a Quito, pero a la tarde tiene que ir a Carchi, para pasar el viernes en Tungurahua y el sábado en el Azuay. Con esa excusa, sale caminando en medio de la gente que está afuera de la sede, levantando los puestos de comida y bebida, mientras se va apagando una fogata. Ahí también lo reconocen a Leónidas y se vuelve a formar un pequeño tumulto, para darle la mano, para despedirlo.
– ¡2025! le grita alguien desde la fogata
Leónidas se ríe ante la mención de la fecha de las próximas elecciones presidenciales. Sigue caminando, pero lo piensa mejor, se detiene y se da vuelta.
– ¡Octubre vive, carajo!, grita como respuesta, y se pierde en la noche de Cotopaxi.