viernes, noviembre 22, 2024

El Buen vivir: un paradigma para la vida, el equilibrio entre los pueblos y la Madre Tierra

El küme mogen es una forma de vivir y estar en el mundo, cultivado por los pueblos desde sus orígenes, y se manifiesta en una ética de cuidado de la naturaleza, de la vida comunitaria y colectiva, como práctica diaria, en la siembra, cosecha; en la convivencia familiar. Ha convertido a los pueblos en los verdaderos guardianes de la tierra, por eso, donde existen los pueblos indígenas hay naturaleza y vida; aunque hoy el territorio ha sido devastado por la explotación extractivista, por los monocultivos, rompiendo el Buen vivir.


Por Elisa Loncon
08 de marzo de 2022


El Proceso Constituyente que vive Chile ha movilizado los saberes de los pueblos para aportar al país un modelo de sociedad que permita la justicia económica, el cuidado de la Madre Tierra, la dignidad de las personas en una convivencia sin hegemonía de ninguna cultura, persona, sin racismos ni discriminación; se trata del paradigma del  küme mogen, Suma kawsay o Buen vivir.

A la fecha, los escaños reservados de los pueblos indígenas, en acuerdo con diferentes sectores políticos presentes en la Convención Constitucional, han instalado la Plurinacional en el proyecto de nueva Constitución. Ello no es un mero reconocimiento constitucional a los pueblos, como fue la promesa de los anteriores gobiernos de Chile, posdictadura, sino la incorporación de los derechos de la autonomía y libre determinación de los pueblos, el reconocimiento de los derechos territoriales, de las culturas, lenguas y de todas las demandas sentidas en las comunidades. Más allá de los derechos contenidos en tratados internacionales y sobre lo cual ha girado la discusión de las normas, los pueblos han incorporado en el debate constitucional sus paradigmas, el pensamiento originario, que por cierto es muy distinto al de la cultura europea, occidental. Así, hoy se debaten conceptos nunca antes valorados en el diálogo político, me refiero al concepto de suma kawsay o küme mogen, el Buen vivir, entre otros, como el pluralismo jurídico.

El küme mogen proviene de la filosofía de los pueblos, de cómo piensan su sociedad en vínculo con la tierra, con el itrofill mogen, la biodiversidad. Según la filosofía mapuche del az mapu, la tierra es la madre “mapu ñuke”, es dadora de la vida, agua, alimentos, protección; todos los que habitamos en ella tenemos gen, “dueño”, newen, ‘fuerza’, incluyendo el ser humano. Nadie, es más, nadie es menos y estas fuerzas deben estar en equilibrio para que pueda haber küme mogen. El küme mogen es un principio de interdependencia, el estar bien individual depende del bienestar del colectivo y viceversa.

El Buen vivir además es un principio muy importante por su integralidad, articula como un todo lo ecológico, como el cuidado de la tierra; lo económico, economías de reciprocidad y de complementariedad entre la comunidad y la naturaleza; lo social, cultural y espiritual que implica el respeto entre los seres humanos independientemente de su género, clase, pertenencia cultural; todo ello para dar paso al equilibro, la armonía entre las personas, la familia y comunidad, los pueblos, la armonía con la naturaleza.

El küme mogen es una forma de vivir y estar en el mundo, cultivado por los pueblos desde sus orígenes, y se manifiesta en una ética de cuidado de la naturaleza, de la vida comunitaria y colectiva, como práctica diaria, en la siembra, cosecha; en la convivencia familiar. Ha convertido a los pueblos en los verdaderos guardianes de la tierra, por eso, donde existen los pueblos indígenas hay naturaleza y vida; aunque hoy el territorio ha sido devastado por la explotación extractivista, por los monocultivos, rompiendo el Buen vivir.

Tal como lo dice Nina Pacari (2021), hermana indígena exministra de Relaciones Exteriores del Ecuador, “el paradigma del sumak kawsay tiene algo importante que decir en el debate sobre el cambio climático, y es el daño que se está causando a la naturaleza, a la Pachamama”. Si los Estados latinoamericanos hubieran valorado el pensamiento indígena, el cambio climático no habría golpeado la vida de los pueblos y de la naturaleza a tal extremo de mantener amenazada la existencia de la biodiversidad y la vida del ser humano.

Al constitucionalizar este principio, los proyectos de vida o de desarrollo, de explotación de la tierra, deben considerar la vida de la naturaleza y los derechos de las personas y comunidades. Toda acción humana que se ejecute sobre los bienes naturales debe considerar la mantención y equilibrio de la naturaleza. El consumismo, la acumulación de bienes, la explotación desmedida de la tierra, el maltrato a las personas son prácticas que no tienen sustentos en el küme mogen, son prácticas que imposibilitan el Buen vivir.

La práctica del Buen vivir busca que toda la sociedad viva su bienestar, porque el estar bien individual depende de que todos estén bien, por eso no solo los pueblos indígenas deben buscar el Buen vivir sino todos los pueblos, las naciones.

En la Comisión de Principios Constitucionales de la Convención Constitucional se ha votado a favor una norma de Buen vivir y que pronto pasará al Pleno; esta dice: “El Estado asume y promueve el principio de Buen vivir, fundamento de la vida y aporte de los pueblos originarios, denominado küme mogen en lengua mapuche, lo que comprende el principio del itrofill mogen biodversidad, suma qamaña en aimara, sumak kawsay en quechua, ckaya Ckausatur en ckunsa, Mo ora riva riva en rapa nui. El principio del Buen vivir comprende la valoración y respeto de todas las formas de vida de manera interdependiente y en equilibrio. En virtud de este principio, el Estado promueve y garantiza la igual dignidad y derechos de las personas, los pueblos y la naturaleza, y su convivencia en armonía; el derecho de los pueblos al control de sus formas de vida y desarrollo económico, social y cultural, y la economía de reciprocidad y complementariedad”.

El principio del Buen vivir se instaló hace 15 años en la Constitución de Ecuador y hace 14 años en Bolivia, con ello los pueblos indígenas muestran la relevancia de sus prácticas y filosofía, y las ponen a disposición de toda la sociedad y de los pueblos para proyectar la vida de la Madre Tierra, de nosotros, respondiendo con sabiduría a los siglos de exclusión y de colonialismos.

Es el tiempo del diálogo y de la inteligibilidad entre los pueblos, sus culturas, sus prácticas, sus lenguas, para construir juntos una sociedad más justa, libre de explotación y de autoexplotación y que también respete a la Madre Tierra, a las mujeres y las diversidades.

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