Felisa Manquepi Mariluan, mapuche pewenche de la comunidad Butalelbun del Alto Bío Bío, a los 11 años se fue a estudiar a Antuco. Allí sufrió racismo de parte de docentes y compañeros por hablar su lengua materna. No tuvo ningún tipo de contención en plena década del 2000 en Chile. «Nos trataban a todos como iguales pero no lo éramos«, dice. Este es su testimonio, que se basa en conversaciones con nuestra periodista.
Por Paula Huenchumil -Fuente: interferencia.cl
Felisa Manquepi Mariluan (30 años), Trabajadora Social, profesora de mapudungun y recientemente titulada del “Diplomado regional para el fortalecimiento del liderazgo de las mujeres indígenas”, del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC).
Provengo del Alto Bío Bío, soy mapuche pewenche de la comunidad Butalelbun a unos 50 kilómetros de Ralco hacia la cordillera. Soy la penúltima de 11 hermanos. Nací con el mapuzungun. Mi primer encuentro con el castellano fue a los 7 años en la escuela Fundación Juan XXIII en mi comunidad. Ahí, el mapuzungun era algo natural, pero en 2002 cuando tenía 11 años me fui a Antuco a estudiar, ahí viví mucha discriminación. Nunca se me acercó un profesor a decirme “¿Felisa por qué hiciste tu prueba en mapuzungun?”
Había una marcada diferencia entre los chilenos y los mapuche. Nosotros éramos los «indiecitos de las comunidades de la cordillera«. Recuerdo cuando mi abuelita nos decía «voy a ir a Chile«, para nosotros era otro mundo. Esta es mi historia, pero hay otros lamienes que también pasaron por el mismo proceso que pasé yo.
«Nosotros pensamos y soñamos en mapuzungun»
Antes, generalmente las escuelas en las comunidades llegaban hasta sexto básico, entonces uno estaba en la obligación de salir del territorio para seguir estudiando. Llegó una vez el alcalde de Antuco a comunidades de la cordillera del Río Queuco y del Río Bío Bío a ofrecer internados, liceos, útiles escolares y personales. Allá no teníamos recursos económicos, por lo que pensar en la posibilidad de irse a Los Ángeles a vivir, era algo muy difícil, porque implicaba viajar toda la semana, la gente de la comunidad, los apoderados, los padres, se reunieron y dijeron que sí, pensando que era nuestra oportunidad. Por eso, muchos estudiantes del Alto Bío Bío nos fuimos al Liceo Doctor Víctor Ríos Ruiz de Antuco.
Estábamos entusiasmados de conocer, saber qué pasaba. Cuando llegamos al liceo, éramos pewenche, con una piel de un color más oscuro, pelo negro, con rasgos más marcados, pero el choque cultural fuerte fue el idioma. La mayoría que veníamos del Alto Bío Bío no hablábamos español, teníamos conocimiento de algunas palabras, pero muy básicas, y pese a que lo sabían, no nos hicieron ninguna nivelación. Para nosotros era un mundo distinto, haber llegado a un liceo donde teníamos que usar uniforme todos los días, donde teníamos profesores en cada ramo, veníamos de la cordillera con otra forma de estudiar.
Nos mandaban a leer libros, no me gustaba Lenguaje y Comunicación, era uno de los ramos que nunca pude comprender. Había un libro… “La gallina de los huevos de oro”, que lo odiaba, yo miraba ese libro y no entendía nada. Leía, leía, leía y podía leer las letras, pero no podía comprender. Después llegaba la hora de la prueba y el profesor pedía un resumen del libro ¿Cómo yo iba a hacer un resumen del libro si no entendía nada? Las otras preguntas, por ejemplo, el nombre de la gallina, el autor principal, las respondía en mapudungun. Cuando me trajeron la nota, era un dos porque me dijeron que no estaba cumpliendo.
Estudié tres años en Antuco. No entendían lo que me pasaba. Mis compañeras no querían ser amigas mías, nadie se quería sentar conmigo. No tenía a nadie, porque era tan mala estudiante, nadie quería hacer trabajos grupales conmigo.
Los profesores no me daban ninguna explicación ni contención, solamente me decían que estaban malas mis pruebas. Nunca hubo un acercamiento, nunca hubo por ejemplo una persona que estuviera a cargo de la situación de los estudiantes indígenas. A nosotros nos llevaron simplemente para venir a cubrir unos cupos en el liceo, pero a ellos no les interesaba como nosotros nos estábamos desarrollando. No fui yo solamente, muchos lamngen se retiraron del liceo. Yo me cambié de curso y conocí a una amiga que también era de allá de la cordillera. Al final nos hicimos amigos entre nosotros no más. Nos arrancábamos de algunas clases porque no nos sentíamos parte de ellas, no aprendíamos. Sentíamos miedo.
Nos trataban a todos como iguales, pero no lo éramos.
Ellos estaban adaptados a un idioma, pero nosotros no. Nosotros pensábamos en mapuzungun, soñamos en mapuzungun, todo lo hacíamos en mapudungun. Eran dos culturas distintas, pero nunca hubo una interculturalidad en ese liceo.
En séptimo básico estaba hablando un poco más de español, pero después ya mi papi me dijo que me tenía que ir porque ya me iba a quedar sola, así volví a mi comunidad. Cuando volví, la escuela ya tenía hasta octavo básico. Me sentía distinta después de haber sufrido tanta discriminación, de haberme sentido tan excluida.
Volví como una niña más empoderada, fui creciendo y haciéndome más fuerte. Muchos mapuche hemos vivido ese racismo y es una realidad que siguen pasando con algunos estudiantes. Esa discriminación me ha impulsado a trabajar por nuestra lengua.
“Tengo el privilegio de hablar estos dos idiomas”
Cuando me fui para Santiago quería estudiar pedagogía, decía «yo quiero ser una buena profesora, quiero que mis compañeros, mis lamngen, nunca más pasen lo que yo pasé«. Con los años me he dado cuenta de los malos profesores que tuvimos, cómo nunca se preguntaron: ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué hay una estudiante que me presenta una prueba en otro idioma? Pero realmente me di cuenta de que el sistema es tan malo, que decidí al final no estudiar pedagogía. Estudié Trabajo Social, desde ahí también puedo ayudar y educar, es lo que he intentado hacer hasta ahora.
Yo ahora digo que tengo el privilegio de hablar estos dos idiomas, y quiero hacer algo con esto, por eso constantemente estoy haciendo clases de mapudungun. No quiero haber estudiado y estar en una oficina trabajando para poder ganar plata. Quiero que mi trabajo tenga impacto, pero de otra forma, ayudar a mi gente, a las mujeres, no quiero que nunca se pierda nuestro idioma, a pesar de que hayan excluido tanto nuestro mapudungun.
Siento que las experiencias me han fortalecido mucho más. Quiero que los niños hablen mapudungun, y que el Estado invierta realmente recursos para la educación intercultural, que seamos bilingües. Un idioma transmite una cultura, el mapudungun transmite saberes, conocimiento. También es importante que los mismos jóvenes le den importancia a su idioma, que lo revaloricen, que digan prefiero hablar mapudungun y no aprender inglés, por ejemplo. A pesar de que no estudié pedagogía, siento que soy profesora del mapudungun, una kimelfe y eso para mí es importante. Tenemos todo nosotros como mapuche, y espero que los jóvenes que logran estudiar sigan aportando para nuestro pueblo.
A nosotros, tanto a los chilenos como a los mapuche, nos han tratado de imponer el pensamiento que debemos producir. Nos dicen estudia inglés, así vas a ganar mucha más plata, y no el mapudungun porque no te va a dar nada, no te va a dar recursos. Las políticas públicas instalaron el español como el idioma oficial y todo lo demás no vale nada, han desvalorizado mucho nuestro idioma, nuestra cultura. Nunca han fortalecido el mapudungun de ninguna manera.
Para nosotros como mapuche hablar mapudungun nos permite hablar con la tierra, con nuestros ancestros. Cuando nosotros hacemos rogativas y hacemos nguillatun lo hacemos en mapudungun.
“Vamos a ir a Chile”
Nosotros estamos súper aislados en Butalelbun. Nuestra vida ahí es totalmente distinta. En mi comunidad la mayoría de la gente habla mapudungun, los adultos mayores hablan muy poco español.
Cuando era chica, mi abuela siempre decía en mapudungun: ¿Chew am amuaimi mamá? Amuan Chile pikei, que iba ir a Chile, eso era ir a los Ángeles o Santa Bárbara. Era como un mundo distinto porque nosotros íbamos a Argentina a hacer compras, nos demorábamos tres horas a caballo, allá íbamos a buscar harina blanca, yerba mate, azúcar, a hacer la compra. En ese tiempo era barato ir a comprar a Argentina, en cambio venir a Chile era más caro, implicaba ir en bus, había que salir allá a las 5:30 de la mañana para llegar a Los Ángeles a las 10:30.
Convenía mucho más ir a Argentina, mucha gente iba a hacer intercambios allá, trafkintü, por ejemplo, llevaban piñones a vender y cambiaban por un kilo de hierba. Entonces no teníamos prácticamente conexión con Chile. En esos tiempos, no teníamos ni siquiera municipalidad, pertenecíamos a la municipalidad de Santa Bárbara. Cuando llegaban los políticos era para pedir votos a la gente, la gente no tenía relación con las instituciones. “Voy a ir a Chile para hacer trámites”, decía mi abuela.
“Mi papá se emocionó cuando escuchó hablar en la televisión en mapudungun”.
La ñaña Elisa Loncon ha sido un referente para el mapudungun. Que sea hablante es un orgullo para todos, porque la mayoría de la gente que llega a la política casi no habla el mapudungun. Está haciendo historia. Gracias a ella también yo ahora camino con la frente más en alto. Ando con mi vestimenta y hablo mapudungun sin importar quien me vea. Creo que la lamngen Elisa también ha inspirado a que los jóvenes se interesen en hablar su idioma, valorar su pueblo.
Cuando fue elegida presidenta de la Convención Constitucional mi papá se emocionó cuando la escuchó hablar en la televisión en mapudungun. Les dio una alegría a muchas personas. Acá hay gente de la comunidad que no entiende un discurso en español, hay una barrera que todavía existe.
Ahora que estamos en el proceso constitucional nosotros debemos exigir, es nuestro derecho como indígenas que podamos hablar nuestro mapudungun en todas las escuelas. También creo que debería existir la posibilidad para los que no son indígenas de aprender, para que en Chile exista un plurilingüismo, que apunte a una interculturalidad efectiva.
Tiene que haber este reconocimiento de ambas culturas, si no hay un respeto entre esas culturas no vamos a tener nunca una interculturalidad. Es importante que el mapudungun se oficialice no solamente en Temuco, sino que se oficialice también en el Bío Bío, y ojalá a nivel país los idiomas de todos los pueblos preexistentes, que estamos acá. Cada pueblo tiene sus especificidades, cada pueblo tiene su idioma, tiene su cultura, tiene sus tradiciones y su forma de vida.
Pero esa oficialización tiene que velar por nuestro derecho que nosotros volvamos a nuestra educación antigua, que el Estado nos dé esa posibilidad, los mapuche podemos desarrollarnos por sí solos. Nuestro pensamiento está basado en valores, en principios y eso escasea en la educación chilena. Por eso yo tengo esperanza en la ñaña Elisa Loncon, que ella está ahí, peleando por un país plurinacional.
Nosotros como mapuche debemos autodeterminarnos, ser autónomos, porque el Estado no puede decirnos cómo debemos educarnos, tenemos nuestra propia educación, nuestra forma de vida, por tanto, debemos seguir esa vida y tenemos el derecho a eso, eso es lo que nosotros debemos exigir ahora.
Entonces espero que en la Nueva Constitución el mapudungun se oficialice, porque es el idioma del Wallmapu, nuestra organización política se ha hecho a través del mapudungun, nuestro desarrollo económico se ha hecho desde el mapudungun, entonces todo lo hemos hecho desde el mapudungun. Si fuéramos autónomos y nos desarrolláramos por sí solos económicamente, los jóvenes volverían a valorizar su idioma, dirían “yo voy a estudiar esto, voy a estudiar mapudungun porque después cuando yo vuelva ahí al territorio en Wallmapu, voy a poder trabajar con mi gente”, eso es lo que necesitamos ahora.
Somos varios los que estamos trabajando para el mapudungun, con niños, jóvenes y gente adulta, hay gente que ha estado en esta lucha constante. Es una lucha que lleva nuestra gente, no es la voluntad del Estado. Los dirigentes y autoridades ancestrales son fundamentales. Es importante concientizar a toda la gente también, no solo mapuche, sino a toda la gente que todos tenemos derecho a desarrollarnos como nosotros queramos, como pueblo mapuche queremos hablar nuestro idioma.
Quienes digan que el mapudungun no vale nada, están totalmente equivocados, no tienen idea de lo bello que es el mapudungun, no tienen idea lo importante que es el mapudungun para el pueblo mapuche.