jueves, noviembre 21, 2024

La visión filosófica mapuche del eclipse que vivirá La Araucanía en diciembre

«Lo que nos enseña y recuerda la visión filosófica ancestral mapuche de entender y ver el mundo, es que la vida es frágil y que las injusticias no pueden durar para siempre. La mayor lección que podemos sacar de estas experiencias recientes (estallido social y pandemia), es que todos somos indudablemente iguales y que el valor de la vida es primordial».
Imagen: ilustracion de Ramon Daza


Por: Marco Fajardo
11 de julio de 2020


El próximo 14 de diciembre habrá un eclipse solar, que podrá ser visto totalmente en la Región de La Araucanía.

Estaba previsto que la zona reciba un millón de visitantes, pero en vista de la pandemia el Gobierno ha modificado su intención de estimular la llegada de turistas al lugar y apuesta por protocolos sanitarios y una transmisión online.

Localidades como Temuco, Freire, Pucón y Lican Ray tendrán una oscuridad de 100%, en contraste con otras, como Concepción (95%) y Puerto Montt (94%).

Cabe recordar que el eclipse del 2 de julio de 2019 en el norte de Chile fue un evento de astroturismo de envergadura, y se esperaba que este tuviera características similares.

Sin embargo, ¿cual es la visión del pueblo mapuche sobre este evento? ¿Qué simboliza el eclipse en la cultura originaria?

El eclipse, un designio

En mapudungun, eclipse se denomina Lai Antü, que literalmente significa la muerte del sol. Es un evento esperado con respeto, ya que el sol representa, para la cultura mapuche, el principal elemento que determina la manera de comprender el tiempo.

Desde esta concepción, durante el eclipse el sol es atacado (malogi ta antü) y se cree que si es cubierto completamente (zumiñ ta antü), pasarán cosas negativas. Esto es porque hay un momento en que la tierra no recibe luz.

«Se produce un cambio de carácter espiritual y siempre se acompaña de un cambio en la naturaleza», explica el dirigente político Diego Ancalao.

Él espera vivir el eclipse con su lof (comunidad Manuel Ancalao de Purén Indómito) y con su kupalme (familia de linaje), ya que en estas ocasiones de Lai Antü (eclipse solar) ancestralmente hay ciertos rituales que pueden realizarse en comunidad.

«Uno de ellos, es el llellipun (rogativa) para que a la gente no le pase nada malo, manteniéndose en pie y con fuerza. También se pide por que el sol reviva y no abandone a su tierra», comenta.

«En Purén tenemos los kueles (pirámide, centro ceremonial ancestral) milenarios, y es hora que, en esos momentos, estemos con nuestros ancestros», dice.

Designio

Natalia Caniguan, directora del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera, asevera que los eclipses para el mundo mapuche son un designio de hechos que ocurrirán.

Esta casa de estudios se encuentra realizando una serie de actividades en relación con el evento.

Ella comenta que hasta que no hubo comunicaciones ni explicaciones científicas que masificaran los significados de los eclipses, los pueblos indígenas y el pueblo mapuche vivían estos fenómenos como un acontecimiento excepcional y al que debían atribuírsele significados.

«Dado el oscurecimiento que generan y la noción de tapar o hacer algo al sol, los eclipses no son fenómenos que se vean como algo positivo. Más bien son entendidos como fenómenos que pueden anunciar la ocurrencia de hechos negativos. No se puede precisar qué tipo de hechos, pero sí que algo puede ocurrir», agrega.

Esta visión es compartida por la académica Elisa Loncon, de la Universidad de Santiago.

«Un eclipse anuncia epidemias, enfermedades, catástrofes. Hay que cuidarse, asegurar comida para todos, hacer ofrendas a la tierra, agradecer por lo que nos ha dado. Los mapuche tienen este saber a partir del conocimiento acumulado por cientos de años y lo traspasan a través de las generaciones», dice.

En este sentido, para muchos mapuches el mal augurio del eclipse de 2019 se hizo realidad.

«Podemos concluir que anunció lo que se vivió, muchas muertes y torturas producto del estallido social de octubre de ese año. A ello, debe sumarse también la crisis sanitaria provocada por el COVID-19. Por ende, estos cambios en la naturaleza provocados por el eclipse, evidentemente provocan cambios en la humanidad», dice Ancalao, una opinión que Loncon ya había expresado anteriormente.

Voz de los ancestros

En vista de la visión mapuche, «esta vez me quedo con la voz de los ancestros, que dice que hay que prepararse para lo peor», reflexiona Loncon.

Ella alude al término «layantv», que significa «muerte del sol», algo que «suspende la vida».

«Después de haber vivido el eclipse del año pasado y estar en pandemia en la actualidad, es mejor cuidarse y tomar precauciones con la vida de los tuyos», advierte.

Sin embargo, Ancalao destaca que lo negativo no es necesariamente malo.

«Se nos ha hecho creer por muchos años que lo negativo es algo malo, e incluso algo opuesto a lo deseable. Sin embargo, para los mapuche, la negatividad es un componente más del equilibrio necesario para el itrofilmongen (todas las vidas sin excepción). En consecuencia, resulta esencial prepararse para enfrentar un momento como este, en un equilibrio interno adecuado», dice.

Estar con buena salud –que en mapudungun se dice konangen, lo que se traduciría como “poseer el estado del guerrero”– y en pelolen (estar despierto y ver más allá), es decir, prepararse para enfrentar este nuevo ciclo, tiene que ver con trabajar para ser un buen mapuche, puntualiza.

Para todo ello, hay que cumplir cuatro tareas: ser Kumeche (persona que hace el bien), Newenche (fortaleza y valentía), Kimche (persona sabia), Norche (persona justa). «Ser mapuche es mucho más que ser, simplemente, una buena persona», remata.

El enojo de la tierra

El hecho de que el eclipse alcance su máxima expresión en la Región de la Araucanía también es interpretado por Loncon de una manera particular.

«‘Yafkaley mapu’, ‘la tierra tiene enojo’, dicen los ancianos, y está dolida porque se han secado los ríos, se han destruido los bosques nativos, los jóvenes ya no hablan su lengua, ya no se hacen ceremonias», explica.

«Hay extractivismo de la naturaleza y de los conocimiento ancestrales, los poderosos lo han puesto al mejor postor, por eso la tierra tiene Yafkan. Después del eclipse del año pasado hubo estallido social y hoy las circunstancias nos muestran lo ineludible, el dolor por la pandemia. Desde esta mirada, lo peor no ha pasado y al parecer está por venir», dice con pesimismo.

Para Ancalao, esta coincidencia también es muy importante, «ya que para nuestro pueblo los eclipses son interpretados como una lucha entre el sol (antü) y la luna (küyen)».

Esto supone la muerte, pero también un ciclo nuevo, una interrupción del ciclo normal, una muerte que no es definitiva. «Antü» y «Küyen» son opuestos pero complementarios, ambos necesarios para mantener el equilibrio. El origen del pueblo mapuche está en el cielo y se reconoce a partir de esa cosmogonía. Reconoce como primera familia espiritual a una pareja de ancianos y una pareja joven que viven en el cielo y que crearon la humanidad, dice.

«Es muy relevante que el eclipse alcance su mayor plenitud en La Araucanía, que es una tierra que ha sido oscurecida por la muerte de miles de nuestros antepasados. En efecto, ha sido un Estado genocida que en 1880 llevó a efecto aquel ignominioso proceso denominado eufemísticamente ‘Pacificación de La Araucanía’ y que necesita renacer en un nuevo ciclo de luz que saque a nuestro pueblo de la oscuridad en que se encuentra».

«Para mí, este es un hecho enviado por el futa newen (la gran fuerza), y será desde ahí, desde donde renacerá la luz con más fuerza para nuestro pueblo mapuche. Muchos jóvenes con newen (fuerza) harán la tarea pendiente, que incluirá también al pueblo excluido y oprimido de Chile», recalca.

«En nuestro pueblo, los hechos de la naturaleza y cósmicos tienen su representación, sus causas y sus efectos en la vida del Wallmapu (tierra), que son uno con el wenumapu (cielo). Como es arriba, es abajo», detalla.

Importancia del evento

Aún así, para los consultados el evento es una posibilidad para avanzar en un diálogo entre las culturas.

«La importancia de incluir y considerar este tipo de conocimientos, es que nos permite avanzar hacia sociedades efectivamente interculturales, en las cuales es posible se dé, de manera real y genuina, un diálogo de saberes, ojalá de la forma más horizontal posible», plantea Caniguan.

Ella resalta que es necesario entender que los pueblos indígenas manejan formas de saber y de transmitir dichos saberes que son distintos a los de la lógica occidental en la que se ha cimentado el sistema en el que vive Chile y los conocimientos que se traspasan como válidos o formales.

«No obstante, estos no son únicos sino que son otro tipo más de conocimientos y eso muchas veces lo olvidamos y los situamos como los conocimientos válidos, y a todos los otros tipos de saberes los rotulamos con nociones de tradicionales, alternativos, relegándolos a un segundo plano versus lo occidental, situación que debemos aparejar», dice.

Loncon dice que el eclipse llama a mirar la naturaleza, a considerarla como un actor más de futuro de la sociedad y de nuestras vidas.

«Es lo que han hecho los pueblos indígenas que se guían por ella, por su ciclo, por el calendario agrícola. No solo las personas definimos el futuro, la naturaleza también se impone», insiste.

«Hemos vivido las sequías y últimamente la trombas marinas, las nevazones. Los pumas han bajado de las montañas como los cóndores y han llegado al Gran Santiago. Algo nos están diciendo, los humanos debemos ser capaces de comprender esos mensajes», subraya.

Nuevo ciclo

Con este eclipse, Ancalao espera que el 2021 traiga consigo el resurgimiento del movimiento social de un pueblo que seguirá reclamando sus justos derechos arrebatados y agraviados en este periodo.

«Lo que nos enseña y recuerda la visión filosófica ancestral mapuche de entender y ver el mundo, es que la vida es frágil y que las injusticias no pueden durar para siempre. La mayor lección que podemos sacar de estas experiencias recientes (estallido social y pandemia), es que todos somos indudablemente iguales y que el valor de la vida es primordial».

Por eso, Ancalao espera que de la crisis nazca una nuevo Chile, más justo y solidario y que, por fin, decida construir una sociedad del buen vivir o Kume Mongen.

Loncon también quiere compartir una esperanza.

«Una hermana sabia nos comentó que este nuevo ciclo (Wvñol Xipantv) se inició con luna nueva, según eso, es posible renovar todo: la naturaleza y nuestro comportamiento. Esto es esperanzador, pero depende del cambio de mentalidad y del compromiso del ser humano en el sentido de respetar la naturaleza», afirma.

«Ya no podemos seguir ignorando las señales de la naturaleza, su vida, la del agua, de los ríos, de las abejas, de las montañas, ellos importan tanto como nuestras vidas», dice. «Ojalá el eclipse del año pasado y el que viene nos enseñen a mirar la naturaleza. Lástima que tenga que ser con tanto dolor como con pandemia, confinamiento y pobreza para poder reconocer la bondad de la tierra, de sus frutos y sentir el resplandor del sol de la montaña en nuestros rostros. Ojalá aprendamos a cuidar nuestra Gran Madre», concluye.

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