Mientras tanto, lavarse las manos es esencial para contener la propagación enfermedades . Lamentablemente, más de dos mil millones de personas no tienen cómo lavarse las manos contra el coronavirus.
30 de marzo 2020
Por Eduardo Camín* – Fuentes: CLAE
Aunque el coronavirus acapara toda la actualidad mediática, la ONU nos recuerda que no debemos olvidarnos de una de las mayores amenazas que pende sobre la humanidad: los efectos del cambio climático en el planeta.
La falta de agua para el aseo y la higiene es uno de los principales propagadores del Covid-19. Lavarse las manos es esencial para contener la propagación del virus, así como de muchas otras enfermedades infecciosas.
El problema, hoy gravísimo, se verá amplificado con el cambio climático que afectará la disponibilidad, calidad y cantidad de agua necesaria para las necesidades humanas básicas, socavando así el derecho básico al uso del agua potable y al saneamiento para miles de millones de personas.
El nuevo informe de Naciones Unidas está dedicado a uno de sus aspectos menos abordado en los tratados internacionales: el agua. El pasado 22 de marzo fue el Dia Internacional del Agua (instaurado en la Conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río Janeiro en 1992) y pasó sin pena ni gloria entre las cifras del Covid-19 que nos acompañan diariamente en los medios de (in) comunicación y (des) información.
En conmemoración del Día Mundial del Agua, la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) dio a conocer un nuevo informe que destaca que en la actualidad más de 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones, el 55% de la población mundial, carecen de un sistema de saneamiento adecuado.
Este panorama entre otras cosas dificulta, por ejemplo, el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible número seis de los 17 que componen la Agenda 2030 y que busca garantizar el acceso universal al agua potable a un precio asequible en el año 2030, lo cual pone en riesgo la consecución de casi la totalidad de ellos.
Efectos devastadores en los recursos hídricos
Según los datos de la UNESCO, el consumo de agua se ha multiplicado por seis en el último siglo y crece a un ritmo de un 1% anual. En la actualidad, el cambio climático se manifiesta en el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos tales como las tormentas, las inundaciones y sequías o las olas de calor que agravarán la situación de los países que actualmente sufren ‘estrés hídrico’ y generará problemas similares en áreas que no se han visto gravemente afectadas.
Además, el informe destaca el hecho de que la mala gestión del agua tiende a exacerbar los impactos del cambio climático, no sólo de los recursos hídricos, sino de la sociedad en su conjunto. «Gran parte del impacto del cambio climático en los recursos hídricos tendrá lugar en los trópicos, donde se encuentran la mayoría de los países en desarrollo, con consecuencias potencialmente devastadoras para los pequeños estados insulares, algunos de los cuales podrían ser borrados del mapa», destaca la Unesco.
Según la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, “cometeríamos un error si contemplamos las cuestiones relacionadas con los recursos hídricos desde un prisma exclusivamente enfocado en su insuficiencia o en los problemas que ocasionan, sin tener en cuenta que una mejor gestión de esos recursos puede coadyuvar a todos los esfuerzos encaminados a mitigar los efectos del cambio climático”.
Por su parte, el presidente de ONU-Agua y del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Gilbert Houngbo, señala que se debe actuar de inmediato si en verdad estamos decididos a alcanzar las metas de los ODS de la Agenda 2030 y a lograr que el aumento de la temperatura global no sobrepase 2°C.
«Existen soluciones para coordinar mejor las acciones relativas a la gestión del agua y el cambio climático, en las que todos los sectores de la sociedad tienen una función que desempeñar. No podemos permitirnos el lujo de esperar más«, añadió.
Repercusiones en la salud y amenazas para la biodiversidad
El aumento de la temperatura del agua y la disminución del oxígeno disuelto en ella van a mermar la capacidad autodepuradora de las cuencas de agua dulce y así se verá afectada la calidad de los recursos hídricos. Aumentarán, por lo tanto, los riesgos de contaminación del agua y de proliferación de gérmenes patógenos causados por las inundaciones, o por las mayores concentraciones de contaminantes que se registran en las épocas de sequía.
Probablemente, las repercusiones negativas de todo esto serán muy considerables no sólo en la producción de alimentos, sino también en la salud física y mental de las personas debido a las enfermedades, daños corporales, pérdidas materiales y desplazamientos forzosos de poblaciones que se producirán.
Quedarán en situación de riesgo numerosos ecosistemas –especialmente los bosques y los humedales– con el consiguiente empobrecimiento de la biodiversidad. El abastecimiento en agua también se verá afectado y redundará en perjuicio no sólo de la agricultura –que representa el 69% de las extracciones de agua dulce– sino también de la industria y la producción de energía eléctrica, e incluso de la pesca.
Las regiones montañosas altas y las situadas en latitudes septentrionales extremas también son especialmente vulnerables al cambio climático en estos momentos en que las nieves perpetuas, los glaciares y el casquete polar se están derritiendo en casi todas las partes del mundo.
No obstante, los autores del Informe admiten que los pronósticos son un tanto inciertos en lo que se refiere a determinadas zonas locales, así como a la evolución de la variabilidad de las precipitaciones lluviosas estacionales.
Panorama en América Latina y el Caribe
La región se ve gravemente afectada por la variabilidad climática y los fenómenos atmosféricos extremos y se prevé que continuarán produciéndose los cambios observados en el flujo fluvial y la disponibilidad de agua, afectando a las regiones vulnerables tanto en América Central como del Sur.
La rápida urbanización, el desarrollo económico y la desigualdad son algunas de las principales causas socioeconómicas de la presión que soportan los sistemas hídricos, a las que se suman las repercusiones del cambio climático. La pobreza es una constante en la mayoría de los países y acrecienta la vulnerabilidad al cambio climático, dice el informe.
La desigualdad económica también se traduce en desigualdad de acceso al agua y al saneamiento y viceversa. El riesgo creciente de contraer enfermedades transmitidas por el agua afecta más a los pobres. La vulnerabilidad también es alta en las zonas rurales, los factores climáticos limitan las opciones económicas y provocan el éxodo rural», afirma el estudio.
A esta problemática situación se le ha de añadir el hecho de que las estrategias de desarrollo casi no mencionen explícitamente los problemas transfronterizos del agua en relación con el clima, lo que indica que todavía existen grandes barreras para la cooperación en torno a las aguas transfronterizas en América Latina y el Caribe.
En un año de sequía, glaciares que se derriten pueden significar hasta un 91% de la reserva de agua en ciudades como Huaraz, en Perú.
Hay que mejorar la eficiencia del uso del agua
António Guterres, Secretario General de la ONU, se sumó a la celebración del Día Mundial del Agua y en su mensaje por la efeméride destacó que el binomio calentamiento global-uso insostenible de los recursos hídricos crearán «una competencia sin precedentes» que causará el desplazamiento de millones de individuos.
Guterres dijo que esta situación causará efectos negativos en la salud y la productividad y servirá para aumentar amenazas como la inestabilidad y los conflictos. «La solución es clara. Debemos aumentar con urgencia las inversiones en cuencas hidrográficas e infraestructuras hídricas sanas y mejorar drásticamente la eficiencia en el uso del agua. Debemos prever los riesgos climáticos en todos los niveles de la gestión del agua y responder a ellos de manera acorde«, explicó.
Asimismo, destacó la urgencia de aumentar los esfuerzos para reforzar la resiliencia y la adaptación de todas las personas afectadas por las alteraciones climáticas. «Y, sobre todo, debemos aprovechar este año y la COP26 de Glasgow a fin de controlar la curva de emisiones y crear una base segura para la sostenibilidad del agua«, finalizó el Secretario General.
Soluciones propuestas: adaptación y atenuación.
Frente a estos riesgos, en el Informe se preconiza la aplicación de las dos estrategias complementarias siguientes:
La adaptación, consistente en la adopción de un conjunto de medidas de protección de la naturaleza, así como de disposiciones técnicas, tecnológicas, sociales e institucionales susceptibles de atenuar los daños del cambio climático y aprovechar las repercusiones positivas que éste pudiera entrañar. Esta estrategia puede tener resultados positivos muy rápidos, sobre todo en el plano local.
La atenuación, que abarca la realización de las actividades humanas necesarias para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), aprovechando al mismo tiempo las posibilidades ofrecidas por los sumideros naturales de carbono, con vistas a disminuir la cantidad de CO2 y de los diversos GEI presentes en la atmósfera.
Esta estrategia tendrá que aplicarse en zonas geográficas muy vastas, pero sus efectos positivos podrán prolongarse durante decenios. No obstante, cabe señalar que las posibilidades ofrecidas por la gestión del agua para atenuar el cambio climático se siguen ignorando en gran medida.
Mientras tanto, lavarse las manos es esencial para contener la propagación enfermedades . Lamentablemente, más de dos mil millones de personas no tienen cómo lavarse las manos contra el coronavirus.
*Eduardo Camin, periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)