14/07/2018.- Desde 2007 se instalan en San Juan de Llolleo las cementeras “Cementos La Unión – San Juan”. Desde ese momento se comienza a sentir los efectos de la presencia de la industria por el transporte y producción de cemento: alergias a la piel, picazón de ojos, irritación a las vías respiratorias, dolor de cabeza y problemas a la vista. Al pasar los años, crece la ocurrencia de abortos espontáneos, nacimientos prematuros, daño neurológico, malformaciones genéticas y cáncer al estómago.
Gracias a la presión social, lo único que se logró fue el tapado con nylon de los camiones de transporte. Lo cual no es suficiente, pues la producción de cemento genera polvo que queda depositado en hogares, calles, cunetas y desagües, huertas, alimentos y pulmones, y es arrastrado por la lluvia hacia alcantarillados y cauces de agua, incluyendo la bocatoma de ESVAL, alimentadora de agua potable del Litoral Central. Por tanto, el agua potable desde San Antonio hasta Mirasol está contaminada.
San Juan de Llolleo es una zona de sacrificio de hecho, porque operan 4 hormigoneras, plantas cementeras y extracción de áridos. Defendámosla
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