Con sus propuestas y medidas, pero fundamentalmente con sus silencios y ausencias, nos muestran que asumen que el movimiento feminista responde a las necesidades de un sector muy acotado (y privilegiado) de mujeres; pero más aún, asumen que quienes nos hemos movilizado nacimos ayer y sin memoria alguna de quiénes son aquellos que hoy nos gobiernan.
Por Alondra Carrillo y Karina Nohales
Es indudable que nuestro país está asistiendo a un momento histórico en lo que respecta a la acción política de las mujeres. Hace ya un tiempo y con una fuerza y visibilidad cada vez mayores, el feminismo se ha extendido por las instituciones y los territorios, interpelando la forma en que vivimos y nos relacionamos, configurando un horizonte de transformación profunda de la realidad que da forma a nuestra vida cotidiana.
Los pasos de avanzada que han dado nuestras compañeras en los establecimientos educacionales han acelerado el tranco de este movimiento. Mediante la creatividad y la audacia de sus acciones, han podido poner en la palestra pública sus denuncias y reivindicaciones, que son también las nuestras, se han tomado sus espacios para abrirlos al encuentro de quienes somos parte de esta lucha. De esta forma pudimos convocar, como Coordinadora 8 de Marzo, a una Asamblea de Mujeres Movilizadas este pasado sábado y acordar caracterizaciones y tareas comunes para contribuir a llevar este movimiento a todos los rincones.
El día miércoles de esta semana, en medio de álgidas movilizaciones y un apoyo generalizado al movimiento feminista, como es de esperar, el gobierno decidió pronunciarse bajo un intento de procesar nuestro descontento en sus propios términos. Lo cierto es que la agenda de Piñera demuestra que el gobierno ha hecho una lectura particular de este movimiento. Con sus propuestas y medidas, pero fundamentalmente con sus silencios y ausencias, nos muestran que asumen que el movimiento feminista responde a las necesidades de un sector muy acotado (y privilegiado) de mujeres; pero más aún, asumen que quienes nos hemos movilizado nacimos ayer y sin memoria alguna de quiénes son aquellos que hoy nos gobiernan, y de la responsabilidad que han tenido en la vida contra la que hoy nos rebelamos. Por fortuna, Piñera y su gobierno se equivocan. El feminismo que nos mueve tiene historia y es transversal.
La nuestra es una lucha que nos reconoce en nuestra diversidad. No nos sirven respuestas que sean sólo para algunas, porque trabajamos por la transformación de una forma de vida que nos afecta a todas. No aceptamos anuncios que dejen fuera la situación en la que se encuentran las mujeres mapuche y las mujeres migrantes, y exigimos justicia para Joane Florvil y Macarena Valdés, esta última, víctima de un feminicidio empresarial por defender su territorio de la depredación extractivista. Demandamos el fin del sistema de AFP y su reemplazo por un sistema solidario y de reparto, para asegurar pensiones dignas que terminen con la vejez de miseria a la que se nos condena hoy, y por ello participamos del primer Encuentro de Mujeres y Pensiones de la Coordinadora No Más AFP, en el marco de su Iniciativa Popular de Ley.
Piñera y su gobierno nos proponen el fin de nuestra exclusión en la administración de los bienes en la sociedad conyugal, discriminación cavernaria que haría bien en desaparecer, pero ¿qué bienes vamos a administrar si ni siquiera tenemos una casa en la cual vivir? Demandamos soluciones reales al problema de la vivienda, con una orientación que proteja nuestros lugares de vida y que no nos fuerce al éxodo a las periferias, a las cuales llegamos sin redes a las cuales recurrir: apoyamos la lucha de las compañeras de la Federación Nacional de Pobladores y Pobladoras que hoy deben acampar en el centro de la ciudad para poder ser escuchadas.
Respecto de la reforma al sistema privado de salud, se propone elevar el precio de los planes de salud a los hombres, con el fin de equilibrar los actuales costos que perjudican a las mujeres. En definitiva, la propuesta consiste en aumentar las ganancias de las Isapres. Este anuncio refuerza la lógica de la salud como un negocio, lo que no responde a nuestra defensa de la salud como un derecho y excluye más del 70% de la población del país que es parte del sistema público de salud. La única lógica aceptable para erradicar la discriminación actual es expulsar el negocio privado de la salud mediante la creación de un sistema único de salud pública con cobertura universal que sea digno.
Sobre el acompañamiento a embarazos vulnerables que proponen Piñera y su gobierno, afirmamos que no requerimos de ningún tutelaje. Nosotras exigimos que se garanticen nuestros derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos, y que dejen de forzarnos al lugar de una incubadora humana, despojándonos de nuestra posibilidad de decidir sobre la vida que queremos. Es muy sencillo: demandamos educación sexual (laica) para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.
Resulta sorprendente que siendo una de las demandas fundamentales del movimiento actual la Educación No Sexista, no exista pronunciamiento alguno al respecto. Sabemos el lugar relevante que tiene la instrucción formal en la producción de las diferencias de género que perpetúan la desigualdad y la violencia, y la centralidad que tiene la formación de las y los educadores mismos en el proceso de desmontar y reconstruir la educación que necesitamos para el futuro que queremos. No demandamos sólo la creación de protocolos institucionales para abordar la violencia de género, sino que exigimos cambios en las mallas curriculares de todas las instituciones de educación, inicial, básica, media y superior, para combatir la reproducción del sexismo en todos los niveles educativos. Que se nos enseñe nuestra historia, que ha sido borrada, y que se transformen las instituciones y sus normativas.
La educación que queremos representa la realidad a la que aspiramos. Por eso, en la línea de la demanda porque la maternidad deje de ser una imposición por un supuesto rol natural, y en cambio sea un trabajo reconocido y con respecto al cual podamos decidir, exigimos que se comprenda el trabajo reproductivo, incluso aquel que corresponde a la reproducción de la vida misma, como un trabajo de carácter social en el que debe involucrarse el conjunto de la población. Piñera y su gobierno nos anuncian en titulares el derecho universal a Sala Cuna. No demandamos sólo que este derecho sea extensivo a hombres y mujeres, para que recaigan sobre ambos las responsabilidades del cuidado y la crianza. Exigimos además que estas medidas alcancen a todas las trabajadoras y trabajadores, independiente de las condiciones de trabajo en la que se encuentren, y que esto no les signifique un costo a quienes hoy ya viven en condiciones salariales miserables: un sistema universal de sala cuna y cuidados debe consistir en una red pública que garantice el acceso a todos los niños y niñas del país, con cargo íntegro a los empleadores en el caso de las y los trabajadores formalmente asalariados, y con cargo del Estado para las y los trabajadores que no estén formalmente asalariados
La lucha por mejorar la situación en la que nos encontramos nos orienta para rechazar todas las medidas que profundicen o refuercen la precarización de nuestras vidas. Cuando Piñera anuncia medidas como la ampliación del programa 4 a 7, o proclama la intención de ampliar los trabajos “con horarios flexibles” y el teletrabajo, lo que anuncia como respuesta a nuestras demandas es la ampliación del trabajo precario. Eso no es lo que queremos. Demandamos trabajos estables con jornadas más cortas y con sueldos que nos alcancen para vivir sin endeudarnos para acceder a cosas tan básicas como comer. La corresponsabilidad entre hombres y mujeres, que es nuestro horizonte, no supone únicamente una transformación cultural ciertamente necesaria, sino que exige que contemos con las posibilidades materiales efectivas para que esa corresponsabilidad sea posible.
Las feministas tenemos memoria y sabemos que nunca se nos ha regalado nada. Nuestros logros y avances los hemos conseguido producto de largos y arduos procesos de movilización, organización y lucha. Con esa claridad, como Coordinadora 8 de Marzo hemos decidido convocar a un Jornada Nacional de Protesta Feminista para este 1 de Junio, en paralelo a los anuncios indudablemente pobres del gobierno. Convocamos esta jornada en articulación con organizaciones de múltiples sectores y territorios, y nos unimos juntas, nuevamente, en torno al llamado: mujeres a la calle contra la precarización de la vida. La jornada, que proyectamos en un camino más largo hacia una Huelga General Feminista para el próximo 8 de Marzo, será un ensayo de transversalización y un ejercicio de poder propio, y albergará múltiples formas de movilización, que expresan la diversidad que nos constituye como movimiento: asambleas comunales, mixtas y de mujeres, cacerolazos, concentraciones, marchas, boicot, paralización, y todas las formas que podamos inventar para convocarnos. Estamos dando inicio a un proceso histórico de largo aliento, y no pararemos hasta que todo el territorio se vuelva feminista.