Las actuales Comunidades y Lov en Resistencia son la columna vertebral de la resistencia territorial. Si se quiere alcanzar éxito en enfrentar esta potente y más grande embestida neoliberal, éstas deben reforzarse y crecer, junto a esto también profundizar las políticas de alianza tanto al interior del movimiento mapuche como también a los sectores chilenos que se ven golpeados por el modelo, estos son aliados naturales con los que es necesario ir estableciendo redes y mayores niveles de acercamiento.
En los últimos 20 años se ha ido instalando en la conciencia y en el discurso de una parte importante de los integrantes del movimiento Mapuche conceptos tales como autonomía, plurinacionalidad, modelo económico capitalista o neoliberal.
Sus diversas expresiones materiales que intervinieron irreversiblemente los territorios mapuches, tales como plantaciones masivas de especies exóticas y no nativas como el pino y el eucaliptus, la construcción de carreteras, grandes emprendimientos extractivistas mineros y la construcción de una importante red de centrales hidroeléctricas de diversas dimensiones para proporcionar de energía a ese modelo de crecimiento económico, fueron generando un escenario económico y político adverso y en algunos casos crítico para comunidades mapuche y el pueblo mapuche en general.
Las expresiones de resistencia fueron y son múltiples, validándose todas ellas y dado que se oponen a un modelo de desarrollo capitalista, pueden entenderse como complementarias unas de otras.
También hay expresiones más avanzadas como las que ejercen control territorial, disputando espacios territoriales tanto a las empresas como a particulares. Esta expresión de autonomía de hecho de parte de Comunidades y Lov en Resistencia, también genera una disputa al estado en cuanto al modo de ejercer los derechos colectivos del pueblo mapuche a nivel territorial.
El mundo globalizado y la globalización de las resistencias
Actualmente se desarrolla a nivel planetario un profundo reacomodo de las hegemonías económicas cuya vanguardia la tienen las economías capitalistas.
Esta se sitúa hoy y en las próximas décadas en el denominado eje asiático en donde sus principales actores son Japón, India, China; dichas economías requieren asegurar el suministro de materias primas y energéticas para los próximos 50 años. Gradualmente han ido desplazando a los EE.UU y Europa de la economía mundial y de mantener el actual ritmo de crecimiento y desarrollo se transformarán en las próximas décadas en el motor económico del planeta.
EE.UU, por su parte, busca recomponer y retomar su liderazgo mundial en el ámbito económico, para eso cuenta con su primacía militar, muy por sobre cualquier otra superpotencia, incluida Rusia o China.
Dado que los combustibles fósiles como los hidrocarburos, petróleo y gas, comenzarán su curva decreciente, en cuanto abastecimiento y duración, dentro de un periodo de aproximadamente 80 años, resulta fundamental para los grandes polos económicos como USA, Europa y Asia asegurar el control estratégico de esos recursos.
Es por eso que EE.UU se ha involucrado directamente en los conflictos del medio oriente ya que esa zona concentra no menos del 40% de las reservas petroleras del mundo.
De ahí también su esfuerzo permanente, actual y futuro por hacerse del control del petróleo venezolano, no escatimando la forma de desestabilizar y derrocar al gobierno progresista de Nicolás Maduro, ya que este país cuenta con las mayores reservas de petróleo a nivel mundial.
En esta disputa planetaria América Latina juega un importante rol de proveedor de materias primas.
Para estos efectos desde el 2002 se han puesto en marcha diversos tratados y proyectos regionales, donde el más importante es IIRSA, Iniciativa de Infraestructura Regional Sudamericana , y que consiste en la implementación a escala sudamericana de las mayores obras de construcción de carreteras, hidrovías, puertos y centrales hidroeléctricas tendientes a dotar del esqueleto y la logística para extraer y transportar dichas materias primas a puertos del Pacifico y conducir estas materias y mercancías desde América hacia el conjunto de países del Asia pacifico.
Para el caso específico del pueblo mapuche esto afectará principalmente de la siguiente manera:
Puel Mapu, Argentina: extracción y transporte de petróleo, gas y minerales desde las zonas de Neuquén y Rio Negro hacia las costas de chile y desde ahí al Asia Pacifico y USA.
Desde Gulu Mapu, Chile: madera, celulosa, minerales y pesca hacia el Asia pacifico y en segundo lugar USA.
Para estos efectos se están analizando las decisiones legislativas, y administrativas tendientes a dar viabilidad a estas obras de infraestructura y de producción, entendiendo por tales, los estudios para la expropiación de tierras tendientes a ensanchar las carreteras y concesionar sus construcciones, concesiones para las salmoneras, estudios y autorizaciones para la ampliación de puertos y su posterior entrega a concesionarios privados. Estudios y permisos para centrales hidroeléctricas de mediana y pequeñas dimensiones. La construcción de centrales de paso que evitan realizar procesos de consultas a la ciudadanía y a las comunidades mapuche, se inscriben en ese contexto.
Junto con esto se despliega un discurso hegemónico en torno a la idea del impacto positivo del “desarrollo” regional y nacional, tendiente a cooptar a la mayor parte de la opinión pública, líderes y autoridades locales quienes ante la magnitud de estos planes consideran que no es posible detenerlos, por lo que es mejor aceptarlos y obtener el mayor beneficio posible para sus comunidades locales.
Razones de estado y del modelo neoliberal
Los estados de Chile y Argentina ya han tomado la decisión de implementar estos mega planes de producción de corte capitalista y para eso también se prepara desde el punto de vista militar y de seguridad.
Los ejercicios militares que se desarrollan anualmente en las regiones Bío Bío y La Araucanía, en Chile, se realizan en las zonas en donde se construirán pasos fronterizos, carreteras y eventuales oleoductos y gasoductos. El año 2017 los ejercicios militares simulaban la toma de un municipio en las cercanías de la cordillerana comuna de Lonquimay por parte de civiles en un escenario de conmoción interna.
De ahí que los sectores más conservadores de la derecha han planteado en las últimas candidaturas parlamentarias y presidenciales de este año 2017, desplegar tropas militares y decretar estado de sitio en los territorios en disputa con comunidades mapuches.
Los estados de Chile y Argentina ya han tomado la decisión de implementar estos mega planes de producción de corte capitalista y para eso también se prepara desde el punto de vista militar y de seguridad. Los ejercicios militares que se desarrollan anualmente en las regiones Bío Bío y La Araucanía, en Chile, se realizan en las zonas en donde se construirán pasos fronterizos, carreteras y eventuales oleoductos y gasoductos.
Desde el punto de vista policial y de seguridad interna, previendo la resistencia de las comunidades mapuches, se instalan importantes contingentes policiales y de inteligencia preparando el terreno no solo para hacer frente a las actuales movilizaciones sino, sobre todo, a las que vendrán en los próximos años. De ahí que se criminalicen y judicialicen las reivindicaciones territoriales mapuche.
Cabe señalar que en Cushamen, provincia de Chubut- lugar en donde se produjo la muerte de Santiago Maldonado, semanas antes de la desaparición del joven militante, se produjo el arribo y permanencia en la zona de alrededor de 400 nuevos efectivos policiales.
Dicho dispositivo y dislocación de fuerzas policiales no guarda relación alguna con la magnitud del movimiento mapuche de la zona y solo se puede explicar con el objetivo encubierto de dejar en la zona una capacidad de monitoreo y control tanto del movimiento mapuche como también del movimiento popular argentino, que también desde hace algunos años viene sosteniendo una creciente resistencia a las intervenciones de los ríos en la localidad de El Bolsón por parte del empresario Lewis y a los recortes presupuestarios, alzas de luz y gas y despidos por parte de la nueva administración encabezada por el presidente Mauricio Macri.
¿Es posible sortear como pueblo esta nueva ola y empresa de colonización económica y pacificación del pueblo mapuche?
Claramente si es posible.
A fines de la primera “Pacificación de la Araucanía”, el pueblo mapuche quedó reducido a una población de entre 90 y 100 mil personas, según las crónicas militares de la época. De esta manera se pretendía que nuestro pueblo no representaría nunca más una amenaza a los planes económicos y políticos del estado de Chile.
El principal objetivo de lo que debería ser llamado “El Genocidio de la Araucanía” no se cumplió y nuestro pueblo pudo sortear ese último intento de exterminio físico, mucho peor a las actuales condiciones que le toca vivir a nuestro pueblo.
Hoy en día nuestra población alcanza alrededor de un millón 700.000 mil mapuches y con un movimiento organizado en crecimiento tanto cuantitativa como cualitativamente.
Las actuales Comunidades y Lov en Resistencia son la columna vertebral de la resistencia territorial. Si se quiere alcanzar éxito en enfrentar esta potente y más grande embestida neoliberal, éstas deben reforzarse y crecer, junto a esto también profundizar las políticas de alianza tanto al interior del movimiento mapuche como también a los sectores chilenos que se ven golpeados por el modelo, estos son aliados naturales con los que es necesario ir estableciendo redes y mayores niveles de acercamiento.
Los espacios sociales, territoriales y también desde determinados espacios institucionales también son necesarios dada la magnitud de los planes de intervención económica tanto en el conjunto de América latina en general y del Wallmapu en particular.
No hay que olvidar que el marco jurídico institucional que permite realizar este tipo de mega proyectos económicos están dado por un complejo andamiaje legal que tiene su generación en el parlamento, quien determina qué y cómo deben realizarse dichas inversiones; de ahí que no resulta neutra la composición que tenga este parlamento y los que se conformen a futuro.
La globalización es una realidad que estará presente durante décadas. El pueblo mapuche ha sabido sortear y resistir distintas coyunturas históricas que el modelo capitalista de desarrollo, tanto a nivel mundial como local nos ha impuesto. En esta nueva fase que se avecina, los desafíos son múltiples y de gran complejidad. Nuevas prácticas, nuevas ideas, nuevos referentes, enfrentaran el desafío de construir y presentar una alternativa a este modelo. La defensa de nuestra Ñuke Mapu (madre tierra) la dignidad y libertad de nuestro pueblo, así lo exigen.