15:30 horas y llego con la temperatura más alta del día, unos 12 grados. Pronto comenzará a descender. Un frío delicioso y limpio aire en el rostro, una que otra ocasional gota de lluvia, una maravilla. Es la comuna de Hualaihué, específicamente en Hornopirén, que recibe a sus escasos visitantes invernales con un paisaje de ensueño, con nevadas montañas y sus pies cubiertos de mar. Pero el objetivo no es hacer turismo, sino dar un paso más en la revitalización de la Lengua Mapuche.
Desde el año 2010, la Lengua Mapuche ha sido calificada por la UNESCO como “En Peligro”, mientras que su variante dialéctica williche “En situación crítica” (lo que quiere decir casi extinta). Las lenguas peligran y desaparecen cuando sus hablantes se extinguen o abandonan su uso para hablar en otra utilizada por un grupo dominante, cuando se restringe su uso a espacios cada vez más reducidos o no se transmite a la generación siguiente. Por otra parte, la UNICEF anunció el año 2016 que 40% de los niños en el mundo no tienen acceso a educación en su lengua materna.
En el caso mapuche, la pérdida en el uso del lenguaje no es por gusto. Luego de la colonización chileno-alemana del territorio williche (desde el Río Toltén al Sur) y la violenta anexión por vía militar de lo que actualmente es La Araucanía al territorio chileno, el antiguo País Mapuche se redujo a pequeñas islas dentro de un territorio chileno-europeo. Las escasas posibilidades de desarrollo económico en las pequeñas parcelas obligó la migración a las ciudades (no hace mucho, mediados del siglo XX), lugares donde no se habla el Chesüngun, donde quienes hablaban una lengua distinta al castellano fueron discriminados duramente, en una época en que los castigos físicos en el sistema escolar chileno eran pan de cada día como forma de disciplinar a estudiantes, muchos cuentan cómo fueron castigados por no hablar castellano. Dadas estas condiciones, es natural que nuestros abuelos no enseñaran el feyentun (espiritualidad, forma de ver el mundo) a la generación siguiente y así evitarles el sufrimiento, con la consiguiente pérdida de la lengua.
Los seres humanos pensamos a través del lenguaje. Perder una lengua, es mucho más que perder una forma de comunicación: es perder una forma de ver el mundo, una forma de relacionarse con él y en este caso, una forma propia del mundo mapuche.
Independiente de razones y penas, un grupo de jóvenes mapuche -en su mayoría estudiantes- han tomado la iniciativa con pasión por el mapuche ngen (ser mapuche), sin apoyo del gobierno central, ministerios u otro, e iniciado una serie de Internados Lingüísticos en el territorio mapuche-williche. La estrategia es tan simple como efectiva: estar en un período de tiempo (una a dos semanas) en inmersión lingüística, con clases de idioma y cultura mapuche, formando nuevos hablantes en variados niveles.
La última versión de estos internados fue en la sureña localidad de Honopirén en la comuna de Hualaihué, reductos australes del territorio williche, donde un equipo encabezado por un joven de 22 años, Nelson Mancilla Nancuante, con el apoyo de su pareja, familia, un grupo de pu kimeltujo (profesores) muy motivados y dos Lof (comunidades) de la zona sacaron adelante un internado para aproximadamente 70 participantes, mapuche y no mapuche, de todas las edades y lugares tan distantes entre sí como Finlandia, Cataluña o Punta Arenas. Un trabajo titánico, donde era notorio el amor por lo que se estaba haciendo.
Pude ser parte de este sueño hecho realidad, conocer personas que tras haber comenzado el aprendizaje de su propia lengua dos años antes, hablaban fluido y estaban formando nuevos hablantes. Se puede. Entre una que otra excusa, miles de mapuche no hablamos nuestra lengua mientras otros no mapuche completan cupos que se presentan en múltiples cursos de distintas organizaciones. Y se agradece el interés de los no mapuche; independiente de su nacionalidad, con cada hablante que gana el Chesüngun se amplían las posibilidades de usarlo con otras personas.
Esta semilla que inició un grupo de jóvenes va creciendo, se está expandiendo y contagia a otros, se suman a las iniciativas que ya existían y no tiene vuelta atrás. Porque tras años de intentos de chilenización le damos la vuelta, porque aún estamos vivos, petu mogeleaiñ!
(Petu Mogeleiñ! = ¡Aún Estamos Vivos!)
*Nota: Nuestra lengua, pueden encontrarla con diversos nombres: Tse sungun, Chedungun Mapuchedugun, Mapudungun, entre otros. Todo dependerá del grafemario o variante territorial que se esté utilizando.
Fuente: Biobiochile.cl/ por Eric Melillanca Torres. Presidente de Corporación de Desarrollo Mapuche Trawün