Melisa Pizarro es vocera de APIValpo, la organización que nuclea a los apicultores de la región de Valparaíso. Ovacionada por centenares de apicultores que marcharon desde la plaza Victoria hacia el Congreso, ella entregó un claro mensaje el pasado 16 de agosto al cierre: “Año tras año caen muertas las abejas. Chile es un basurero donde se vierte a destajo lo que en otros países está prohibido. Es necesario prohibir el uso de los agrotóxicos que matan las abejas. Que lo sepa Chile entero, queremos una ley que nos haga tener apicultura sustentable, para que podamos trabajar.”
Por Lucía Sepulveda – Fuente: periodismosanador.blogspot.cl
Hace poco, Melissa vivió en carne propia el desastre, en Petorca: una fumigación aérea con plaguicidas dejó muertas de inmediato a 100 de sus colmenas de abejas y dañó a otras 200. Ella y otras apicultoras de la región, como María Inés Carvallo y Pía Castro, dijeron “basta” a la falta de fiscalización y de regulación, y convocaron desde las bases a la histórica manifestación, replicada en Temuco por ApiNovena. En la apicultura, las mujeres son mayoría, y la organización de la marcha, la primera de este tipo, reafirmó su liderazgo en medio de la crisis que enfrenta el sector. El SAG ha negado persistentemente que en Chile sea parte del síndrome global de desaparición de las colmenas.
Con sus trajes blancos y sus ahumadores, las y los apicultores marcharon por las calles de Valparaíso coreando consignas como “Por las abejas y por la vida, No a los pesticidas” y pancartas alertando “En Chile matan las abejas” y “Protejan el bosque nativo”. Llegaron desde Queilén, Chiloé; de San Clemente (Maule), de Rancagua (O’Higgins); de Santa Bárbara, Florida, y Lloicura (BioBio), de Melipilla y Paine (Metropolitana). Los locales, venían de Limache, San Esteban, Petorca, Cabildo, Cartagena, San Antonio y otras localidades, y saludaron también las pancartas de la Red de Acción en Plaguicidas que exigían la prohibición de los neonicotinoides de Bayer y el glifosato de Monsanto.
Tras la marcha los dirigentes fueron recibidos por el presidente del Senado, Andrés Zaldívar, quien junto a la Comisión de Agricultura de esa cámara, se comprometió a organizar un encuentro formal con representantes de los apicultores de las diferentes regiones para conocer sus demandas.
Un objetivo común
Uno de los dirigentes, Roberto Halim, expresó a esta periodista: “Nuestra gran pelea es contra el uso de pesticidas que matan a las abejas. Lo importante es que todos estamos aquí con ese objetivo en común”. Halim es secretario de la Asociación de Apicultores de Casablanca que preside Pía Castro. Su organización, junto a ApiValparaíso y la Asociación de Apicultores de Petorca, puso en pie de batalla a una multitud de apicultores.
Explica Halim: “Con las indicaciones sustitutivas firmadas por el gobierno, la ley que está en trámite no acoge lo fundamental, que es el fomento y la protección de las abejas y los polinizadores. Porque no están los artículos que prohibían los plaguicidas más peligrosos y no hay sanciones ni normativa para los que nos están perjudicando. Esta movilización surge por la reciente mortandad de abejas, pero también se venía gestando porque algunos de nosotros hemos estado haciendo seguimiento a los proyectos de ley por dos años y ahora sabemos lo mal que se hacen las leyes. Presentamos una propuesta que no fue tomada en cuenta; las leyes sobre nosotros las hacen sin consultarnos. Nos invitaban a seminarios bien encima de las fechas, una vez fue dos días antes, pero nuestras intervenciones y las de los científicos no sirvieron de nada.”
Halim hacía estas declaraciones mientras la masiva manifestación marchaba hacia el Congreso donde varios senadores salieron del recinto para mostrar su súbita preocupación por las demandas de los apicultores. Los legisladores eran interrumpidas por apicultores que los interpelaban gritando “No a las leyes entre cuatro paredes, agricultores al poder”, o bien “Diga qué va a hacer en concreto” y “¿Por qué en Francia sí prohíben y aquí no?”
Participación de regiones
Para Roberto Halim una ley debería incluir los intereses de los diversos tipos de apicultores, incluyendo a los pequeños y a los trashumantes. Actualmente el gobierno sólo escucha a los grandes, los exportadores. En la Comisión Nacional de Apicultura, al alero del Ministerio de Agricultura, los empresarios de las semilleras y la agroindustria están sobrerrepresentados, mientras que por los apicultores sólo está la Red Nacional Apícola.
“Tiene que haber una participación de las diversas regiones, porque los problemas son diferentes”, sostiene. Por ello estima que debe haber una regulación interna para los distintos tipos de apicultores, pero también y sobre todo, debe haber un ordenamiento del uso del territorio nacional. En el tema del fomento, propone que se incorpore la capacitación, la capacidad de respuesta en emergencias y también “recursos para campaña de difusión como las que se han hecho sobre la palta y el huevo, porque el consumo de miel de los chilenos y chilenas es muy bajo”.
El bosque en riesgo
Los apicultores tienen conciencia de la importancia del bosque nativo. Algunos de los manifestantes representaron esa inquietud. Andrea Figueroa, pequeña apicultora de Florida, usuaria de INDAP, se vio obligada a convertirse en apicultora trashumante este año. “En mi parcela yo tenía de todo para mis abejas, pero con el incendio se quemó este verano el bosque de boldo, arrayán y mañío que tenía y ahora tengo que trasladar mis abejas.”
Por su parte, Cristina Miranda, apicultora de Queilén, y miembro de Chiloé orgánico se mostró feliz de estar defendiendo las abejas que son su sustento. “Mis abejas están en el campo hibernando, resistiendo la nieve y también los plaguicidas porque nosotros no echamos plaguicidas a los ajos chilotes, pero muchos sí lo hacen. Este invierno ha sido duro, hubo dos nevazones, dicen los antiguos que hace 40 años era así… Nuestra miel es de calidad porque tenemos bosque nativo, pero las forestales siguen avanzando y poniendo en peligro nuestra actividad”.
“Salvemos las abejas de Chile”, el lema de la marcha, quedó zumbando en el aire de un soleado agosto, cuando precisamente comienza la temporada en que aumenta el uso de plaguicidas en frutales y hortalizas.