jueves, noviembre 21, 2024

Buscando los horizontes del movimiento indígena en Argentina

Hoy se presenta en Buenos Aires el libro “Horizonte político del movimiento indígena en Argentina” de la abogada Silvina Ramírez. La publicación reúne entrevistas con trece líderes de distinto pueblos, buscando revisar la historia del movimiento, sus debates y los posibles escenarios futuros. Conversamos con la autora para profundizar en estas discusiones y tratar de responder hacia dónde camina el sector indígena en Argentina.  

 

Por: Felipe Gutiérrez Ríos

“La idea de un movimiento indígena con un horizonte preclaro hacia el cual dirige sus acciones es tentadora, pero no comprobada y -cuanto menos- discutible en sus orígenes y efectos”. Así comienza la redacción del último libro de Silvina Ramírez, abogada y referente del derecho indígena, publicado por la editorial Jinete Insomne y que será presentado hoy a las 18:00 en el Inecip (Talcahuano 256 1°piso) con la presencia de la autora; el dirigente mapuche Nilo Cayuqueo; y el periodista Darío Aranda.

 

El libro tiene como objetivo preguntarse primero si se puede hablar de un movimiento indígena constituido en Argentina, para luego explorar los posibles objetivos de este movimiento o conjunto de organizaciones. El recorrido del texto comienza por una revisión histórica de las organizaciones indígenas del país para luego pasar al núcleo de la publicación: una serie de trece entrevistas a líderes indígenas -de los pueblos diaguita (3), pilagá, qom, wichí, kolla, mocoví y mapuche (5)- quienes relatan sus historias de vida, los procesos de organización comunitaria y las perspectivas del movimiento.

 

Las entrevistas no solo le entregan vitalidad al texto, sino que realzan el valor de la investigación: son las y los protagonistas de esta historia quienes la revisan, cuestionan y piensan horizontes posibles. La lectura conjunta de todas estas conversaciones permite una puesta en común de un debate que, lamentablemente, no ha sido posible que se de manera orgánica en los últimos años. Así, el libro funciona como un foro, una instancia de diálogo entre sectores.

 

Finalmente la publicación busca concluir los principales debates que se dan a lo largo de las entrevistas: la existencia -o no- de un movimiento indígena, la diversidad de los pueblos y organizaciones que lo contienen, la comparación con procesos indígenas en otros países de la región y los horizontes políticos del sector indígena. Estas son las discusiones que buscamos profundizar, charlando con la autora previo al lanzamiento del libro.

 
 

 

-¿Desde cuándo podemos se puede hablar de organización indígena en el país?

Si uno tiene que buscar un punto de inicio de reclamos organizados indígenas, de una suerte de movimiento indígena, fue el malón de la paz de 1946 con Perón. Desde entonces hubo movimientos que fueron apagando y reavivándose. Desde ya que la dictadura militar fue para todos los campos, y los indígenas no fueron la excepción, un momento de quiebre y de un manto de invisibilización.

Creo que después de la democracia ya podemos hablar del tema de la organización indígena como tal. Una cosa que me han hecho reflexionar las entrevistas del libro, es que la vieja guardia de los dirigentes indígenas que estaban luchando desde los setenta, encontraron otros espacios de lucha que no eran la organización indígena propiamente dicha, como fueron las iglesias. Entonces empezaron sus militancias en espacios donde no estaba en el horizonte ni quisiera la organización de un movimiento indígena. Al menos si uno piensa en el norte del país, la organización medio que se va dando, pero no hay nada como planificado de decir “vamos a conformar una organización”

 

-En esto de apagarse y reavivarse, quizás el momento de mayor visibilidad fue el año 2010 donde confluye el primer acampe de los qom en Buenos Aires con la marcha del bicentenario y la reunión que tuvieron con la presidenta Cristina Fernández

Sí fue un hito importante, ¿en qué sentido? En que fue un encontronazo más con el Estado, y está bueno pensarlo como una línea de continuidad entre ese malón de la paz, donde finalmente Perón los recibe y después los manda de vuelta rapidito; y en esto de que Cristina los recibe y que es absolutamente ignorante, y ninguneadora de los pueblos indígenas en esa entrevista. Ahí  es que se les cae la ficha y los líderes que hasta ese momento habían estado coqueteando con el kirchnerismo, después del 2010 no tuvieron vuelta atrás.

Creo que eso fue una cuestión que  polarizó el movimiento indígena entre comillas, entre aquellos que se sumaron al kirchnerismo tanto como funcionarios y como organizaciones de base, que terminaron conformando el ENOTPO. Y por otra parte, aquellos que directamente quebraron lanzas con el kirchnerismo y dijeron bueno: somos la oposición y la crítica. Pero hay una línea continuidad de esta relación siempre tan traumática entre pueblos indígenas y Estado.

 

Desde entonces convivieron estos dos sectores: uno kirchnerista y otro en la oposición con rasgos anticapitalistas, como señalas en el libro. Sin embargo, desde el triunfo de Macri hay un tercer grupo que es el que termina conformando una Mesa de Diálogo con el gobierno. ¿Cómo se vinculan estos tres sectores?

Hay muchos matices y diferencias entre los distintos pueblos y sus organizaciones. Lo que una aprende estudiando, mirando los devenires de los pueblos indígenas, es que hay muchos dinamismos. Las alianzas se recomponen permanentemente. Hay un momento en que hay como una diáspora y luego vuelven a generarse ciertos bloques.

Pero hay un problema, que es muy difícil discutirlo también, que es el tema de la representación indígena. Yo creo que tenemos que dejar de insistir en el tema de representación porque nadie es vocero de nadie, sino que representan intereses que responden a miradas diferentes, y análisis distintos de la realidad que les toca vivir. Yo creo que el problema es precisamente las diferencias notables entre pueblos, que esto genera diferentes perspectivas y también creo que les resulta muy difícil sentarse a consensuar.

 

Usualmente se toma la diversidad de los 30, 40 pueblos indígenas que conviven en la Argentina como un elemento positivo. Sin embargo viendo estos problemas de falta de homogeneidad organizativa o del discurso, ¿puede ser que la diversidad, también, tenga esta característica negativa?

No, yo creo por convicción y por formación que la diversidad nunca es negativa. Al contrario es lo que estamos reivindicando y reclamando. Creo que esto de las cosmovisiones o las formas de mirar el mundo diferente, no es una frase hecha si no que efectivamente es así, y yo no pagaría el costo de homogeneizar. Mirá lo que pasa en Bolivia con la hegemonía del poder aimara, como termina perjudicando a los hermanos amazónicos. Yo no quiero mayor organización con una necesidad de hegemonizar detrás de alguien que se impone, ni quiero imperialismo de algún pueblo sobre otro, sino respeto y dignidad.

Y en esa diversidad, es cierto que te encontrás con posturas o miradas distintas. A algunos líderes los ha llevado a estar al frente de una organización su problema puntual, por otra parte hay otros que están mucho más politizados, y tienen una mirada más global. Por ejemplo la crítica que le hacen al sistema capitalista Jorge Nahuel o Verónica Huilipan, que tienen una mirada macro.

En contrapartida, es muy notable que cuando le pregunto a Félix Díaz si está conformando una organización, la respuesta es no. Es que quiere que sus hermanos vivan mejor. Tiene la política muy allá lejos. Y también es muy interesante ver como las historias personales los van atravesando, que se nota en cada una de las entrevistas.

 

Te repito la primera pregunta que haces en todas las entrevistas, ¿existe un movimiento indígena en Argentina?

No como un movimiento indígena, si uno entiende por movimiento indígena una organización superestructural en donde convergen organizaciones de diversos pueblos y donde hay referentes que van consolidando una agenda política. Esta es mi idea de lo que es un movimiento indígena y eso hoy no existe.

Sí existe como conjunto de organizaciones. Y como conjunto de espacios posiblemente se va a llegar a un movimiento indígena para convertirse en un sujeto político con visibilidad. Hoy no, no creo que esté conformado y no es solamente por una cuestión comparativa de ver la situación de otros países, si no que yo creo que nuestro sistema de organización federal y las propias complicaciones, complejidades que existen en cada provincia, debilitan esa posibilidad de conformación.

 

-Otra de las preguntas que haces en todas las entrevistas es por qué acá no se pudo constituir un movimiento indígena fuerte y unificado como la CONAIE en Ecuador. ¿Qué conclusión sacas?

Hay un encadenamiento de razones que hacen que hoy tengamos este movimiento indígena o que no tengamos otro movimiento indígena. Tampoco es casual que en Ecuador, o Bolivia o Guatemala, por pensar las principales referencias, estén como estén. Hay toda una historia por detrás, que tiene que ver con la conformación de los Estados, y en este caso del Estado argentino, en su relación con los pueblos indígenas. Y yo creo que da como resultado una situación de retraso importante respecto del derecho indígena que tiene que ver con el vicio de origen de nuestro Estado argentino y el mito de que los argentinos descendemos de los barcos. Esto de que no hay nada indígena acá, algún resabio del pasado, pero todos somos españoles o italianos, creo que también ha jodido mucho este proceso de recuperación de identidad.

 

-Un elemento al que apuntaba en su entrevista Nilo Cayuqueo es que en el caso de Ecuador hubo un proceso de formación muy en conjunto con la izquierda que acá no se dio

Totalmente, yo creo que acá la izquierda históricamente ha perdido de vista las reivindicaciones propias de los pueblos indígenas, y que otra hubiera sido la historia si esto hubiera sido distinto. Tal vez sea un contrafáctico no lo sabemos, pero me parece que es cierto de que hoy el sector indígena tendría otra forma.

 

-A nivel del discurso de las dirigencias se utiliza mucho el concepto de plurinacionalidad. ¿Crees que ese es el horizonte del sector indígena?

En Argentina yo creo que ese horizonte es muy, muy lejano. Hoy es la interculturalidad el horizonte, que es algo mucho más modesto. Es un camino que tiene que ver con poder definir planes de vida colectivamente, con respeto de su cultura y su modelo de desarrollo. Hoy ese es el punto a discutir, sobre todo con el auge de las actividades extractivas que tienen a los pueblos indígenas en el ojo de la tormenta.

De todos modos en los debates siempre aparece un telón de fondo que tiene ver con la autonomía, libre determinación y esto de plurinacionalidad, que es importante como concepto político, porque busca un reconocimiento de las diversas nacionalidades que están dentro del Estado. Es muy potente la reivindicación de superar la idea de “un Estado, una nación”.

 

-A pesar de estos horizontes modestos, es interesante pensar en el constante crecimiento del movimiento. Lo dice Verónica Huilipan en su entrevista: hoy puede darse el lujo de quedarse cuidando su jardín porque está lleno de jóvenes que se han ido sumando a la lucha

Sí yo creo que es cierto. Hoy en Argentina tenemos un conjunto de derechos relevantes, tenemos organizaciones, tenemos líderes indígenas de los cuales los que yo entrevisté son una muestra pequeñita de todos las que existen en Argentina.  Si uno lo mira, hasta la Constitución de 1994 existía un artículo que ordenaba convertir a los indios al catolicismo, estamos hablando de hace menos de 25 años. Y esa inclusión de derechos en el campo jurídico, hace que se vaya recuperando la identidad. Entonces la mitad del vaso ya está medio llena y hay una cuestión que yo siempre la digo con absoluta convicción; si no pudieron desaparecerlos en cinco siglos, es que la fortaleza es inconmensurable

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