En el marco de los cortes de agua que debieron enfrentar localidades de la zona centro metropolitana, fue grotesco ver/escuchar al intendente de Santiago y a la empresa Aguas Andinas, hablar con toda liviandad del “cambio climático” por los desbordes de río y toda las complicaciones que ello generó, incluyendo cortes momentáneos de agua potable para una amplia población.
Esta posición no consideró en lo absoluto, más allá del fenómeno climático, las consecuencias que trae los desmontes, la pérdida del bosque nativo, la introducción de especies exóticas de monocultivo, la extracción de áridos, los daños a los ecosistemas de los bordes y cuencas y todas las implicancias que eso conlleva a los cursos de los ríos. Es más fácil responsabilizar al “cambio climático”.
Cabe señalar, según fuentes informativas el jueves 20 de abril, la paralización del suministro duró cerca de 24 horas, afectando a 27 comunas, a un total de 870 mil hogares y obligó a la suspensión de las clases en establecimientos educacionales de las comunas perjudicadas y de las labores en las empresas que funcionen en éstas.
Este corte de agua fue abordado con amplia cobertura, “minuto a minuto” como señalaban algunos medios comerciales, realidad centralista que para nada sabe de la existencia de la profunda crisis hídrica que vive el centro sur de Chile, mayoritariamente a causa de las altas concentraciones de plantaciones forestales de monocultivos de pinos y eucaliptus que han succionado intensa y progresivamente miles de millones de litros de agua, secando amplios territorios en zonas del Maule, Bio Bio, Araucanía y algunas de los Ríos.
Estas realidades no han sido noticia para los medios masivos centralistas y comerciales y no es un tema de emergencia para las políticas públicas del estado, quien en vez de revertirlo poniendo freno a la expansión de plantaciones forestales y restaurar territorios dañados con bosque nativo, continúan los incentivos para su masificación, en regiones donde ya van más de tres millones de hectáreas de pinos y eucaliptus, verdaderas bombas succionadoras de napas subterráneas, pero frente a esto, es mejor hablar de “cambio climático” y seguir asesinando la vida rural.
A inicios del año 2016 ya esta realidad bordeaba las 100 mil personas en la Región de la Araucanía, superando las cien mil largamente este 2017, quienes en diferentes zonas rurales no tienen agua, principalmente durante noviembre a abril-mayo y a quienes se les debe distribuir en camiones aljibes en un promedio de 22 a 23 litros diarios a pesar que la OMS establece que el mínimo para la subsistencia es de 50 a 100 litros diarios, incluyendo razones higiénicas, alimentación, consumo y lavado. Ni pensar aquí realidades de subsistencia como la pequeña agricultura.
Se estima que en las zonas urbanas, lavarse los dientes para algunas personas con agua corriendo significan 20 litros de agua. Las descargas de tazas de baño pueden oscilar entre 7 a 12 litros de agua dependiendo el estanque. Entre 80 a 120 litros al ducharse por persona. 400 litros el lavado de auto. 15 a 30 litros lavar platos a mano. 200 litros un baño de tina.
A continuación, ver el déficit hídrico para las poblaciones rurales en la Araucanía, según estudio enero del 2016 / Actualización y relación de plantaciones forestales y déficit hídrico en comunas de la Región de La Araucanía, Chile
Ver también antecedentes sobre la situación hídrica en la Provincia de Arauco y su relación con plantaciones forestales / “¿Agua para quién? Escasez hídrica y plantaciones forestales en la Provincia de Arauco”
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