Nota, video y al final, galería de imágenes / En Bolivia los indígenas Urus quieren de vuelta el lago que se secó el año 2016 y buscan maneras autónomas para mantener su vida y sus tradiciones.
Por Martín Cárdenas Llancaman
Fotografías de Cristina Paillal Pilquinao
A 3600 metros sobre el nivel del mar -en el corazón del altiplano- la nación originaria Uru trata de sobrevivir en medio de la catástrofe que ha significado para ellos la sequía total del lago Poopó, su territorio histórico y fuente de vida. Desde 1985 y debido al calentamiento global, el lago ha sufrido un deterioro progresivo que se ha sumado a los nocivos efectos de la minería ilegal en sus riberas. El año 2015 la totalidad de los peces murió y durante el 2016 sobrevino la desaparición del lago; los Urus, un pueblo canoero de tradición milenaria se enfrenta a la difícil decisión de qué hacer para mantener su identidad, su economía y su cultura.
Antes de su desaparición, el lago Poopó (un lago salado) era el segundo lago más grande de Bolivia, sólo superado en extensión por el lago Titicaca. Su extensión alcanzaba los 2337 km2 (tres veces el lago Llanquihue o la totalidad de la provincia de Santiago más San Bernardo y Buin) y su profundidad era de 6 metros. En sus aguas, las grandes balsas de totora del pueblo Uru navegaban hasta 5 días sin tocar tierra para buscar en el lago el pez maurice y la pariguana (flamenco), base de su alimentación. Hoy es un desierto y las comunidades que viven a su alrededor amontonan en cementerios sus botes que ya no pueden utilizar. Las comunidades Urus; Puñaca Tinta María, Llapallapani, Villa Ñeque, Iruhito y Chipaya ven con tristeza como los jóvenes deben migrar de las orillas del lago hacia Oruro, la capital del departamento, buscando nuevas maneras de sobrevivir. Las pocas familias que quedan habitan ahora en las orillas del antiguo lago, en casas construidas por el estado, pero que no guardan relación con su forma de vida ni sus costumbres.
La fuerza de una nación
Sin embargo, los actuales habitantes de las comunidades Urus no se dan por vencidos. Convencidos de que la organización puede traerles alguna alternativa han decidido actuar en conjunto; Paulino Flores, “Mallku Qota” de las cinco comunidades es la actual autoridad máxima de la nación Uru en el lago Poopó y Evarista Flores Álvarez es la alcaldesa comunal de Puñaca Tinta María. Durante el mes de enero del 2017 vieron como el lago había resurgido en un porcentaje menor, ante estos hechos la gobernación de Oruro aseguraba que el lago Poopó había recuperado el 70% de su volumen, los dirigentes reclaman que esta información es falsa. De manera periódica, Paulino Flores, Bernardino García, Félix Mauricio y otros hermanos, recorren las márgenes del lago para comprobar la situación, la poca agua que ha resurgido (entre un 35 y 40% estiman) se encuentra contaminada: la totora –material básico para sus trabajos- muere recién comenzado su crecimiento y en la zona de “el puente” las rocas muestran clara erosión química producto de los deshechos mineros.
Para evitar la desaparición de las comunidades (muchos Urus han buscado paradójicamente trabajos en las minas de alrededor) las dirigencias se encuentran estudiando proyectos autónomos que le permitan subsistir. Uno de ellos, la construcción y autogestión de una planta de sal en los lugares desertificados, se presenta como una opción viable, pero, para la cual, existen aún limitaciones económicas. El pertenecer a municipios distintos les genera además, a las cinco comunidades, serias barreras burocráticas para lograr de manera común sus demandas.
Aunque la situación parezca imposible de sobrellevar, los Urus del lago Poopó conocen sus propias fuerzas y confían en su determinación de salir adelante. Durante los primeros años de la década del 2000, varios de ellos estuvieron presos: la causa, el haber sido sorprendidos cazando pariguanas, ave que desde la más lejana memoria se recuerda como fuente principal de alimento. Durante el último año, para obtener recursos buscaron formas de adaptarse a la agricultura, pero la única tierra a la que tenían derecho, era a una delgada franja detrás de la línea de las casas que no superaba la hectárea de extensión. Aunque algunos aceptaron cultivar a medias en tierras de sus vecinos aymaras y quichuas esta situación no fue ventajosa para los Urus.
La sabiduría de los ancianos
El abuelito Daniel es la persona más anciana del lago Poopó y afirma tener 103 años, durante su larga vida ha visto crecer a generaciones de Urus. Vestido con su tradicional manta de dos colores y con su liwi (boleadoras) al cinto, en él reside la memoria de su nación; a través de la lengua quichua explica que la nación Uru es la primera en habitar el lago pero que en sus orígenes los urus provenían de otro lugar. Según el abuelo Daniel, el lago se había reducido en otras épocas, pero nunca como ahora, las 38 especies de aves y animales no habían estado en un peligro tan extremo.
El conocimiento de don Daniel ha llevado a algunos jóvenes a crear nuevas maneras de mantener la identidad Uru. A través de la presentación de cuentos y la creación de una embarcación de totora como en los tiempos de antes, los jóvenes comenzaron el verano pasado una idea de turismo que mostrara a los visitantes las vivencias de su pueblo. Abdón Choque, encargado de la comisión de turismo en Puñaca Tinta María, nos describe en el museo de la comunidad las características de las diversas aves y las esperanzas que tienen en fomentar el turismo. Abdón tiene 19 años y se niega a rendirse, su familia, así como la de otros miembros de Puñaca, se dedica a la artesanía en totora: sombreros, aves, peces, mujeres y hombres toman forma a partir del mismo material del que antes se hacían las embarcaciones. De todas las pequeñas figuras las que más se repiten son las balsas, en ellas se guarda aún el sueño de muchos: el nacer y morir en el lago, navegando siempre sobre la totora.
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https://www.youtube.com/watch?v=Cnyx4ALCN4k
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