Lo que vemos en esta fotografía grafica muy claramente la enorme disparidad existente entre la realidad que se vive en los territorios mapuche a causa de la actividad forestal y las declaraciones llenas de adornos y certificados que insisten en exhibir ante la sociedad las empresas forestales.
Si atendemos en los detalles, este fuerte contingente de la policía militar chilena, altamente armada, se encuentra resguardando una actividad productiva que se ha declarado como Sustentable de una y mil maneras. Se trata de la actividad forestal chilena, un modelo impuesto en la dictadura militar y que ha favorecido económicamente a las grandes corporaciones forestales chilenas, hoy ubicadas dentro de las compañías forestales y de celulosa más grandes del mundo.
Por lo menos resulta llamativo o extraño que una actividad que nacional e internacionalmente se ha auto-reconocido como sustentable, fundamentalmente a través de certificaciones de manejo forestal, tenga un nivel de oposición tan grande que necesite un resguardo armado de tal magnitud, muy lejos de los resultados que causaría una actividad sustentable tal como se entiende en la formalidad.
En este sentido cabe cuestionarse varios aspectos que intervienen en esta situación. Primero el concepto de sustentabilidad desde su génesis en el informe Brundtland, o informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo de 1987, de la Asamblea General de Naciones Unidas, plantea un enfoque que desde la mirada occidental pareciera ser nuevo y revolucionario, especialmente después que debido a la crisis ambiental constatada en los 70’ y 80’por el tipo de desarrollo económico llevado a delante por los países desarrollados, surgiera la imperiosa necesidad de revisar y replantear la relación del hombre con la naturaleza. Sin embargo, este giro de mirada obedece en primer lugar al reconocimiento por parte de la sociedad de que el modelo capitalista extractivo es altamente destructivo para la vida en el planeta y en segundo lugar, al reconocimiento de que las culturas originarias poseen las herramientas en sus formas de desarrollo para mantener la vida y culturas de sus pueblos sin poner en riesgo la vida del planeta.
Por otra parte es de fácil comprensión que la utilización indiscriminada y abusiva del concepto de sustentabilidad sea hoy uno de las herramientas de soporte del modelo forestal chileno. Cabe destacar que la Asociación gremial del sector forestal CORMA, que agrupa a las principales empresas forestales del país, correspondiente a más del 85% de las exportaciones basadas en plantaciones exóticas de gran escala, se presente a sí misma como una organización comprometida con el desarrollo sustentable, aun cuando una de sus principales funciones sea la promoción de la madera proveniente de plantaciones exóticas como principal materia prima del sector forestal chileno, una contradicción básica, pensando en que las plantaciones forestales que promueve esta asociación se basa en un modelo de producción intensivo, expansivo y de una escala tal, que generan graves externalidades a la sociedad en general y al pueblo mapuche en particular, ampliamente documentadas.
Como una herramienta complementaria al abuso del concepto de sustentabilidad, la empresas forestales y las instituciones públicas se organizaron en un organismo que busca crear una preocupación generalizada en la ciudadanía sobre el cuidado de los “bosques”, llamada “Bosques Para Chile”, sin mencionar, por supuesto, que los llamados “bosques”, en realidad corresponden a las plantaciones forestales exóticas de pinos y eucaliptos, que en rigor son cultivos industriales de inmensas proporciones que están muy lejos de ser un complejo sistema boscoso tal como se entiende desde las ciencias ecológicas. Esta organización, compuesta por una diversidad de organismos, tanto públicos como privados, busca hacer conciencia del cuidado de los bosques, lo llamativo de esta misión, es que no hace diferencia entre los bosques reales, específicamente bosques nativos, complejos, diversos y que generan beneficios a través de servicios ecosistémicos, sociales y culturales, con las plantaciones forestales exóticas, cultivadas, manejadas y cosechadas bajo un régimen intensivo, cuyo criterio principal es la optimización de los beneficios económicos al menor costo posible, a los cuales llaman bosques cultivados, siguiendo la nomenclatura de la FAO, y buscando claramente influir y confundir a la ciudadanía, haciendo creer que las plantaciones forestales son bosques. Una clara manipulación de la información a través de los medios de comunicación.
De acuerdo a cifras oficiales de CONAF, las empresas forestales han tenido que afrontar una creciente ola de incendios forestales en las últimas dos décadas. Si en la temporada estival 1990-1991 la cifra de incendios fue de 884 casos, afectando una superficie de 1.584 ha de plantaciones forestales, el incremento de estos sucesos es preocupante para el sector, la última temporada publicada correspondiente a los años 2014-2015 el número de incendios llegó a la cifra de 3.360 siniestros, con una superficie afectada de 34.378 ha de plantaciones. Un claro indicio de la fuerte resistencia que genera la presencia de las plantaciones forestales un una parte importante de la sociedad. Claramente todos los esfuerzos de mejorar la imagen del sector forestal chileno, basado en el modelo de cultivos industriales de especies exóticas a gran escala, no han causado efecto en la población.
¿Entonces porqué este modelo que usa profusamente el concepto de sustentabilidad produce tantas ronchas en la sociedad?, la respuesta es simple, precisamente porque no es sustentable.
Primero porque la propiedad de las empresas forestales se basa en procesos violentos de despojo y usurpación, tanto directamente ejercidas por las mismas empresas forestales durante el proceso de contra reforma agraria llevado a cabo en la dictadura militar, como en la compra de predios de forma legal, cuya propiedad anterior se legalizó posteriormente a los procesos de desalojos y usurpaciones llevados a cabo por colonos tanto extranjeros como chilenos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Todos procesos ampliamente documentados. Situación que tiene en la actualidad a las empresas forestales en medio de un fuerte debate político y social sobre la demanda de derechos territoriales del pueblo mapuche, versus la legalidad de su propiedad basada en procesos ilegítimos de adquisición.
Segundo porque el modelo a gran escala ha ocasionado externalidades negativas tan grandes que solo la sociedad en su conjunto ha tenido que asumir este costo, debido a que las empresas forestales y el estado chileno no admiten esta responsabilidad y por lo tanto no asumen este costo que se traduce en impactos sociales, ambientales, económicos y culturales para la población que vive en los territorios donde se concentran las plantaciones forestales, especialmente la población mapuche.
Esta imagen se desarrolla en la provincia de Arauco, sin embargo, puede ser extrapolada a diversos lugares del territorio mapuche, Lumaco, Collipulli, Traiguen, Imperial, Ercilla, Lanco, Tirua, etc, donde la supuesta sustentabilidad que practican las empresas forestales debe ser resguardada con un fuerte contingente policial, altamente armado, subvencionado por dinero de todos los chilenos. Capítulo aparte y de conocimiento general son los continuos abusos y violaciones a los derechos de las comunidades y personas que llevan adelante estos cuerpos de policía militarizada en los territorios mapuche.
Es preciso mencionar que la sustentabilidad posee dos características que en el caso del modelo forestal chileno no están presentes, una es la diversidad de los sistemas biológicos, que lógicamente un modelo de monocultivo a gran escala no cumple, y la productividad a largo plazo en equilibrio con las especies. Dos situaciones que en este caso están muy lejos de cumplirse.
Mientras los derechos de los pueblos se supediten a los intereses económicos impuestos por procesos violentos, las actividades económicas llevadas adelante por las empresas forestales seguirán siendo objeto de fuertes resistencias sociales y políticas, especialmente por pueblos como el mapuche que nunca ha renunciado a sus derechos territoriales y políticos.
Es, por lo tanto, necesario dejar clarificado que el modelo forestal chileno basado en monocultivos exóticos a gran escala, cuyo manejo y cosecha se realiza de forma intensiva, bajo la exclusiva lógica de la optimización económica, está lejos de ser un modelo sustentable.
Pablo Huaiquilao Huincaman
Ingeniero Forestal.
Magister Manejo de Recursos Naturales
Corporación Mapuche Pewün Kimün