Las ciudades hablan. A través de conversaciones, letreros, radios, nombres de calles y de las personas; a través de los frenos y las bocinas. Habla, también, en distintas lenguas, que han ido llegando a ella y entrecruzándose. Ubicada al norte del territorio histórico mapuche, Buenos Aires también habla mapudungun y existen distintas iniciativas para revitalizar esta lengua en la ciudad. En el presente artículo, Simona Mayo y Francisco Godinez, miembros de la iniciativa Müpüley taiñ mapudungun cuentan cuál es la situación del idioma mapuche en la capital argentina, y la importancia de revitalizarla recogiendo los sonidos mapuches de la ciudad a través del radioarte.
Simona Mayo y Francisco Godinez*
El estado argentino dice que en Buenos Aires viven 10 mil mapuches y que de esos, 1.700 hablan o entienden mapudungun. Aunque cuestionamos estas cifras, al menos tenemos una base para plantarnos, ¿cuál es la vitalidad del idioma mapuche hoy, en Buenos Aires y el Puelmapu -territorio histórico- en general? ¿Qué podemos hacer por revitalizar la lengua?
Cuando hablamos de la vitalidad lingüística de una lengua nos referimos al uso real de esta o de una variedad lingüística específica que una comunidad de hablantes realiza. La vitalidad lingüística del mapudungun en este caso no nos muestra solamente en cifras cuántas personas hablan y dónde geográficamente, sino que además nos da cuenta de diversas dinámicas, usos y nuevos usos en contextos específicos, tradicionales o contemporáneos. Estas dinámicas lingüístico-culturales, como el nütramkan (conversaciones cotidianas), el üllkantun (el canto), la narración de epew (cuentos), el hip-hop mapuche, entre otras, reflejan cómo la personas han escogido hablar su lengua, mantener expresiones y usos, y, por sobre todo, revitalizarla. Muchas de estas prácticas las encontramos en las grandes ciudades donde migraron los mapuche en Argentina.
Una de las grandes características de las lenguas vivas es su capacidad de creación y su capacidad de cambiar y no cambiar a la vez. El mapudungun, en primer lugar, se ha fortalecido lingüística y culturalmente porque su tradición se ha mantenido en los longko (cabezas) de una generación completa. En segundo lugar, la lengua mapuche ha logrado sostenerse porque ha permitido que las nuevas generaciones la renueven, siempre conservando su legado cultural.
Desafíos y estrategias desde el mapudungun
El mapudungun en la actualidad se encuentra en una situación crítica; crítica en el sentido que se encuentra al borde de dos caminos. Uno de ellos, el anunciado por muchos lingüistas, es que a pesar de su actual bilingüismo este se encuentra en vías de desplazamiento, es decir que cuando desaparezca la generación de hablantes más ancianos, la lengua se perderá por completo. El segundo camino, es el camino que han tomado las generaciones más jóvenes, hijas y nietas de la migración forzada desde el Wallmapu (territorio mapuche) y de la desintegración del tejido social mapuche producto de las campañas de colonización. Este reconoce el diagnóstico anterior, sin embargo plantea la reversión del desplazamiento por medio de la revitalización lingüística y la recomposición de los circuitos de transmisión intergeneracional. Este segundo camino apela al reconocimiento, a la valoración y al aprendizaje de la generación más antigua de hablantes, quienes han mantenido la lengua a pesar del peso de la historia, como mecanismo de acción.
Este último rüpü (camino), es el que en la actualidad se está construyendo, afirmando y cimentando con fuerza en el kimün (conocimiento) de los füchakeche (antiguos) y en el newen de los wechekeche (jóvenes). Una lengua que no se actualiza, que no logra representar el mundo que la rodea a medida que este se va moviendo, es una lengua en peligro de desaparecer; no es el caso de la lengua mapuche. Los neohablantes, los jóvenes que hoy lideran la revitalización de la lengua mapuche se han encargado de que el mapudungun no solo recupere espacios funcionales de habla sino que además han creado nuevas instancias para su desarrollo y mantenimiento.
Organizaciones como la Federación Mapuche de Estudiantes (FEMAE) y el partido Wallmapuwen, colectivos de enseñanza mapuche como el Kom kim mapudunguaiñ waria mew en Santiago de Chile o Wixaleyiñ en Buenos Aires, y kimelfe (profesores) con gran recorrido en la enseñanza, han logrado posicionar la lengua hoy en día en la sociedad en su totalidad, mapuche y no mapuche, a través del quiebre de los viejos prejuicios que fueron atribuidos a la lengua.
De tal modo, las motivaciones para fortalecer hoy la enseñanza y revitalización del mapudungun surgen desde lo más profundo del tejido social mapuche. En el caso de los trabajos de revitalización en la ciudad de Buenos Aires es posible apreciar una urgente necesidad por visibilizar la lengua al mismo tiempo que enseñarla. La urbe porteña es una ciudad que se ha construido bajo una tradición europea que ha escondido, borrado y reprimido la herencia indígena del territorio. Con esto en consideración es que las organizaciones han tomado acción en esta situación para afirmar la existencia de un pueblo preexistente, para dar cuenta de la riqueza de la lengua y la cultura, y para romper con los prejuicios racistas en torno al pueblo Mapuche.
Mapuche en Buenos Aires: la búsqueda de nuevos y antiguos sonidos.
Los únicos datos existentes sobre la cantidad de población mapuche residente en Buenos Aires provienen de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (2004-2005) que cifra en 9.750 habitantes mapuche en la capital argentina. La cifra muestra una fuerte sub representación, de hecho tras la encuesta numerosas organizaciones indígenas señalaron que se estaba cometiendo un “etnocidio estadístico”. Sin embargo, estas son las cifras oficiales.
A nivel del país, en relación a hablantes de mapudungun, la encuesta contabiliza un 17,3% de personas que hablan o entienden la lengua, dentro de este total un 2,2% habla habitualmente y un 3,6% la reconoce como su lengua materna. Es relevante además notar que del total de la población mapuche, un 93,3% no recibe educación en mapudungun.
Este panorama es el que se busca revertir a través de la producción y diseño de nuevas herramientas para la enseñanza y difusión de la lengua. En ese sentido se debe destacar el trabajo por la revitalización del mapudungun que realizan grupos como el Wixaleyiñ que edita textos y realiza talleres de enseñanza, así como de otros numerosos kimelfe que durante los últimos años se han dedicado a esta tarea en espacios diversos como universidades, sindicatos y asambleas.
En ese camino se enmarca nuestra iniciativa Müpüley taiñ mapudungun, de trabajar la revitalización de la lengua a través de herramientas radiales artísticas. Consideramos que el documental sonoro es un género fundamental para aportar a la recuperación de esa oralidad, que existe porque somos seres sonoros. El ser humano, esencialmente, es un ser capaz de comunicarse de formas sofisticadas, porque posee su lengua y la capacidad de raciocinio. El ser humano no puede ser si no es en comunidad, si no es ejerciendo sus facultades racionales, emocionales y lingüísticas. En definitiva, comunicándose con el otro/a. Y la comunicación es, sobre todo, sonido. El sonido que le habla a la razón, pero también a la emoción. El sonido que es conceptos, pero también sensaciones.
El documental sonoro es un híbrido entre periodismo y arte. Es un género radiofónico flexible y amplio que sirve para contar historias y problemáticas de la realidad con un fuerte énfasis en el sonido como valor narrativo. El sonido narra: una voz no solo cuenta por lo que dice, sino también por cómo lo dice. Una lengua no es solo palabras, sino entonaciones, inflexiones, silencios, expresiones; sonidos que cuentan un mundo. Ese mundo, a veces, solo puede contarse a través de esos sonidos, y no de otros.
El documental sonoro es el género ideal para narrar la cultura y la identidad de un pueblo, su lengua, su arte, desde los mismos protagonistas con sus sonoridades y formas de expresar, sin necesidad de la mediación de un periodista o voz autorizada. Se narra la cultura, por un lado, hacia el mismo pueblo, que logra una autoidentificación y reafirmación basadas en la familiaridad, la intimidad y la cercanía de los sonidos. Y por otro, hacia el resto de la sociedad, que puede conocer y comprender esa cultura inserta y mixturada con la cultura propia.
El género permite combinar testimonios, documentos sonoros, paisajes sonoros, entrevistas, radioarte, ficción, músicas. Opinar a partir de las elecciones estéticas. En definitiva, exprimir el lenguaje radiofónico para crear un collage significativo y atractivo. Hacer ver con el oído; mostrar el espacio y el momento que se relatan, y los aspectos más característicos de elementos tan fundamentales para una cultura como la lengua, la poesía y la música. Tan fundamentales como sonoros.
Ese es el camino que estamos emprendiendo a través de esta iniciativa, con objetivos muy concretos y puntuales como son la producción de tres documentales sonoros, pero insertos en un esfuerzo mucho más grande por revitalizar la lengua. Creemos que es un principio de respuesta a las preguntas que planteábamos al inicio.
*Miembros de la iniciativa Müpüley taiñ mapudungun. Contactos: simonna.mayo@gmail.com francisco@cpr.org.ar