El 11 de enero del 2016, la presidenta por fin firmó el proyecto de ley que crea el Ministerio de Pueblos Indígenas y el Consejo Nacional de Pueblos Indígenas. ¿Se han resuelto con estas iniciativas las aspiraciones de los pueblos indígenas?
Por José Mariman – Fuente: eldesconcierto.cl
Finalmente, el 11 de enero del 2016, la presidenta por fin firmó el proyecto de ley que crea el Ministerio de Pueblos Indígenas y el Consejo Nacional de Pueblos Indígenas, además de otras instancias que “favorecerán” a los pueblos indígenas. En sus palabras: “hoy es un día en que podemos mirar con mayor serenidad nuestro futuro, porque empezamos a saldar deudas con los pueblos indígenas que hemos arrastrado por demasiado tiempo” (El Mercurio, 11/Ene/2016)[i].
¿Se han resuelto con estas iniciativas las aspiraciones de los pueblos indígenas? Pues como suele ocurrir hay quienes creen que sí o al menos creen que comienzan a resolverse dichas demandas. Muchos artículos publicados en relación con la noticia, destacan este hecho, ilustrándolo con palabras de autoridades de gobierno a lo largo del país, como las que siguen: “…Así estamos disminuyendo la brecha de inclusión entre las comunidades indígenas y el resto de la sociedad, por lo que estamos muy contentos por el trabajo realizado” (Intendente de Talca a un público mapuche regional 12/Ene/2016)[ii]. Y, sobre todo, resaltando opiniones desde el mundo indígena: “Yo lo encuentro genial, nosotros andábamos para arriba y abajo de Chile y no encontrábamos quien nos escuchara, hoy día tenemos un Ministerio que se va a preocupar de nosotros” (Alfredo Tuki Pate, rapanui, 11/Ene/2011)[iii].
Como yo no soy vidente, adivino o pitoniso me es difícil augurar en este breve artículo el éxito o fracaso de la iniciativa. Como cientista político, en cambio, podría más bien sugerir prudencia frente a la medida. Podría recordarles a los entusiasmados partidarios de la propuesta, que un proyecto no es ley, hasta que sea aprobado por el Parlamento. Y que el Parlamento chileno, donde no hay ninguna representación indígena (es étnicamente unilateral, es decir, solo representantes de la élite de la nación estatal deciden sobre el proyecto y lo que es bueno para otros que no son de su grupo étnico de pertenencia), podría estropear el engendro, de manera que el resultado terminara siendo diferente a las buenas intenciones del texto original. Para aportar evidencia en el sentido de estos procesos que entran al sistema de aprobación parlamentaria A y termina saliendo B, les recordaría tener presente la Ley Indígena 19.253 (vigente), que fue modificada de su versión proyecto antes de convertirle en la ley que conocemos. Entonces, asumir prudencia en el júbilo es pertinente.
Ahora, si se está del lado opuesto a este tipo de iniciativas (en el cual me incluyo), el argumento ya ha venido desarrollándose desde que se conoció el programa Bachelet (2013). Aucán Huilcaman –líder del Consejo de Todas las Tierras- lo llamó en su momento “indigenismo tardío” (23/May/2014)[iv]. ¿Qué quería decir con esa sentencia Aucán? Pues ni más menos que esa idea estuvo en el imaginario del movimiento mapuche, mientras se enfrentaba a la dictadura a mediados de los 1980s; pero hoy en que el Derecho Internacional ha avanzado a aceptar que los pueblos indígenas tienen derechos a la autodeterminación (ver Declaración ONU sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, 2007), esas medidas parecen desfasadas de la realidad. Jorge Weke, diseñador de la bandera mapuche, comparte esta idea, al decir que se trata de una institucionalidad estatal PARA los pueblos indígenas pero NO de los pueblos Indígenas (15 /Ene/2016 opinión circulando en la redes)[v]. Y asegurando que dicha institucionalidad solo profundizará la dependencia de los pueblos Indígenas antes que la libre determinación.
Por mi parte podría agregar que eso no va en función de empoderar a los pueblos indígenas, sino de crear mayor burocracia estatal y mantener la sartén del poder por el mango. Quiero decir, esas políticas no van en sentido de flexibilizar en materia descentralización del poder y en empoderar en sus territorios no solo a pueblos indígenas, sino también a los propios chilenos que viven en regiones. Lo que los pueblos indígenas necesitan es PODER para decidir y ejecutar sus propias decisiones, en todo tipo de materias que les involucran y conciernen. Lo que necesitan en que se acabe con la idea de estado etnocéntrico, dirigido por una élite etnificada en la cultura estatal dominante (chilena) y unilateral en sus decisiones (como ya se adelantó), y repartir ese poder en la pluralidad de naciones que componen el Estado (al que fueron incorporadas por la fuerza). Y para lograr eso se requiere un nuevo pacto entre naciones en el Estado, que consolide una nueva forma de unidad en la diversidad (el Estado Plurinacional), y una nueva redistribución del uso de los recursos (restituciones a los pueblos indígenas de recursos apropiados a ellos como territorios, tierra, etc.).
Curiosamente el programa de Bachelet 2013 menciona autonomías para los pueblos indígenas, pero esa retórica populista para atrapar votos de incautos no tiene piso en el conglomerado. La verdadera política indígena es la que estamos viendo en acción ahora, de iniciativas atrasadas, con gusto a poco, legitimadas en procesos de consulta chapuceros, y más encima mediadas por la propia crisis interna de la coalición. Con esto último me refiero a que la firma del proyecto para que inicie trámite de aprobación como ley, llega en el peor momento para la voluntad de la mandataria, que tras su visita a la Araucanía y el conflicto con su Ministro del Interior, perdió poder. Los sectores más conservadores de la Nueva Mayoría o partidarios del orden, manipulan la agenda, se van a de fiesta con la policía represora de mapuches (Burgos en Pidima la noche de año nuevo), le compran nuevos equipos para atacar con violencia un tipo de delincuencia, que en otras realidades es concebida como “conflicto étnico”, y les dan su respaldo a la hora de excusar sus excesos.
Con todo, no está fácil el camino para la obtención de un buen producto, si esto es la expectativa de la Presidenta. Los etnocruzados chilenos de todo tipo no le van a hacer fácil el camino a la propuesta de Ministerio, ni en el parlamento ni en la praxis de la etnopolítica en la Araucanía. Algunos de ellos están más entretenidos jugando a la guerra: “si no alcanzamos aquí un acuerdo político para pelear contra aquellos que quieren generar territorios independientes en esa región (La Araucanía), todas soluciones técnicas van a ser insuficientes”. (Subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, opinando en el parlamento sobre el conflicto mapuche, 09/Dic/2016)[vi]. ¿Hay algún mapuche luchando por independencia?
Notas:
[v] Opinión Ministerio de Pueblo Indígenas, Parlamento Cozcoz, 15/Ene/2016.
[vi] http://www.senado.cl/appsenado/index.php?mo=sesionessala&ac=getDocumento&teseid=57578&legiid=486