«Más allá de los impactos e irregularidades con las cuales se tramitó y aprobó este proyecto durante el gobierno de Sebastián Piñera, con Pilar Cuevas como presidenta de la Comisión de Evaluación Ambiental regional, el dilema hoy es la posibilidad de tomar una decisión sobre la represa río Cuervo cuando aún no se ha definido la Política Energética de Aysén y, más aún, faltando estudios sobre cuencas, y análisis sociales, económicos y ambientales sobre las potencialidades energéticas».
Por Patricio Segura
“Acompañaremos un proceso de discusión técnica y participativa en cada una de estas regiones (Aysén y Magallanes), para la definición de una Política Energética de corto y largo plazo, que asegure un abastecimiento de energía seguro, a precios razonables y con el máximo aprovechamiento de los recursos propios (energía eólica y mini hidráulica) y la eficiencia energética”.
Con este párrafo de la Agenda de Energía, que la Presidenta Michelle Bachelet lanzó junto al ministro de la cartera Máximo Pacheco el 15 de mayo de 2014, se nos comunicaba la posibilidad de que en la región de Aysén construyéramos participativamente nuestro presente y futuro energético. Más aún, se señalaba que este trabajo contemplaría “un mapeo y análisis de cuencas, basado en criterios técnicos hidrológicos y geológicos, ambientales, económicos y socioculturales”.
Ante tal invitación, se conformó en marzo de 2015 el Consejo Consultivo del Diagnóstico Energético de Aysén, que luego derivó en la creación, mediante decreto, de la Comisión Regional de Desarrollo Energético de Aysén, que integran 30 representantes del gobierno, el Consejo Regional, y los sectores privado, comunitario y de la sociedad civil. Actualmente lo preside el intendente Jorge Calderón y ya ha sostenido 8 sesiones.
Uno de sus objetivos es protagonizar la evaluación de las propuestas de escenarios futuros, en el marco de la construcción de la Política Energética Regional.
El trabajo de la comisión ha tenido momentos complejos, dado que los primeros cuatro escenarios propuestos por el ministerio de Energía –y supuestamente validados por la Universidad de Chile- apuntaban fundamentalmente a convertir Aysén en la Gran Pila de Chile, a contrapelo de lo que señala la propia Estrategia de Desarrollo Regional y lo que la ciudadanía de la región ha planteado. Luego del revuelo generado ante tal incongruencia, el planteamiento fue modificado a seis escenarios, tres de los cuales priorizan el aprovechamiento de los recursos energéticos de Aysén para la propia población, uno contempla la entrega de energía al resto del país condicionado a los impactos regionales de las iniciativas, y dos definitivamente apuestan por un Aysén como despensa energética de Chile.
En eso estábamos, confiando en que se podría trabajar participativamente la Política Energética Regional, cuando nos informamos que el Servicio de Evaluación Ambientalconvocó para el lunes 18 de enero al Comité de Ministros para resolver sobre la represa río Cuervo. Un embalse de 13 mil hectáreas que haría desaparecer los emblemáticos lagos Yulton y Meullín, de los pocos que quedan en el país sin especies salmonídeas introducidas, y que se proyecta sobre la falla geológica activa Liquiñe-Ofqui que, además de telúrica, ha dado nacimiento a múltiples volcanes en la zona.
Pero más allá de los impactos e irregularidades
Entonces, ¿cómo no desconfiar del resultado de la Política Energética Regional habiendo ya tomado decisiones tan relevantes, como el caso de uno de los embalses más grandes de los últimos años? Esto, más aún cuando necesariamente requeriría un sistema de transmisión para interconectar Aysén con el resto del país. Si se fuera serio en los compromisos, lo que habría correspondido postergar la decisión mientras no se definan los lineamientos que seguirá Aysén en términos de energía o, de plano, rechazar el proyecto o condicionar su futuro a tal instrumento. Y no al revés.
Si sumamos la decisión sobre la central Mediterráneo sobre el río Puelo, también en la Patagonia, se aclara el paradigma energético que impulsa este gobierno, bajo la batuta de Máximo Pacheco.
En días en que la desconfianza en el sistema político se acrecienta, estas señales contradictorias e incoherentes refuerzan el sentido común ciudadano. Que la coherencia de ciertos políticos (y en este caso, gobiernos) es un bien cada día más escaso entre quienes tienen la responsabilidad de conducir Chile.
Y eso, no solo daña a los políticos, afecta nuestra democracia y, a fin de cuentas, a nuestro país.