sábado, noviembre 16, 2024

La maternidad como elección y no como destino… Por Carola Pinchulef Calfucura

Por Carola Pinchulef C.

Públicado en el Periódico OPCIÓN

Nº 304 Ecuador 01 al 15 de junio de 2015.

Fuente: http://www.nodo50.org/opcion/02/maternidad_como_eleccion.php

 

 

Escribir sobre la maternidad no es una tarea fácil por dos razones simples y, a su vez, complejas. En primer lugar, porque no soy madre ni pretendo serlo en el corto plazo. Entiéndase, que el no serlo pasa por una decisión personal. En segundo lugar, porque el imaginario social asume y, a su vez, insiste en hacernos creer a las mujeres que nuestra plenitud o éxito está en estrecha relación con la maternidad. En otras palabras, se nos impone como mujeres la maternidad desde una perspectiva patriarcal; es decir, desde la visión masculina el destino reservado y seguro para toda mujer es el ser madre sin importar el tiempo que demores en llegar a la meta, siempre y cuando llegues.

 

Cuando decidí abordar este tema pensé en dos formas distintas de fundamentar la idea de que la maternidad sigue siendo entendida por una parte importante de la sociedad –muchas de ellas mujeres- como destino de todo ser que nace mujer. Para ello, me pareció importante considerar dentro de mi muestra mujeres que han experimentado la maternidad y mujeres que pasan de serlo.

 

Fue así que opté por lanzar la piedra sin esconder la mano, como es costumbre ¿Qué es para ti ser madre? La pregunta parecía simple, sin embargo, cuando pedí a las interpeladas que intentaran, en lo posible, resumir su respuesta en una frase u oración. En ese momento me di cuenta que fue meterlas en una camisa de fuerza.

 

A pesar de lo complejo que resultó el ejercicio, un par de ellas logró pasar la prueba respondiendo de manera concisa: “Ser madre te hace mejor persona”, “Ser madre es el sueño de toda mujer”, “Ser madre es amor incondicional”, “Ser madre es compromiso de amor y lealtad con mi hijx y conmigo misma”, “Es olvidarse de una y vivir para otrx”. Otras respuesta no fue posible resumirlas en una línea, sin embargo, el brillo que se transparentó en los ojos de aquellas madres me dio a entender que serlo es una emoción que no cabe en palabras. Hasta aquí las respuestas no me sorprendieron, sí me parecieron cuestionables producto de la fuerte carga simbólica que envuelven sus expresiones. No obstante, me reservé la opinión y solo agradecí sus respuestas.

 

El segundo ejercicio fue recordar un par de conversaciones en torno a la maternidad que tuve con dos grupos de amigas muy distintos, me atrevería a catalogarlos de extremos. El uno corresponde a amigas chilenas en su mayoría madres, todas ellas situadas ya en el tercer piso -me refiero a la edad- y ejerciendo profesiones muy distintas. El otro, está compuesto por mujeres en edades similares al grupo anterior, residentes en Ecuador y provenientes de contextos culturales muy diversos; es decir, somos todas extranjeras. Sin embargo, tenemos un denominador común; todas estudiamos género y ninguna ha decidido ser madre aun, y otras ya lo descartaron.     

 

La diferencia que intento resaltar al comparar a estos dos grupos parte en términos de la dirección que toma un mismo tema de conversación entre ambos bandos de mujeres en edades muy similares. Es decir, con el primer grupo se establece un diálogo respecto a los cambios que trae consigo convertirte en madre; considerando la distribución del tiempo y la calidad de vida. En ningún momento se objetó la noción de que ser mujer te permite renunciar a ser madre, si así lo deseas. Al contrario, la disputa termina interpelando al grupo minoritario; es decir, a las que no somos madres con la siguiente pregunta: ¿Webonas, y ustedes cuándo se ponen en campaña…? No entraré en detalle sobre las respuestas porque no es el tema que nos convoca.

 

En cambio, entre “las estudiosas de género” se suscita un cuestionamiento sobre la idea de: ¿Qué es ser madre?, ¿Se es madre antes que mujer? ¿Por qué el ser madre te permite ser considerada sujeto social?…Si bien, son tantas las interrogantes que surgen sobre sí el “ser mujer es una condición anterior o posterior a ser madre”. La conclusión, al parecer será siempre la misma; es decir, el hecho de que un número significativo de mujeres –no todas- conciban como destino ya trazado la maternidad por el hecho de nacer mujer, responde a una construcción cultural impuesta y obligada, no a un deseo o elección de cada mujer.

 

En otras palabras, mientras el discurso simbólico insista en reducir nuestro rol de mujeres a simples reproductoras sociales a consecuencia de nuestra condición o esencia femenina, será difícil que como mujeres nos replanteemos una posición diferente frente a la maternidad. Sobre todo si aun no hemos comprendido que “ser o no madre”, no incide con el desarrollo de vida que podamos alcanzar como mujeres.-

 

 

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