Por: Carola Pinchulef C.
Públicado en el Periódico OPCIÓN
Nº 300 Ecuador 1 al 15 de abril 2015.
fuente: http://www.nodo50.org/opcion/02/mas_alla_sistema_esclavista.php
A propósito del 25 de marzo, Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos adoptado por la Organización de Naciones Unidas el año 2007, me gustaría hacer frente a este tema con dos situaciones muy puntuales que se relacionan de forma directa con tan memorable fecha y en su versión 2015, mi intención es homenajear a las mujeres esclavizadas no solo del pasado, sino también de los tiempos actuales.
Con ello, no solo se reconoce “públicamente” la triple discriminación que cargaron las mujeres afrodescendientes en ese entonces; es decir, discriminación racial, trato laboral inhumano producto de las jornadas de trabajo extremas y explotación en las plantaciones como modelo casi per se del sistema de esclavización de la época, al igual que la explotación sexual por ser mujeres. En la actualidad, es posible identificar esta triple discriminación en las mujeres perteneciente a grupos minoritarios racializados a consecuencia de su condición sexo-genérica por ser mujeres, su clase y etnia.
Para entrar en materia argumentaré la primera reflexión que me llevó a escribir sobre este día “especial”. Esta fecha hace referencia al hecho que la ONU el pasado 25 de marzo inauguró el monumento “Arca del retorno” en su sede de Nueva York bajo el lema “Para que no olvidemos”, con la idea de recordar las víctimas del sistema esclavista. Lo curioso de esta conmemoración es creer que la instalación de un monumento pretenda concienciar y educar a la población sobre hechos históricos repugnantes. Me parece de mal gusto y una falta de criterio hacia lxs mártires y personas que hacen suyo este dolor, ya sea porque son descendientes de esclavisadxs o bien porque los une las identidades africanas, pensar que un cambio cultural a nivel de sociedad podría ser generado a partir de un acto inaugural y, a su vez, olvida toda la carga simbólica que este evento pudo suscitar.
Con lo anteriormente señalado, quiero dejar en claro que el problema de fondo no tiene que ver con el trabajo de memoria a partir de modelos tradicionales de “no olvido” de la historia, sino con el cómo la ONU argumenta a la opinión púbica su decisión de levantar dicho monumento y, más aún, para qué argumenta.
Otro mundo es posible, no me parece del todo una falacia. Sin embargo, lo que me parece absurdo es presenciar este tipo de situaciones provenientes de Naciones Unidas, un organismo a favor de los derechos humanos, y que por ende debería ser sensible en términos reales a hechos tan despreciables como el sistema esclavista, no lo fue, en su ceremonia del 25 de marzo de 2015, por el contrario su susceptibilidad no solo no logra conseguir el aval de toda la opinión pública sino que despierta cierta sospechas en personas incrédulas y desconfiadas frente al gesto de ingenuidad y buena voluntad expuesto por la ONU.
Este día genera un componente adicional de suspicacia al querer homenajear particularmente al género femenino víctima de esclavitud y trata, el cual no solo busca resaltar el papel desempeñado por las mujeres que lideraron en cierta forma el proceso de abolición de la esclavitud, sino que también reconoce la discriminación racial que padecieron a consecuencia de su condición de género, clase social y estructura corporal. Si bien, este reconocimiento público quiere presentar esta situación como algo del pasado, esto no es posible porque las mujeres negras afrodescendientes constantemente son prejuiciadas desde unas prácticas racistas. En otras palabras, sus capacidades se miden en función de su género, su sexualidad y su color identidad étnica-racial. Producto de ello, la esclavitud, la explotación laboral y la trata de personas, siguen siendo una realidad y no precisamente un mito.
El segundo punto a analizar, tiene relación con la catástrofe natural que afectó al norte de Chile y, a su vez, el destape de un hecho lamentable que tiene como protagonistas a un grupo de mujeres temporeras. El trabajo de temporera implica necesariamente trasladarse por un periodo determinado a un sector rural para la recogida de plantas o frutas de la época.
Es por esta razón, que las trabajadoras se encontraban en la zona al momento de la llegada del frente de mal tiempo que azotó el norte del país, el cual dejó un sinnúmero de damnificadxs, localidades aisladas y desabastecimientos de agua y alimentos, particularmente en las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. La situación más indignante se produce cuando queda al descubierto las condiciones laborales de inseguridad que vivían un grupo de trabajadorxs temporerxs de una empresa frutícola de la localidad de San Antonio, ubicada al interior de Tierra Amarilla sector precordillerano, perteneciente a ciudad de Atacama. La denuncia hecha a la reportera de la televisión pública, fue lo que activó la alarma sobre la existencia de un sistema laboral maquillado que perfectamente se asemeja a prácticas de explotación en su versión moderna, el cual es empleado por la empresa Frutícola Atacama.
Según relató, la noche del 27 de marzo, el informativo de Televisión Nacional de Chile 24 hrs el cual se encontraba en San Antonio la localidad más afectada por las fuertes precipitaciones. En ese lugar existía un campamento compuesto por 24 conteiner; cajas de metal rectangulares que carecen de ventilación y eran utilizados como dormitorios por lxs temporerxs. Ahí dormían aproximadamente unxs 200 trabajadorxs, 8 conteiner estaban destinados exclusivamente para las mujeres. Si bien, se descartó que estas cajas estuvieran cerradas con candados a raíz del testimonio -que se conoció el 29 de marzo- de una de las mujeres que logró salir antes de que el conteiner en el que dormía fuese arrastrado por el alud; gracias a la ayuda de su esposo e hijo, no se desmiente que el acceso al campamento de mujeres estuviera cercado y cerrado con candado; medida aplicada por la empresa para separar a hombres y mujeres.
Según denunciaron trabajadores y familiares de las mujeres que aún se encuentran desaparecidas, es política de la empresa cerrar con candado el perímetro del campamento. Por esa razón, se cree que no todas las mujeres que se encontraban en el lugar lograron escapar. Esta situación ha generado indignación en la población chilena tras conocer las condiciones laborales precarias en que se encontraban estas temporeras. El actuar de este empresario se vincula claramente con la modernización de la extracción de la mano de obra barata, la cual estaría a un paso sino fuera porque está maquillada del modelo de esclavización de antaño.
Frente a hechos de estas magnitud cabe preguntarse ¿Qué pasa con la legislación laboral en Chile? ¿Qué está haciendo el Ministerio del Trabajo para dar cumplimiento a las leyes? Y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ¿Tomará acciones legales en contra del empresario que mantenía en condiciones laborales esclavizadoras e inseguras a sus trabajadorxs?
Según el portal www.soycopiapó.cl la Presidenta Michelle Bachelet salió al paso al conocerse la noticia, señalando que “hasta ahora no se ha encontrado ningún conteiner con personas adentro o con signos de ser habitado”. Sin embargo, se está investigando. Sí la mandataria lo dice entonces habrá que esperar que aparezcan las mujeres que siguen extraviadas, sea fuera o dentro de los conteiner, con o sin vida en algún rincón de la zona. En este punto, solo puedo señalar lo desafortunada que resultó la frase “hasta ahora” verbalizada por Bachelet. Esperemos que este desacierto no le pase la cuenta con el correr de las horas.
Sí vamos un poco más lejos con las críticas, también vale la pena preguntarse qué pasa con el rol fiscalizador que desempeña la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es solo intermitente su labor. La interrogante en este caso es ¿En qué circunstancia puntuales se manifiesta? Sí es un secreto a voces que la esclavización se visibiliza en las prácticas labores y la trata de personas en la actualidad, ¿Qué estrategia está diseñando la OIT para atacar el problema? Y más aún ¿Cómo es posible que la división internacional del trabajo en conjunto con el sistema capitalista configurarán nuevas formas de esclavitud laboral en términos de la división sexo-genérica/étnica-racial?
Para concluir con los descargos, es necesario que este llamado de atención también salpique al tipo de sociedad que nos rodea la cual parece ser ciega, sorda y muda, ante los hechos de violencia que experimentamos a diario las mujeres en los distintos ámbitos sociales. Sí abordamos el tema de la violencia de género en las empresas queda de manifiesto la importancia que se le da a la acumulación económica en desmedro de las vidas humanas, hasta el punto que permite y oculta condiciones laborales de esclavización.
Por lo tanto, hechos como el ocurrido en Chile a 48 horas de inaugurado el memorial de mármol instalado en la sede de Nueva York viene a enlodar – y no precisamente a consecuencia del aluvión del norte de Chile- la escultura, que seguro costó una exorbitante cantidad de dólares y de paso le quitó el sueño por varios días a Ban Ki-moon Secretario General de la ONU, ya que el “Arca del retorno” fue elegida entre 310 propuestas provenientes de 83 países. Considerando el último punto señalado, imagino que debió ser difícil la selección sobre todo sí se piensa que el monumento debía matar tres pájaros de un tiro; es decir, conmemorar el día 25 de marzo, “no olvidar” lo sucedido y “reconocer públicamente” este episodio horrible de la historia moderna, según se desprende del mensaje de Ban Ki-moon.
Frente a esta interpretación más preguntas rondan mi cabeza ¿Era necesario erguir este monumento para reconocer públicamente la existencia de la esclavitud? ¿Cómo es posible pretender creer que el sistema de prácticas esclavista es parte del pasado? Sí la tragedia en el norte de Chile producto de un alud que dejó al descubierto condiciones laborales arcaicas de explotación y miseria humana en que se encontraban un grupo de temporeras chilenas y, a su vez, visibilizó la extensión de la colonialidad del poder en dicho Estado dos días después de conmemorarse el día de las víctimas de la esclavitud y trata, con bombos y platillos. Chile no es el único ejemplo, una situación similar de explotación laboral están experimentando los jornaleros de empresas frutícolas y agrícolas en San Quintín, Baja California, México. Entonces, ¿Cuál es la lógica de creer que reparar el daño a millones de personas es levantando monumentos?
Hasta cuándo las sociedades se hacen cómplices permitiendo y ocultando condiciones de esclavitud a través de su silencio. Hasta cuándo el doble discurso de los estados miembros de la ONU y el actuar intermitente de Naciones Unidas, en términos de denuncia internacional, sanción y reparación frente a hechos tan reprochables como lo sucedido con las temporeras que siguen desaparecidas en Chile, los jornaleros en México y tantos otros países que evidencian claras prácticas laborales esclavizadoras -sea en mayor o menor grado- en pleno siglo XXI de manos de empresas nacionales y transnacionales. Sí firmar tratados que rechazan las violaciones de los derechos humanos en sus distintas formas no es suficiente para erradicarlos mucho menos lo es honrar a las víctimas con un memorial de mármol en la sede de Nueva York de Naciones Unidas. En otras palabras, ni matando al perro se acabará la rabia.-