sábado, noviembre 16, 2024

El drama de los incendios de bosques

 

A la persistente sequía que agobia a las regiones del sur del país se suman los incendios que en las últimas semanas han arrasado miles de hectáreas de bosques. Para las comunidades indígenas, que tienen en la tierra su forma de vida, la destrucción del bosque nativo y de los ecosistemas relacionados constituye un desastre de dimensiones que el resto de la sociedad no puede comprender.

Comunicaciones ANIDE

En la Región de la Araucanía los  informes oficiales hablan de miles de hectáreas de arbolado natural y de plantaciones devastadas por el fuego. La Reserva Nacional China Muerta, en la comuna de Melipeuco, y el Parque Nacional Conguillio,  en la comuna de Vilcún además de la Reserva Nacional Malleco en la comuna de Curacautín, centran en estos días la atención de las autoridades y de la CONAF.

Vastas áreas del  territorio pehuenche son parte de esta situación que en su caso reviste caracteres trágicos por la destrucción del pehuén, su árbol sagrado y principal fuente de alimentación, y de los espacios que utilizaban para sus veranadas.

Pero también otras localidades se han visto también afectadas y es necesario considerarlas a la hora de conformar un panorama integral de la situación.

Lo señalaba el werkén Mijael Carbone al comentar en días pasados la situación en que queda la comunidad de Temucuicui tras el incendio reciente que arrasó 700 hectáreas de bosques nativos en el sector del ex fundo Alaska. “Es un desastre que se suma a los incendios anteriores: en 2008 perdimos 1.200 hectáreas en otro incendio y otro tanto el año pasado. Nosotros dependemos de la tierra, de los árboles, de la montaña. Las fuerzas de la naturaleza nos superan y deberá pasar mucho tiempo antes de que esto se recupere. Entonces eso significa que nos esperan tiempos difíciles para nuestra supervivencia como comunidad.

En el caso de Temucuicui, como en la mayor parte de las comunidades indígenas de esta región, la sequía genera un estado de situación angustiosa. “La sequía es impresionante”, señala Mijael Carbone. “Nosotros hemos intentado sembrar algo pero perdimos todo por la falta de agua. De nuevo queremos intentarlo ahora, con avena, porque sembrar trigo es un esfuerzo perdido. Todo esto nos afecta en lo económico, pero también en lo ecológico, en lo cultural. Los mapuche no tenemos los mecanismos de ayuda a los que otros pueden apelar; nosotros estamos solos con nuestro drama”.

ES EL SISTEMA

La situación de la Araucanía, con incendios y sequías recurrentes en los últimos años, se relaciona también con la destrucción de los ecosistemas que son claves para la conservación de las fuentes de agua, a partir de la sustitución de la flora nativa y su reemplazo por plantaciones exóticas que son excluyentes de todo tipo de vegetación autóctona y ejercen un gran impacto sobre el agua provocando más sequía y pobreza.

Se trata en el fondo del producto de un sistema que privilegia la rentabilidad de los grandes consorcios trasnacionales con la complicidad de los actores políticos y las autoridades públicas. A esta conducta del laissez faire en lo económico se agrega la laxitud en materia de políticas de protección y prevención que determinan el actual estado de catástrofe que se vive en la Araucanía.

A esta situación alude la Alianza Territorial Mapuche en una declaración pública referida a la incapacidad y desinterés del Estado para hacer frente al escenario de destrucción por fuego que afecta las reservas naturales del sistema Cordillera de los Andes Occidental y Oriental en territorio de la nación mapuche.

Señala que la improvisación con que ha actuado la CONAF y la falta de apoyo real del gobierno revelan inconsciencia respecto de que “la destrucción del bosque milenario es irreparable y con ello la pérdida de las interacciones conceptuales del ser humano con su espacio, un significado que parece desconocido para el mundo urbano industrial”.

Sostiene que es la lucha del pueblo pehuenche el que ha permitido la supervivencia de la araucaria permitiendo que sea declarada monumento nacional y se encuentre prohibida su extracción.

 

Y pone el acento en que “el plan gubernamental paliativo de la sequía insiste en mecanismos de intervención del ya deteriorado ecosistema del territorio mapuche sin considerar ninguna acción para la recuperación de las fuentes de agua ni ataca las causas del deterioro, entre ellas la expansión forestal y el crecimiento inorgánico de poblaciones y fuentes de contaminación”.

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