Creo que para lograr una mejor comprensión de las diferentes dimensiones que encierran los conflictos ambientales en la Araucanía se haría necesaria una descripción de las variables históricas que han derivado en los procesos violentos de imposición de un modelo cultural basado en la depredación de los recursos naturales. Los procesos de “pacificación” ocurridos en la región desde finales del siglo XIX se han desarrollado con alarmantes similitudes a las miles de tragedias vividas por los pueblos de las américas desde 1492 a esta parte, sucesos que lejos de ser superados se profundizan día a día evidenciando que el sistema que ha marcado el nacimiento del siglo XX propone una hegemonía cultural que deja por fuera a millones de personas sentando las bases jurídico legales que propician por ejemplo el vaciamiento del estado. Hoy en día esta hegemonía ha mutado del control político al control social orquestando su plan desde el ámbito de los imperios transnacionales, quienes no solo están sedientos ya de un control administrativo sino ocupados de extender su dominio a todas aquellas esferas que pudieran facilitarles un manejo total y estabilizador de sus políticas económicas. Al imperio le preocupa tanto el dominio territorial que además de verlo como una fuente de riqueza lo entiende como un medio de control que le permite seguir imponiendo un modelo asimétrico de explotación sobre los recursos que a la vez que impone cultura borra toda creencia que pudiera reivindicar a la naturaleza como entidad creadora y superadora de los procesos de generación del capital.
Es ante este incansable menosprecio hacia las culturas que violentamente promueve la percepción de ellas como una fuente de atraso que nos levantamos los marginales, los menos, los tradicionales u originarios reivindicando lo que más amamos como fuente eterna de inspiración y energía inagotable para nuestra lucha, proponiendo una re definición de los recursos naturales más acorde a una articulación de los saberes ancestrales con los tiempos que corren y es así que la apuntalamos con los valores culturales que tan exitosamente han subsistido al exterminio mostrando el camino hacia la sustentabilidad del planeta: una noción de desarrollo y consumo responsable en armonía con el medio ambiente.
#yomarchoporlasaguas