Es sabido que un feminismo blanco, occidental, con una mirada universalista – que no tiene en cuenta las diferencias de clase y las consecuencias reales, materiales, en las condiciones de vida y en el uso del tiempo existentes en el movimiento mismo- , es un feminismo que hace reivindicaciones digeribles para la configuración actual del capitalismo. Digeribles en el sentido literal: las muerde, las mastica, se las traga y las caga. Es sabido también que – por suerte y providencia- sigue habiendo mujeres que no se comen ninguna. Y que toman cola de caballo para prevenir que sus riñones se ensucien de tanto procesar. De esas mujeres se trata este artículo, inspirado en un almuerzo con tres trabajadoras textiles que se organizan manera cooperativa. Mujeres que trabajan incansablemente – todos los días un poco – sin esperar nada más que aportar a una transformación en las relaciones sociales.
Es sabido que un feminismo blanco, occidental, con una mirada universalista – que no tiene en cuenta las diferencias de clase y las consecuencias reales, materiales, en las condiciones de vida y en el uso del tiempo existentes en el movimiento mismo- es un feminismo que hace reivindicaciones digeribles para la configuración actual del capitalismo. Digeribles en el sentido literal: las muerde, las mastica, se las traga y las caga. Es sabido también que – por suerte y providencia- sigue habiendo mujeres que no se comen ninguna. Y que toman cola de caballo para prevenir que sus riñones se ensucien de tanto procesar. De esas mujeres se trata este artículo, inspirado en un almuerzo con tres trabajadoras textiles que se organizan manera cooperativa. Mujeres que trabajan incansablemente – todos los días un poco – sin esperar nada más que aportar a una transformación en las relaciones sociales.
Desde los 14
Casi como yo. Casi.
Todo este recorrido plagado de desigualdad y opresión no ha convertido a todas las mujeres en víctimas, y tampoco en escépticas individualistas.
Cosas que tampoco me han permitido a mí. En el momento más complejo de mi vida – hasta ahora- donde toda la crueldad de este sistema basado en el egoísmo y la lógica binaria opresor/oprimido se hizo real en mi cuerpo, ellas me abrieron las puertas de su taller, como si abrieran sus brazos para abrazar y me hicieron lugar. Simplemente percibieron el tamaño de lo sucedido.
Me observaron de cerca, cada día, sin juzgar, sin esperar que yo vuelva a ser útil para el mercado.
Mientras me contaron sus cánceres, sus soledades, sus ilusiones, sus meditaciones, sus hijos, sus 8 hermanos, sus marchas del 1º de mayo, la represión, sus marcas en la piel, sus experiencias de organización obrera.
Sus eternas transformaciones y el devenir de la historia.
Nuevas formas de cooperación
Estas mujeres ayudan a sus comunidades y a sus familias a evitar el despojo total, que abona el terreno a la explotación. Apoyan a sus compañeros y compañeras independientemente del valor que tengan en el mercado capitalista. Porque en ese Dios ellas no creen. El sistema será una imposición de las condiciones materiales pero no lo será en el terreno de los valores y las actitudes.
Contra la mercantilización total de la vida ellas apoyan procesos de reapropiación y de recolectivización de la producción, recuperar el control sobre nuestras vidas.
30 mil hectáreas quemadas
El gobernador de la provincia Martín Buzzi propone que parará la especulación inmobiliaria con decretos que impidan la compra venta de tierras sobre la comarca.
Entonces recuerdo que, el año pasado, la Legislatura provincial habilitó la megaminería, durante una sesión en la que se detectó que al menos un diputado recibía instrucciones de las mineras por mensajes de texto. Todo esto en contra la iniciativa popular que había reunido 13.007 firmas para prohibir la megaminería en Chubut.
El legislador Gustavo Muñiz, recibió un mensaje de quien tiene registrado en su celular como “Minería Gastón Berardi – funcionario de Yamana Gold, y Gerente de Relaciones Comunitarias del proyecto minero en Esquel como Suyai. En el mensaje, Berardi le plantea corregir el artículo 4 de la Ley, a lo que el legislador Muñiz responde: “eso después el ejecutivo lo reglamenta”. A los hechos me remito.
Una joven pobladora me dijo hace dos meses que al movimiento contra la megaminería y el fracking, no lo pueden quebrar las corporaciones porque – por ahora- no están hambreados.
Me pregunto qué será de estas poblaciones cuya economía se basa en una simple combinación de turismo y la generosidad de la naturaleza (un círculo de producción y comercialización de productos como miel y derivados, cremas y derivados de rosa mosqueta, quesos, dulces, plantas medicinales nativas, maderas, artesanías cuyo valor creativo las hace piezas únicas, coexistiendo con agricultura de subsistencia y utilización de recolecciones estacionales del bosque.
Espero que la Comarca Andina no se vea obligada a buscar un trabajo asalariado
El cuerpo de la mujer