Por Marina Lanalhue – Fuente: periodico-solidaridad.cl
El 21 de febrero del año 2013, en un cambio de turno al interior de la hoy desaparecida Empresa Azeta, moría Juan Pablo Jiménez producto de un mortal disparo en la cabeza que lo arrancó de los brazos de todo lo que amaba. Las circunstancias de su muerte son ya por todas y todos conocidas, como también la ridícula respuesta dada por la “justicia” chilena a su familia y compañeros de lucha; una “bala loca” que en su caótico, “casual” y frenético camino impactó justó en la cabeza de un dirigente sindical valiente y combativo, de un luchador social activo, de un trabajador y padre de 2 hijos que ya había recibido amenazas de muerte. “Así son los azares del destino”; esa parecía ser la respuesta con la que debían contentarse quienes amaron a Juan Pablo en vida y aún lo hacen hoy después de su partida. Por otro lado, el chivo expiatorio apareció rápidamente: un menor de edad, de una población, pobre, sin educación, un “don nadie”, fue sindicado como el autor del loco disparo que arrebató a Juan Pablo la vida.
Pero su familia, compañeros y compañeras, han dado la batalla para desenmarañar esta madeja de mentiras, esta farsa ridícula y ya han salido a luz los resultados de la investigación particular a la que debieron recurrir en busca de justicia, la cual echó por tierra la tesis de que la bala había sido disparada locamente para caer por mero capricho en la cabeza de Juan Pablo. Sin embargo, como siempre, la “justicia” a hecho oídos sordos a estos antecedentes.
El joven de iniciales J.B.P.M, quien hoy tiene 17 años ha pasado casi dos en la cárcel acusado de ser el autor del disparo que mató al dirigente sindical. Se supone que el joven estaba disparando en dirección a las inmediaciones de Azeta y que una bala habría viajado libremente hasta chocar con una malla para luego dar de lleno en el compañero. En el mes de enero del presente año, este joven habría reconocido que fue él quien disparó, asumiendo así la culpa de la muerte de Juan Pablo y siendo formalizado por cuasidelito de homicidio y condenado a 540 días de libertad asistida, que se dan por cumplidos debido al tiempo transcurrido de investigación que lo privó por casi dos años de libertad. Así, la “justicia” da por cerrado este caso y da un portazo en la cara a todos y todas quienes clamamos por verdad y castigo por Juan Pablo.
El día 14 de enero la familia entregó al Ministerio Público nuevos datos en los cuales podría estar el nombre de quien realmente disparó y asesinó al compañero. La fiscalía ha accedido a investigar. No sabemos cómo será esa investigación con un “autor” ya confeso, y con todo cocinado para sepultar a como de lugar este caso.
En este momento, en el que lees estas líneas, ya se habrán cumplido 2 años de la ausencia de Juan Pablo de las reuniones del sindicato, de la radio popular, de los abrazos en el hogar, de la lucha en la calle. Habremos ya salido a marchar para recordarlo nuevamente como un ejemplo de lucha, como una víctima más del capital y de la patronal, para recordar que no sólo fue asesinado ese caluroso día de Febrero, si no que lo han vuelto a matar con cada injusticia que se ha cometido en su caso, y también con cada injusticia vivida día a día por nuestro pueblo trabajador. Pero así como buscan seguir matándote Juan Pablo, nosotras y nosotros, y muchas y muchos otros hijos rebeldes de tu clase, seguiremos gritamos bien fuerte: ¡Juan Pablo Jiménez vives en las y los que luchan!