Las comunidades indígenas Nasa del Plan de Vida Yu Lucx (Resguardos de Canoas – Munchique y Nasa Kiwe Tek Cxaw) y del Plan de Vida Cxa Cxa Wala (Resguardo de Corinto), vienen liberando la madre Tierra desde el mes de diciembre del 2014, haciendo cumplir elmandato del 2005. La comunidad del Resguardo de Corinto, Cauca, se encuentra en la Liberación de la Madre tierra desde el 14 de diciembre del 2014, en las haciendas de Quebrada Seca, Miraflores, Granadita y García, ubicadas en la zona plana de este resguardo. Se han organizado con más de 23 cocinas y dormitorios construidos con guadua, llegaron para quedarse, “aquí vamos a estar 20 o 30 años, pero aquí nos quedamos hasta que negocien”.
En los años 70 las comunidades indígenas del Cauca se organizaron para recuperar sus propias tierras que estaban en manos de los terratenientes. “En ese tiempo se recuperó la hacienda de Santa Helena, La Siberia, La Ester y La Unión, personas que pagaban terraje se despertaron, ellos les trabajaban tres días y de esa forma pagaban por el terraje, la gente se organizó y las recuperó pero se siguió con la recuperación de La cominera, las guacas, Buenavista, Los Pinos y en el año 85 fue que se negociaron, en esa época entró el Incora a negociar con los propietarios, había la intención de vender. Luego continuaron con López Adentro, Pílamo, Guabito y Vista Hermosa, pero ahí sí fue difícil porque el gobierno los reprimió, hubo 5 muertos. La gente entró sembrando maíz, frijol, pero llegaron las maquinarias y arrasó con los cultivos, muchos se desanimaron porque no los dejaron cosechar pero otras familias continuaron y se logró la recuperación”.
El narcotráfico es una realidad de Colombia que ha azotado a muchos pueblos, el desplazamiento forzado de las comunidades indígenas, afros y campesinas ha dado vía libre a las políticas extractivas. Frente a la crisis económica la gente se ha visto obligada a sembrar los cultivos ilícitos pero en pocas cantidades para solventar algunas necesidades. No hay políticas claras en la distribución de tierras, el agro cada vez más está en crisis y las políticas mineras cada vez se instalan en toda Latinoamérica. “Yo tengo unas maticas de coca porque los demás productos no tienen salida, ¡vea! yo salgo con un racimo de plátano y me toca venderlo barato en el pueblo porque no hay más”, comentó una comunero de Corinto.
El paisaje del Valle del Cauca se acabó, muchos recuerdan su niñez cuando jugaban en los grandes árboles, en los ríos caudalosos, cuando veían muchos animales y aves, ahora todo esto se acabó lo que observamos es la caña de azúcar, monocultivos que acabaron con la alimentación propia y que tuvieron un impacto cultural. Los acuerdos con el Estado que se han firmado por las masacres, una deuda histórica, no se han cumplido. Hay zonas de alto riesgo pero las comunidades se niegan a salir porque no quieren estar desplazados, “al menos en la casa se come uno una yuca, pero en la ciudad si usted no tiene dinero no puede comer”.
Las familias que se encuentran en la Liberación de la Madre Tierra en Corinto, se han organizado de tal forma que todos tienen sus funciones, para cuidarse se turnan los días para no cansarse, apoyando la labor de la Guardia, también tienen los coordinadores de cocina, son 23 sitios donde se alimentan niños, mayores, mujeres y jóvenes. Para la alimentación se está haciendo minga, se ha tenido el apoyo de las autoridades y la comunidad también ha aportado con el rebuelto (yuca, plátano, frutas y carne). Las familias se turnan para estar ahí, mientras unos van a su casa a trabajar otros están en la finca. “Hace tiempo que nuestros mayores vienen haciendo la liberación de la Madre Tierra, llegó la hora de volver a la recuperación de nuestras tierras, volver a liberar la Madre Tierra y recuperar lo que fue nuestro. Nosotros como hijos volver a recuperarla porque antes si nuestros mayores se hubieran quedado aquí los hubieran acabado, los hicieron ir hacia la montaña, al menos siguió la reproducción y ahora estamos nosotros. Por aquí todavía hay familias que no se han dejado sacar, el ingenio (industria azucarera) les ha querido comprar pero ellos no le han vendido”, dijo una comunera de Corinto.
A pesar de todas las adversidades que han tenido que pasar las comunidades indígenas, la comunidad de Corinto entró de manera organizada a las haciendas, sin atropellar a nadie, han dejado trabajar las máquinas y a los operadores de los cañaduzales. “Nosotros estamos dispuestos al dialogo, estamos de una forma pacífica, pero también estamos prevenidos de alguna remetida. Nosotros decimos vamos a seguir hasta que las cosas se den, quiere que nosotros nos vayamos para tener un diálogo, nuestra posición es que de aquí no nos movemos igual tienen que dialogar, nosotros queremos que ellos vengan acá, a dialogar, que inviten a los supuestos dueños de estas haciendas y se sienten a dialogar con las comunidades, de aquí no nos movemos hasta que nos entreguen estas tierras”.
“Como Corinto siempre habíamos acompañado en otras recuperaciones pero ahora nos tocó porque también necesitamos”, hay 45 familias en las veredas que están en zona de riesgo por deslizamiento y hay necesidades de tierras, “la gente dice que nosotros estamos robando pero nosotros estamos robando estamos liberando, recuperando lo que era de nuestros antepasados”.
Los ríos que riegan estas haciendas son el río Paila y el río Guengue, son explotados para los monocultivos y no hay ninguna retribución para el cuido de estos ríos. Las comunidades quieren tener otras alternativas y una forma es sembrar comida por eso cualquier lugar donde haya agua se puede sembrar. “Nosotros le dijimos al señor que íbamos estar por un ladito, que área que estuviera limpia nosotros íbamos a trabajar y a sembrar, pero al señor no le gustó eso entonces nos dijo que nos iba a mandar el ejército para defender estos territorios. Que día sembramos y llegó la máquina y nos volteó eso, pero hemos sembrado por las orillas, plátano, yuca, maíz, frijol”.
Siempre que se ha liberado la Madre Tierra, la guardia indígena es la primera que llega al sitio, en Corinto llegaron desde el 14 de diciembre y la comunidad empezó a llegar desde el 16 de diciembre. “Entramos de primeros para armonizar el sitio y que la comunidad pudiera entrar. Nos tocó trasnochar bastante, cocinar nosotros mismos, cuando ya llegó la comunidad ya se organizó mejor. Nosotras como mujeres mayoras damos ejemplo en este proceso de la guardia indígena, damos ánimo a los jóvenes para que continúen y no se involucren en los grupos armados. Yo llevo casi 18 años acompañando el cabildo. Aquí uno se relaciona con los jóvenes, con los mayores, conoce otros lugares, hemos logrado rescatar a los jóvenes de los grupos armados, una dificultad que hemos tenido es lo económico, a veces nos toca salir y no tenemos para el pasaje, nos toca sacar de nuestro bolsillo o a veces nos toca decirle a los choferes que nos lleven sin pagar o que nos fíen, en la alimentación pues como pobres comemos lo que haya, algo que recuerdo y que me pareció muy duro fue cuando fuimos acompañar al pueblo Awá, caminamos 4 días y fue muy duro pero acompañamos”, comentó la mayora de la Guardia Indígena de Corinto.
Saludamos a todos los Pueblos que vienen liberando a la Madre Tierra en los diferentes lugares del mundo y llamamos a que nos acompañemos en esta lucha contra las políticas de privatización, explotación, exterminio y contra todo lo que signifique muerte. Nuestros ancestros nos han enseñado que podemos trabajar de la mano de otros procesos. Sus grandes luchas nos tienen hoy aquí, queremos tener un territorio donde quepamos todos y todas, y que no repitamos ese pensamiento colonizador. Que los ríos tengan su mismo caudal, que no les frenen el paso para que rieguen nuestras alternativas comunitarias.