En la Región del Bío Bío las denuncias de injusticia ambiental del 2015 las iniciaron vecinos de la Planta de Pulpa de Celulosa Nueva Aldea. Dijeron que, para tapar el hedor propio de los derrames tóxicos propios de su industria, ésta expulsa aerosol «con olor a vainilla». Una burla sórdida de parte de Arauco, empresa forestal clasificada en un ranking mundial del rubro como tercera en ganancias el 2013. Ante la acusación de los vecinos la institucionalidad sanitaria y medioambiental no han anunciado la toma de medidas.
Por estos días, la región del Bío Bío, del Maule y la provincia de Malleco son golpeadas por incendios que, si bien no han alcanzado la expansividad del año pasado, ya cuentan con víctimas fatales, lesionados, damnificados y un cúmulo de discursos mentirosos. Hasta ahora, las víctimas fatales y lesionados registradas corresponden a dos bomberos que se volcaron en un carro bomba cuando se dirigían a extinguir un incendio en Collipulli. Damnificados se han registrado por decenas en Mulchén (provincia del Bío Bío), San Javier y Constitución (región del Maule).
Todos estos incendios se han definido como forestales y las causas que la clase política y la prensa empresarial le asignan están contenidas en un discurso que se puede sintetizar en unas cuantas ideas: intencionalidad, irresponsabilidad, necesidad de castigo. En todas éstas se establece la existencia de un sujeto dispuesto a atacar la seguridad y el bien común.
No obstante, la susceptibilidad de estos terrenos a incendiarse entrega una pista que nos orienta a una verdad velada por la prensa seria y la autoridades responsables: Prácticamente todos los terrenos afectados por incendios forestales soportan monocultivos forestales de pino y eucalipto, los cuales no pueden confundirse con bosques.
Como lo ha explicado el documental «Plantar Pobreza, el negocio forestal en Chile», una plantación forestal no es un bosque, pues en ellas no se permite la biodiversidad y los ciclos propios de estos ecosistemas, entre ellos, el del agua. Un monocultivo forestal tiene plantaciones de la misma especie que, plantadas a razón de 1600 árboles por hectárea, extraen agua como si fueran verdaderas bombas, ya que todos están en periodo de crecimiento hasta que son talados. Y así, cada 9 u 18 años, según según sea eucalipto o pino, estas rotaciones van menguando las capas freáticas, hasta llegar a las circunstancias que hoy nos afligen.
Se juntan a éstas razones, los nulos resguardos, tales como cortafuegos que aquí sólo tienen un ancho dispuesto para el paso de camiones. Por otra parte, los pinos contienen y exudan trementina, una sustancia inflamable que con la exposición al calor puede propagar o iniciar incendios.
Todos estos hechos orientan a explicar la ocurrencia y aumento de incendios forestales por el mismo uso de suelo imperante en los lugares afectados, el cual ha sido promovido por el Estado a través de bonificaciones a plantaciones, apoyos en infraestructura y una legislación ambiental al servicio del empresariado del rubro.
En el portal soyconcepción.cl se publicó el testimonio de un damnificado de Mulchén quien contó que “las llamas venían desde un bosque y pasó para acá, se demoró 10 minutos en llegar. Era evitable si los helicópteros hubiesen llegado antes, pero lo hicieron cuando estaba todo quemado. Parece que privilegian los bosques y no las casas”. Con el nombre de bosque, el damnificado se refiere a una plantación forestal.
Si a partir de un juicio sensato desaparece la figura del pirómano, del terrorista o del campesino irresponsable como explicaciones causales de los incendios forestales y, por cierto, el eufemismo de la «mitigación de malos olores», a quiénes se deberá enjuiciar por atacar la seguridad y el bien común.
Imagen: Campaña engañosa de CONAF, eludiendo la responsabilidad del Estado y del empresariado en los desastres generados por incendios forestales.
[AQUÍ PUEDES VER] Plantar Pobreza: El Negocio Forestal en Chile