Son grupúsculos, sin embargo, son promotores de la violencia y el racismo estructural en zonas como la denominada región de la Araucanía. Hoy, algunos de ellos, se escudan en campañas como paz en la Araucanía, luego de amparar y promover sistemáticas violaciones a los derechos humanos y masacres estatales.
Matías Catrileo fue asesinado cobardemente por la espalda por un agente policial del Gope, Walter Ramírez, hace siete años, un 3 de enero, en el marco de un proceso de recuperación de tierras ancestrales de un latifundio bajo el dominio del descendendiente de colonos: JORGE LUCHSINGER, un ejemplo de ese racismo arraigado.
En Revista Qué Pasa N° 1784, de 18 de junio de 2005 (págs. 16 a 20): En parte de la entrevista Inquirido por el periodista a Luchsinger acerca de si está de acuerdo con entregar territorio a los mapuche, este responde: “¡Pero si no es posible!.. va a ser una miseria absoluta, porque ellos no trabajan. No se va a resolver el problema, no van a dejar de ser miserables. ¿Usted ha visto cómo están los campos que les ha comprado el Estado a través de la Conadi? ¡No queda nada, ni un árbol parado, no producen nada!”
El periodista le pregunta inmediatamente después “¿Es un problema de falta de capacitación o por no haber recibido enseñanza adecuada?”
Luchsinger responde: “El indio no ha trabajado nunca. El mapuche es un depredador, vive de lo que aporta la naturaleza, no tiene capacidad intelectual, ni tiene voluntad, no tiene medios económicos, no tiene insumos. No tiene nada”
Dos páginas más adelante, el periodista le inquiere “Pero Ud. Tuvo trabajadores mapuche que le sirvieron por más de 30 años ¿No confía en ellos?” Luchsinger responde: “Yo confío mientras los veo, pero creo que ellos dicen lo que a mi me gustaría escuchar y hacen lo que ellos quieren. El mapuche es ladino, torcido, desleal y abusador”
Luego de esta memoria, vale preguntarse: ¿Quién genera violencia? ¿Quién genera abuso y discriminación?