“El día Internacional de la Mujer Indígena se creó para denunciar y enfrentar episodios de violencia, como así también las discriminaciones producidas por el hecho de ser mujeres e indígenas, en todas las esferas de la vida social. Lejos, de cómo diría mi abuela, todas esas leseras de que preocuparse por estos temas es una guerra de las mujeres contra los hombres o una suerte de combate en que queremos ponerles el pié encima. Al contrario, preocuparse por estos temas es justicia, es dialogar, es hacernos cariño y finalmente honrar los más altos valores que nos han inculcado nuestras abuelas y abuelos indígenas”.
Día Internacional de la Mujer Indígena
Carola Naranjo Igaimán.
@carolanaranjo
La lamngen Aymara Bartolina Sisa fue asesinada el 5 de septiembre de 1782. Su asesinato, fue el resultado de las desigualdades que se configuran cuando está presente la pertenencia a un pueblo originario sumado a la irreverencia a las normas de género establecidas. Esa historia de vida, es la que se recuerda para el día internacional de la mujer indígena, historia de vida, que tiene la potencia de representar, a un sinfín de trayectorias, invisibilidades y desiguales de muchas Bartolinas.
De esta forma no hay que confundir conmemoración del día internacional de las mujeres indígenas, con una celebración que incluya flores, chocolates o canciones románticas. Personalmente, no tengo nada contra las celebraciones, no obstante , hay que situarse en el escenario y no despistarse del objetivo. Esta fecha es un téngase presente de que existen desigualdades de género que hay que visibilizar y enfrentar.
He tenido varias conversaciones, con lamngenes, hombres y mujeres, en que me dicen: “pero lamngen, género es un término winka, lo que prima es la familia y la comunidad”, lo que hay detrás de aquellas aprensiones, es el directo mensaje de que en nuestra(s) cultura(s) no existen desigualdades. Pero, ojos que no ven corazón que no siente. De muestra, sólo un par de botones:
En las sociedades igualitarias, no necesariamente las mujeres indígenas estuvieron ajenas a una violencia sistemática, diversos estudios y análisis arqueológicos de restos óseos, determinaron que los cadáveres de las mujeres presentan lesiones que pueden ser atribuidas a violencia doméstica. En la historia oral de sociedades indígenas del extremo sur, es posible encontrar potentes mitos en que se ejerce una violencia simbólica hacia las mujeres, que obedecen a un cambio de orden en el poder, debido a que las mujeres en un pasado remoto, ejercieron un control infinito sobre los hombres, entonces, ellos revierten esta situación asesinando a todas las mujeres, sólo dejando a las niñas, cambiando el orden político simbólico y pasando a tener el control; para que esto no vuelva a ocurrir crearon un rito en que se mantienen aterrorizadas y constreñidas a las mujeres.
Es importante hablar de mujeres indígenas en plural, de forma de connotar que no son (somos) un colectivo homogéneo. Por ejemplo, en sociedades indígenas mesoamericanas y andino americanas, las mujeres tenían prestigio social asociado a la casta o clase social a la que pertenecían. Interesante, por estos lares la misma cosa, sólo recordar la importancia de la familia/clan o el linaje desde donde provenimos.
No obstante, ocurrieron hechos en el proceso de colonización, que hicieron que aquellas identidades múltiples de las mujeres indígenas, se vieron enfrentadas a lo que se llamó “el marianismo”, entre otras cosas, de la mano de la religión winka. La tesis, es que se impuso una sólo forma de ser mujer, una mujer pura y virginal, destinada al matrimonio, al cuidado del marido y los/as hijos/as. Eso, definitivamente cambio las relaciones familiares, sociales y personales al interior de las culturas indígenas. No obstante, lo anterior, no fue impedimento para detener violaciones y ultrajes perpetrados hacia las mujeres indígenas, que recordemos, están en la base del mestizaje. Invisibilizado, por supuesto.
¿Y el demonio?…también persiguió a las mujeres indígenas. ¿por qué?, por sus roles en la esfera del cuidado y de la sanación. Estas labores fueron entendidas como “actos demoniacos”, “hechicería”, “oscurantismo”, las mujeres indígenas las más paganas de todos y todas. Estas prácticas incomprendidas, fueron configurando escenarios de sumisión, exclusión y sobre todo violencia.
Hace bastante, tiempo que los y las mapuche, por ejemplo, utilizamos conceptos winkas, somos interculturales y hablamos, muy a nuestro pesar, en proporción, más castellano que mapuzungún. Género es la construcción social de las diferencias sexuales y es un concepto que nos permite develar las desigualdades entre hombres y mujeres , teniendo como horizonte la igualdad de derechos, propiciando acciones de equidad y visibilizando las necesidades diferenciadas que tienen las mujeres y los hombres indígenas. Por lo tanto, no demonicemos los conceptos tampoco.
Como esto no es un artículo académico, obviamente, queda mucho por profundizar en el análisis de estos temas, hincar el diente a dimensiones y variables. ¡La discusión e investigación queda abierta!
No ayuda mucho mantener las concepciones románticas y esencialistas, que nos hablan acerca de un estado primigenio de relaciones en que las mujeres y los hombres indígenas viven en un armónico paraíso. Lo que sí, hay que introducir una distinción. Efectivamente, la cosmovisión mapuche, el admapu, y nuestras creencias nos hablan de relaciones complementarias, igualitarias y de un profundo valor por la persona, por ese che que debe encarnar los valores mapuches. La cosmovisión mapuche ancestral, siempre ha valorado lo femenino, no obstante, la sociedad mapuche ha experimentado cambios en sus relaciones sociales y de género también, y se ha visto modificada por condiciones impuestas por los procesos de colonización y de constitución del Estado Chileno. Por lo tanto, hace bastante tiempo que ese ideal se ha visto permeado/vulnerado, y lo importante de reconocer esto (no es que no sigamos aquí de pié y más mapuches que nunca), es que se teje un manto que no permite ver las desigualdades al interior de un colectivo que no es homogéneo, en este caso las mujeres.
Hace un par de años, me tocó dirigir una investigación, un diagnóstico de inequidades y barreras de género que experimentaban las mujeres indígenas. Fiel a mi formación antropológica, programamos focus group con mujeres mapuches, aymaras y Rapa Nui. Les cuento que mi software de análisis cualitativo de datos, el Atlas TI, se pegaba procesando tanta desigualdad y testimonios que desgarran el alma.
Mujeres mapuches altamente calificadas, nos contaban que ni siquiera pasaban la puerta de las empresas para las entrevistas de trabajo, porque el guardia de seguridad, les decía: “no, ya tenemos personal de aseo” (nada contra este trabajo, espero se entienda), o las mujeres Rapa Nui, que llegan al continente precedidas por su “fama sensual erótica”, y que narraron un sinfín de situaciones en las que eran acosadas sexualmente. Mujeres Aymaras, que denunciaron violencia, mostrándonos su falta de piezas dentales. Para que hablar de la violencia obstétrica, en donde no se tiene ni la opción de parir de acuerdo a tus costumbres y saberes ancestrales.
El día Internacional de la Mujer Indígena se creó para denunciar y enfrentar episodios de violencia, como así también las discriminaciones producidas por el hecho de ser mujeres e indígenas, en todas las esferas de la vida social. Lejos, de cómo diría mi abuela, todas esas leseras de que preocuparse por estos temas es una guerra de las mujeres contra los hombres o una suerte de combate en que queremos ponerles el pié encima. Al contrario, preocuparse por estos temas es justicia, es dialogar, es hacernos cariño y finalmente honrar los más altos valores que nos han inculcado nuestras abuelas y abuelos indígenas.
¿Se entiende la diferencia entre una conmemoración y una celebración?