lunes, noviembre 4, 2024

Mujer y sexualidad mapuche, la cotidianeidad olvidada tras la identidad weichafe

En el marco del día internacional de la mujer indígena, compartimos este artículo de la socióloga Mapuche Ana Millaleo quien señala en uno de sus párrafos: “No se trata de que la sexualidad mapuche sea radicalmente distinta a las otras sexualidades, sino de que la sexualidad practicada cotidianamente, puede ser reinterpretada desde una perspectiva mapuche o distinta a la que se presenta como inmediata e invisibilizada por el espectáculo de máscaras, es decir;  como leo desde el presente estas prácticas sexuales con los lentes del pasado”.

 

A continuación, el texto completo

 

Mujer y sexualidad mapuche, la cotidianeidad olvidada tras la identidad weichafe 1

 

RESUMEN

La cotidianidad mapuche ha sido olvidada en la emergencia de las actuales reflexiones políticas de nuestro pueblo, y con ello los sujetos que se desenvuelven en estos contextos, lejanos al espectáculo de lo mapuche difundido mediáticamente. Mujer y sexualidad han sido eclipsadas por la construcción identitaria del mapuche Weichafe, figura que responde a la presentación identitaria frente al otro,  por esta razón aquí se presenta como posibilidad subversiva la vuelta de la mirada hacia estos temas tratados como de segundo orden, con el objeto de desestructurar el juego en que la otredad dominante nos pretende posicionar, irrumpiendo en contra de lo que nos mantiene en una posición subordinada, identificando como uno de  estos elementos la apropiación no crítica de la masculinidad épica del guerrero mapuche y en este mismo ejercicio la  de la doncella prístina que lo acompaña, apéndice y no actriz de la contingencia mapuche contemporánea.

 

Palabras Clave: Mujer Mapuche – Sexualidad – Weichafe – Vida Cotidiana.

 

Mujer y sexualidad mapuche, la cotidianeidad olvidada tras la identidad weichafe.

 

En medio de un wallong, luego de una presentación artística en el territorio de Pelomtraro, en una conversación cotidiana un joven comienza a reflexionar respecto a cómo las mujeres mapuche siempre andan tapadas y aparentan ser bien recatadas en sus comportamientos, como si la vestimenta mapuche le otorgara un grado de santidad cual velo sacro, lo que hacía incomprensible la comparación de las narrativas decronistas acerca de la sexualidad mapuche y esta impronta púdica del mapuche en el presente. Desde este punto parte mi acercamiento al tema de la mujer mapuche y de nuestra  sexualidad en la actualidad.

 

         La identidad Weichafe

Uno de los aspectos que han impedido una reflexión interna respecto a la sexualidad, es el encasillamiento en cierto imaginario de lo mapuche, imaginario hípermasculinizado en donde lo que prima es la narrativa belicosa y de conflicto en torno a lo mapuche, a lo cual he llamado la identidad Weichafe (identidad guerrera). Que debido a lo que ha sido denominado “El conflicto mapuche”  ha tenido preponderancia, opacando  otras discusiones que se pudiesen dar en torno a aspectos cotidianos de “la mapuchidad”.

 

La imagen mapuche lleva implícita una contradicción en el presente que dice relación con cuanto hay en el discurso propio de la construcción imaginada del otro respecto a “lo mapuche”, ya sea como respuesta hacia el otro o como una apropiación del relato para la autoconstrucción. Los alcohólicos v/s los Lautaro, han marcado históricamente la presencia mapuche en el presente, el primero desde la mirada del otro y el segundo presenta el imaginario dominante en lo mapuche: el weichafe, el cual se separa de esta idea del mapuche como borracho y se apropia del relato idealizado de los héroes mapuche, poniendo como protagonista y centro de las reflexiones nativas lo masculino y  los aspectos políticos, dejando tras bambalina a la mujer y lo cotidiano. Estos temas son considerados poco relevantes a la hora de presentar la imagen de un niño baleado, una mujer golpeada, y a los presos mapuche en huelga de hambre.

 

El enaltecimiento de la virilidad por sobre la feminidad opera de la misma forma en que operó el binomio civilización /barbarie, que se constituyó con la excusa por parte de los Estados nacientes para la ocupación de nuestros territorios, Menard ilustra con claridad la construcción de género compartida por intelectuales y políticos de principios del siglo XX en donde la;  “virilidad remitía a un valor que, yendo más allá del rol sexual o de género, fomentaba la sobriedad y la claridad de un estilo opuesto a…”[1]lo femenino. En este sentido como pueblo seguimos reproduciendo la narración del otro para marcar la distinción entre un ellos y un nosotros, en el esfuerzo de desmarcarnos de una apreciación negativa; el de indios flojos, borrachos y bárbaros, nos quedamos con la apreciación positiva y épica Ercillana, manipulándola y apropiándola, pero sin un sentido deconstructivo crítico, es decir; sin ponerla en discusión, y en este afán respondemos a la pregunta de ¿quiénes somos los mapuche en el presente? Gritando al unísono, weichafes!!

 

El weichafe se convertirá en el personaje principal de la historia mapuche desde los 90 en adelante, reduciendo la identidad de la incipiente nación mapuche a la de un personaje masculino, que resistió y resiste hasta el presente. Lo ancestral queda eclipsado por lo histórico, en dos tiempos contradictorios, que impiden reconocer la existencia de lo mapuche más allá de esos relatos o concepciones de tiempo y espacio. Lo que fue considerado bárbaro para la sociedad dominante “chilena” es para lo mapuche invisible, vamos avanzando en la comprensión temporal occidental despegando los pies del pasado cuando el acto revolucionario por excelencia sería el ir contra las manecillas del reloj que maneja los hilos subversivos a nivel global, es decir que los canibaliza y transforma en funcionales a la mantención de un  orden, en el caso de la sexualidad y las mujeres, al patriarcado.

 

En una contra respuesta algunas mujeres mapuche detractoras  a esta comprensión  histórica que toma como préstamo la conformación occidental de la nación, pretenden hacer protagonistas a las mujeres mapuche escritas, descritas y relatadas, las que están entre líneas, convirtiéndolas en heroínas, situándolas a la altura de Lautaro, así como lo podemos ver en Millán:

 

“Al igual que importantes hombres weichafes y Toki (guerreros y comandantes) los hubo también mujeres, como lo fueron las memorable Guacolda, Fresia, Yaniqueo, entre otras, grandes guerreras de nuestro pueblo que comandaron brazos armados, brillantes estrategas militares que logran vencer en más de una ocasión al enemigo. Era necesario ocultar y desconocer este hecho contundente, ante la mirada del mundo, todo ejemplo de equidad y plenitud de los hombres y mujeres de una misma sociedad podría resultar desestabilizador al orden imperante, el poder colonial, patriarcal, y racista podría sucumbir ante el despertar de los pueblos oprimidos.” [2]

 

Esta estrategia por reposicionar a las mujeres oculta lo servil y en concordancia que se puede estar respecto al orden dominante pues es la historia y la Nación en la que se nos inscribió la que se sirve de los héroes y sus hazañas para validarse, la equidad de género naturalizada aparece como argumento que contrasta la estructura patriarcal del Estado Nacional moderno, pero en esta operación se vuelven a utilizar los instrumentos jerarquizantes del poder patriarcal y racista sin visibilizar una mirada de mundo que de importancia a lo femenino en el espacio mapuche de significaciones, para esto ,“el ambiente real de sentido de pérdida del trasfondo conocido – en- común debe convertirse en algo “específicamente sin sentido”” [3]

 

La inmediatez de lo político mapuche impediría la construcción de un sujeto mapuche que no fuese el del weichafe, o la weichafe en el caso de Moira Millán, en este sentido estaríamos ante un sujeto ideal imposible de situar en la cotidianidad o fuera del relato épico, al interior de esta identidad la pregunta por la sexualidad, el amor, la alimentación, entre otras, de lo que la sociedad dominante considera privado o íntimo, y por sobre todo de segunda categoría,  no tendría sentido.

 

         Sexualidad mapuche

La sexualidad mapuche aparece como un espacio despolitizado, carente de relevancia en las demandas que se inscriben en los grandes acontecimientos permitiendo; “dar por sentado, según experiencias anteriores, que es probable encontrar solo individuos de una clase determinada en un marco social dado.” [4], en el caso mapuche en el conflicto territorial. La historia del otro internalizada en “lo mapuche” imprime un orden externo, en lo que debiese ser considerado como punto de partida la reproducción de la sociedad mapuche a partir de la cotidianidad, lo político estaría en problematizar lo que la sociedad dominante da por sentado, “lo humano” y la construcción que se da en torno a esa estandarización.

 

La sexualidad mapuche poco abordada tiene que ver con la relación social que establece con esa sociedad dominante que tiende a la estandarización y en donde lo mapuche “decide” mostrarse como Weichafe: “El mantenimiento de esta apariencia de acuerdo, esta fachada de consenso, se ve facilitado por el hecho de que cada participante encubre sus propias necesidades tras aseveraciones que expresan valores que todos los presentes se sienten obligados a apoyar de palabra.” [5]

 

El libertinaje mapuche, de la narración Guevariana y la parquedad imaginada del presente, confunden a los observadores que se introducen en la investigación de la sexualidad mapuche, entre el mapuche idealizado y el que toma micro para ir a un nguillatun, en un deambular entre realidades paralelas. Existe por tanto para el mapuche del 2014 una cotidianidad real y una imaginada, en donde ninguna es menos real que la otra, los misterios ocultos de la sexualidad mapuche de la ontoescritura de Ziley Mora[6] habría que ir a buscarlos en el intersticio que existe entre lo que se pretende y lo concreto, entendiendo que en la acción que se pretende se construye el sujeto y lo concreto es la expresión visible de algo imaginado.

 

La mujer mapuche entregada al goce sexual narrada por Guevara le da paso a otra que se sonroja frente a temáticas que refieren al cuerpo mapuche sexuado, al menos cuando se está entre mapuche o cuando la individua se presenta como mapuche ante un público, en una interacción social, ese “al menos”, es la grieta que permite el abordaje cotidiano de lo sexual en el presente, en ese instante es posible acceder al sujeto desprevenido que permite la pregunta por la sexualidad y hace visible espacios ocultos que por el contrario la pretensión de  weichafe mantiene eclipsados en la medida en que separa las “cosas más próximas y familiares” [7] de lo que se decide narrar a un observador.

 

Existe claridad de la existencia de una discontinuidad en la presentación de la mujer y la  sexualidad mapuche, lo cual se ejemplifica de manera bastante clara en este cuadro comparativo de citas: 

Narrativa Cronista 1908

Mujer Mapuche 2014»

«La estructura psiquica i el medio ambiente del barbaro, no se acondicionan al desenvolvimiento del pudor. En efecto, los espectaculos impúdicos, que despiertan imajeneseroticas, eran corrientes en sus bailes y sus fiestas. casi no habia vida íntima: las uniones sexuales se verificaban en el hogar sin el recato de la cultura, a la vista i al oido a veces de los demas.»             Tomas Guevara. «Psicolojia del pueblo Araucano», imprenta cervantes, 1908, P41

“lo que es el sexo, todavía es más, más privado y eso lo podemos denotar hasta en el vestuario de los mapuche, no andamos con minifalda con nuestro vestuario, y la idea es andar bien tapadita con nuestro küpan o nuestro chamal, y eso ya denota otro, otro, otra forma de ver la… como cubrirnos y también mantener como en secreto nuestra parte, nuestro… por así decir físico, nuestra… e… nuestro cuerpo.” (B1; Investigación Preliminar Poligamia.)

“La funcionsexual ocupa una parte esencial en la existencia del araucano, sin diferencia de lo que sucede en todos los pueblos de civilización inferior.

Practicaban el acto de la jeneración con una frecuencia que superaba a la raza dominadora.” Tomas Guevara. Ibíd. Pp42-43 

“Yo a mis tíos jamás los vi dándose un beso, como uno ahora con su pareja, y de la sexualidad menos todavía.” (M2.3; Investigación Preliminar Poligamia)

«bien puedes no recelarte, porque esa moza no tiene marido que la mire y es dueña de su libertad; quedate con ella, que yo me voy a despachar a esta otra y luego vuelvo»          Pineda y Bascuñán, «el cautiverio feliz» , Ediciones Olimpo, P69 -70

 

“el tema del sexo, era… era algo, es, era más lo que… lo privado, sagrado casi de cada persona y dependiendo de las edades recién venía hablando del tema, obviamente yo creo que hay unas que otras madres que han intentado conversar con sus hijos, pero así como absolutamente en secreto, no en una cuestión en público ni nada, se puede hablar de cualquier otra cosa, menos del sexo, menos de la parte privada como del ser humano,” (B1;Investigacion Preliminar Poligamia)

 

En el habla de las mujeres en el 2014, es posible distinguir que el tema del sexo tendría dos aristas la que se presenta al interior del pueblo mapuche y una externa que la afecta, el conservadurismo estaría ligado firmemente a no escaparse de un sujeto idealizado mapuche, mientras la conversación del cuerpo sexual se relacionaría con una suerte de evolución producida por el contacto con el otro, que emanciparía esta visión que es concebida como propiamente arraigada en la tradición. Entre el küpan y la minifalda se encuentra la distinción entre un nosotros que nos envestimos de mujer mapuche y los artificios que la modernidad porta, que las mujeres mapuche usemos minifalda, hablemos de sexualidad, o nos besemos en público, serían marcadores que delimitarían los espacios de lo que se concibe como mapuche o no mapuche. Lo que para los ojos del otro observador a principios  del siglo pasado, fue un rasgo distintivo de las mujeres mapuche se transforma desde nuestra perspectiva en el presente, en características de un afuera de la costumbre.

 

La masculinidad imperante del weichafe libera a los hombres de la demarcación del artificio del vestuario como delimitador de un adentro y un afuera,  la sexualidad masculina estaría en concordancia con lo narrado, y con el mantenimiento de un espíritu erótico innato a lo que se comprende como masculino mapuche en la actualidad, es así como Cayuqueo hizo  mofa de esa legendaria potencia sexual que transforma al mapuche “terrorista” (siempre masculino) en objeto de deseo: “Qué decir de nuestra legendaria capacidad sexual, transmitida de generación en generación -vía memoria “oral”- desde los tiempos de la Quintrala hasta nuestros días. Que lo digan las monjitas holandesas de Boroa. Cuenta la leyenda que cada vez que bajaban al río a lavar ropa terminaban en la ruca de algún guerrero” [8].  La cotidianidad del weichafe erotizado no requeriría de un atuendo para marcar el grado de mapuchidad con el que actúa, porque su sexualidad es también parte de la hazaña que lo construye como sujeto ideal, de hecho la vestimenta masculina se transforma en un acentuador del fetiche guerrero que es el cuerpo mismo del weichafe.

 

La vestimenta mapuche y la desnudez operaría de manera diferenciada en hombres y mujeres, el lugar de la mujer mapuche es el del Küpan, el recato y el decoro, que se instalan en el mantenimiento de una cultura de lo femenino censurado por una vestimenta, lo cual no sucedería con la masculinidad indígena.

 

El mantener lo femenino mapuche encerrado en un tipo de vestimenta, impide pensar la sexualidad mapuche femenina en el presente, de lo que  hay detrás de la tela negra que envuelve nuestros cuerpos, ¿no habría mapuchidad en el cuerpo desnudo de la mujer mapuche?. Sin duda la opción de restringir a la mujer al cuerpo vestido con atuendo típico, es negarle a la mujer nativa con minifalda la opción de reconocerse dentro de este pueblo, y tiene que ver nuevamente con la decisión de quedarse con lo que  fue considerado positivo a los ojos del otro, en el relato histórico, y así inicia su crónica Pedro Cayuqueo: “Alonso de Ercilla y Zúñiga, en “La Araucana”, nos dedica elogiosos versos que harían sonrojar incluso al propio Ricky Martín. “Son de gestos robustos, desbarbados / bien formados los cuerpos y crecidos / espaldas grandes, pechos levantados / recios miembros, de nervios bien fornidos”, escribió el primer corresponsal de guerra español en América” [9].

 

La mujer mapuche despojada de su sensualidad es anónima, es la sureña fogosa con la que se desahogaron las pulsiones sexuales reprimidas, la nana jovencita que algún patrón visito en los cuartos de servicio, lo sexual en lo femenino mapuche fue el botín de guerra de la sociedad dominante, lo que mantiene oculto e impide una reinterpretación de lo sexual mapuche desde una perspectiva propia o una visibilidad de lo apropiado. En este sentido es el espacio fecundo donde germina la idea mestiza de chilenidad.

 

         Del acontecimiento a la cotidianidad mapuche

Lo obvio es visible cuando existe una inflexión en la continuidad de lo desapercibido. Lo anterior tiene que ver cómo los mapuche hemos recreado un mundo mapuche asexuado, que se hace visible cuando es quebrantado por la irrupción de lo cotidiano occidental, es decir cuando me despojo del Küpan y me voy a la disco con minifalda. Y para dar cuenta de este mundo asexuado basta introducirse en las conversaciones cotidianas y las formas en que los mapuche nos relacionamos en el presente.

 

Es muy común ver que exista en los diálogos, sobre todo entre los jóvenes al interior del mundo mapuche, fuertemente desenraizados de la cotidianidad juvenil chilena, la coloquialidad queda de lado en los tratos entre hombres y mujeres, aflorando una fuerte formalidad, que trae consigo ciertas normas y deberes que servirían como mediadores, que pretenden cierto grado de diferenciación (frente a la chilenidad), y que tiene que ver con la utilización de un particular protocolo de trato.

 

Algunos aspectos observados a modo de ejemplo:

Cómo está usted lamngen, (trato de una mujer a un hombre o de un hombre hacia una mujer)

Trato entre mujeres de ñaña, ñañita. 

Entre esposos se tratan de usted o con mucha sobriedad

No es bien visto besarse en público

No se puede contradecir (por parte de la mujer) al hombre en público, ni interrumpir su discurso. 

 

Hasta qué punto esto se constituye en una máscara, en sintonía con lo que plantea Goffman. Cuál será ese tras bambalina de “lo mapuche en torno a la sexualidad invisibilizada”.  El escenario mapuche tras el telón encubre otro escenario  que es la presentación de lo mapuche ante el otro, pero ese otro que es distinto, ojala de ojitos azules o de apellido impronunciable, para que aún sea más larga la distancia, en este escenario prima la pirotecnia contradictoria de la elección del guión, podría ser la autogestión, el territorio mapuche histórico, o la enfermedad espiritual de un pueblo colonizado, la argumentación es prolífica a la hora de no mostrar la hilacha, como diría un coloquial chilenismo.  La negación de la cotidianidad mapuche es la utilización del sujeto mapuche como acontecimiento, ser mapuche sería estar siempre enmascarado de lo que se pretende, que ya hemos dicho con anterioridad no es más que la pretensión “positiva” del otro respecto a nosotros.

 

Todo lo mapuche, podría entenderse como un espectáculo en la medida en que no existiría sujeto tras la máscara, esto en el sentido imaginado, pues es de conocimiento de todos que los mapuche viven más allá de lo que se presenta de manera idealizada. Las mujeres mapuche en la actualidad utilizamos métodos anticonceptivos, nos protegemos de enfermedades de transmisión sexual, somos propensos al VIH (aunque algunos puristas pregonen la inmunidad),  o ninguna de las anteriores, todo esto para ejemplificar que estos espacios siguen siendo mapuche porque implican un cuerpo femenino indígena que es intervenido por lo occidental, pero no podemos intervenir desde lo indígena porque lo consideramos demasiado cercano para distinguirlo.

 

No se trata de que la sexualidad mapuche sea radicalmente distinta a las otras sexualidades, sino de que la sexualidad practicada cotidianamente, puede ser reinterpretada desde una perspectiva mapuche o distinta a la que se presenta como inmediata e invisibilizada por el espectáculo de máscaras, es decir;  como leo desde el presente estas prácticas sexuales con los lentes del pasado.

 

                     Propuesta “nadar contra la corriente”

Hacer carne lo imaginado implica hacer dialogar las dos cotidianidades que comparte la mapuchidad, la presente entre mapuche, aunque llena de parsimonias  que nos distinguen del chileno vulgar y la del mapuche que transita en la vulgaridad del chileno, aunque esta última sea una consecuencia histórica de la violencia y el despojo territorial.

 

Llevar a lo cotidiano lo mapuche deconstruye al sujeto mapuche pensado como espectáculo, abriendo paso a otras discusiones, nos introduce a la perspectiva en que los mapuche visualizamos nuestro transitar día a día,  acercándonos  a una comprensión de mundo que es movediza, que obliga a quien observa a moverse al ritmo en que se encuentra lo observado.

 

Volverse sobre la temática de la mujer y la sexualidad en “lo mapuche” involucran nadar en contra la corriente, porque la reflexión en torno a estas interrumpen la continuidad de algo que se da por sentado, que no se plantea como problema, pero que problematiza la inmediatez entre lo que permanece y lo que ha cambiado, una suerte de topografía sexual mapuche femenina, que provoque en tanto propuesta política y en tanto práctica distintiva y diferenciadora.  Sacándonos de la lógica del conflicto en que la sociedad dominante nos quiere ubicar, el conflicto para el otro es nuestra propia existencia que les incomoda, es así como nos distancian de su cotidianidad y aparecemos solamente en la crónica roja de los noticiarios.

 

La investigación de lo cotidiano en la sociedad mapuche actual nos invita a que; “Tendremos que asumir las cosas tal como se nos aparecen a primera vista; mostrar de alguna manera el fenómeno cotidiano en la planicie de una primera visión, y sobrevolar esta visión integral de punta a cabo” [10].  Las profundidades ocultas en la cotidianidad mapuche, son la simpleza del gesto que fue explicado con pompas y anhelos científicos pero con intenciones solapadas.

 

Bibliografía.

 

        Ana Millaleo. La “nana”: ¿subordinación de un pueblo a través de sus mujeres?.  [En línea] http://www.observatoriogeneroyequidad.cl/. http://www.observatoriogeneroyequidad.cl/index.php/las-noticias/4910-la-nana-isubordinacion-de-un-pueblo-a-traves-de-sus-mujeres [consulta: 15 de mayo de 2014]

        Ana Millaleo. 2014. Proyecto de investigación doctoral, denominado “Poligamia mapuche / Pu domo ñi  Duam: Prácticas polígamas y significaciones sociales de la poligamia en relación a la posición de las mujeres al interior de la sociedad mapuche.”, para la obtención del grado de Doctora en Ciencias Sociales. Universidad de Chile.

        André Menard. 2011. Archivo y reducto. Sobre la inscripción de lo mapuche en Chile y Argentina. España. Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 6, núm. 3.

        André Menard. 2009. Pudor y representación. La raza mapuche, la desnudez y el disfraz. Chile. AISTHESIS Nº 46. Instituto de Estética – Pontificia Universidad Católica de Chile.

        Comunidad de historia Mapuche. “Violencia intrafamiliar Mapuche y El Racismo y la justicia chilena”. [En línea]. Radio del Mar. Agosto 2013. <http://www.radiodelmar.cl/rdm_2012/index.php/opinion/indigena/2467-violencia-intrafamiliar-mapuche-y-el-racismo-y-la-justicia-chilena.html>. [Consulta: 20 de Mayo de 2014]

        ErvinGoffman. La presentación de la persona en la vida cotidiana. Argentina. Amorrortu. 2009.

        Gunther Dietz. 2011. Hacia una etnografía doblemente reflexiva: una propuesta desde  la antropología de la interculturalidad. Revista de Antropología Iberoamericana. Vol. 6. N°1.

        HarolGarfinkel. 2006. Estudios en Etnometodología. Colombia. UNIBIBLOS.

        Humberto Giannini. La “Reflexión” Cotidiana: Hacia una arqueología de la experiencia. Editorial Universitaria. Chile. 1999.

        Humberto Giannini. La “Reflexión” Cotidiana: Hacia una arqueología de la experiencia. Editorial Universitaria. Chile. 1999.

        Moira Millán. 2011. Mujer Mapuche. En “Feminismos y poscolonialidad. Descolonizando el feminismo desde y en América Latina”. Argentina.  Ediciones Godot.

        Pedro Cayuqueo. “Todos somos Nahuel”.  [En Linea]. The Clinic. 21 de Octubre de 2011. <http://www.theclinic.cl/2011/10/21/todos-somos-nahuel/>. [Consulta: 15 de Mayo de 2014]

        Tomas Guevara. 1908. Psicolojia del pueblo Araucano. Chile. Imprenta Cervantes.

        Tomas Guevara. 1916. La Mentalidad Araucana. Chile. Imprenta – Litografía Barcelona. 

        Ziley Mora. Magia y secretos de la mujer mapuche: Sexualidad y Sabiduría Ancestral. Chile. Uqbar Editores. 2006.

 

 

NOTAS


[1] André Menard. 2009. Pudor y representación. La raza mapuche, la desnudez y el disfraz. Chile. AISTHESIS Nº 46. Instituto de Estética – Pontíficia Universidad Católica de Chile. P36.

[2] Moira Millán. 2011. Mujer Mapuche. En “Feminismos y poscolonialidad. Descolonizando el feminismo desde y en América Latina”. Argentina.  Ediciones Godot. P128.

[3]HarolGarfinkel. 2006. Estudios en Etnometodología. Colombia. UNIBIBLOS. P68.

[4]ErvinGoffman. La presentación de la persona en la vida cotidiana. Argentina. Amorrortu. 2009. P13.

[5]Ibíd. P21.

[6]Ziley Mora. Magia y secretos de la mujer mapuche: Sexualidad y Sabiduría Ancestral. Chile. Uqbar Editores. 2006.

[7] Humberto Giannini. La “Reflexión” Cotidiana: Hacia una arqueología de la experiencia. Editorial Universitaria. Chile. 1999. P21.

»Entrevistas que integran mi proyecto de investigación doctoral, denominado “Poligamia mapuche / Pu domo ñi  Duam: Prácticas polígamas y significaciones sociales de la poligamia en relación a la posición de las mujeres al interior de la sociedad mapuche.”, para la obtención del grado de Doctora en Ciencias Sociales. De la Universidad de Chile. 2014.

[8] Pedro Cayuqueo. “Todos somos Nahuel”.  [En Linea]. The Clinic. 21 de Octubre de 2011. <http://www.theclinic.cl/2011/10/21/todos-somos-nahuel/>. [Consulta: 15 de Mayo de 2014]

[9] Ibíd.

[10] Humberto Giannini. Óp. cit. P19.

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